Alcaraz cae a la primera en la trampa del Masters de París
El número uno cede en el estreno frente a Norrie tras una actuación muy errática, salpicada por 54 errores: 4-6, 6-3 y 6-4. Si se corona Sinner, le arrebatará el trono
Siempre exigente, siempre difícil, siempre tramposo, el reverso tenístico de París deparó este martes una sonora campanada con la caída del número uno, Carlos Alcaraz. Nada tienen que ver los vientos primaverales y la arcilla y los brillos de Roland Garros con la oscuridad, los recovecos y los vértigos otoñales del antiguo Bercy, ahora La Défense, igualmente un escenario envenenado que engulló a las primeras de cambio al español en un episodio insospechado. Y no porque los recorridos previos del murciano en el torneo invitasen a cualquier tipo de euforia, sino porque el traslado al nuevo marco planteaba a priori un horizonte bastante más esperanzador. Pero de eso nada. Todo lo contrario. Ko técnico: 4-6, 6-3 y 6-4 para Cameron Norrie, en 2h 22m.
En teoría, la reducción sensible de la velocidad de la superficie proponía un escenario mucho más amable para Alcaraz, quien a lo largo de estos días, después de acumular entrenamientos, había expresado su satisfacción por la mudanza a la nueva sede del Masters 1000 parisino: “Hay una gran diferencia, y me gusta. Ahora la pista es mucho más lenta y permite ver tenis, no solo saques y primeros golpes”. Sin embargo, lejos de encontrar un hábitat propicio para el control, el líder del circuito se topó con un enredo que terminó transformándose en un hoyo para él, confundido y difuminado, finalmente inclinado en una cita que cierra una serie fantástica y retrotrae a la lejanía de marzo.
Entonces, el de El Palmar sufrió un colapso frente al veterano David Goffin, que le apeó en el estreno de Miami después de una actuación aciaga. Ahora es Norrie, un guerrillero al que nunca le faltó la fe, quien le aparta en un santiamén del plano. Entre medias, nueve finales encadenadas —siete trofeos— y un regreso a la cima que ahora queda comprometido, puesto que en el caso de que lograse coronarse el próximo domingo, Jannik Sinner le arrebataría el mando del circuito. De un revolcón a otro, Alcaraz continúa sucumbiendo a los fantasmas de Bercy, aquellos que en su día también pudieron con Rafael Nadal y a los que, en clave española, tan solo consiguió doblegar David Ferrer.
Si en su primera aparición le atrapó la atmósfera, en la segunda una lesión abdominal, en la tercera el desgaste y el curso pasado los endiablados códigos del formato indoor, esta vez el origen de la eliminación resulta sencillamente paradójico, pues apunta a la lentitud. En contra de lo previsto y de lo percibido por el propio tenista durante los ensayos, la ralentización del terreno acabó penalizándole sobremanera y devaluando su juego hasta límites extraños, puesto que hacía mucho, en concreto un intervalo de más de medio año, que no se advertía un Alcaraz tan fallón y sin ideas. Inadaptado. Lo intentó, pero no hubo manera. A su falta de precisión correspondió Norrie con suma convicción.
De 45.5 a 35.1
“¡Lo estoy haciendo todo mal!”. “¡Voy a meterlas y a tomar por culo!”. “¡No siento la bola, esto es como jugar en tierra! ¡Peor que Montecarlo!”. Gesto torcido, aspavientos varios y un carrusel de errores; finalmente, hasta los 54 registrados en la estadística. Una actuación completamente desdibujada. En ningún instante llegó a coger la temperatura idónea y frente a su reiteración en el fallo, Norrie (30 años y 31º del ranking) contrapropuso una solidez que en ningún instante llegó a resquebrajarse. De este modo, Alcaraz vuelve a experimentar el desconcierto característico de París, donde hace dos años también enfiló la puerta de salida en el debut, al caer ante Roman Safiullin.
“He jugado sin feeling. No sé cómo explicarlo, la verdad. Me había sentido muy bien durante los entrenamientos, pegándole bien a la bola, moviéndome bien… Pero hoy, incluso en el primer set, sentía que no estaba haciéndolo como quería. Después me he sentido todavía peor, y él no me ha dejado volver el partido. Estoy muy decepcionado con mi nivel”, manifestó el murciano, que no competía de manera oficial desde que triunfase hace un mes en Tokio, allí mermado del tobillo. De ahí a este patinazo en París, mucha preparación y el paso por la exhibición millonaria de Arabia Saudí; todo, decía él, con el objetivo de llegar fresco y físicamente preparado para el asalto a la recta final.
“Llegué aquí con buena energía, pensando que podía lograr un buen resultado; incluso no jugué en Shanghái [mermado a esas alturas por un esguince de tobillo] para recargar las baterías, así que no sé qué ha pasado hoy”. “En Miami fue distinto, porque lo de allí fue más bien una cuestión física, no de cómo golpeaba la pelota”, agregó extrañado, lamentando otro paso fallido por la ratonera francesa. Esta vez, sin embargo, nada tenía que ver la espesura de la superficie con el contexto anterior, formalmente hablando: velocidad, la justa. En concreto, una rebaja de los 45.5 puntos de 2024 (muy alta) a los 35.1 (intermedia) de hoy, según las métricas del sistema Court Pace Index (CPI).
Un ajuste efectuado de acuerdo con la línea seguida en los Masters 1000, ya que en seis de los nueve que se disputan en la actualidad —a partir de 2028 serán diez, con la incorporación de Arabia Saudí al calendario de la ATP— ha disminuido. “Es difícil adaptarme a estas condiciones”, exponía el murciano hace un año, sometido entonces por los vaivenes del local Ugo Humbert. “Hay una gran diferencia, y me gusta. Ahora la pista es mucho más lenta y permite ver tenis, no solo saques y primeros golpes”, constataba el pasado fin de semana, después de testear la pista de La Défense y certificar el cambio. Un retoque que invitaba al optimismo, pero que, sin embargo, terminó traduciéndose en otra desagradable encerrona para él.
EN BUSCA DE 500 PUNTOS
Autocrítico, Alcaraz se afeó su rendimiento y aseguró que, a diferencia de otras ocasiones, no repasará este partido, dado que “no vale la pena verlo” porque “todo han sido malas sensaciones y cabreo”. Regresará de manera inmediata a casa para seguir puliéndose y se concentrará a partir de ahora en un doble objetivo: la Copa de Maestros y la Davis.
El primer reto lo emprenderá a partir del 9 de noviembre y el siguiente del día 17, una vez que haya finalizado la cita maestra en Turín. Allí, el español tratará de sellar el año en lo más alto del listado, para lo que precisa una cifra concreta de puntos: 500. A partir de ahí, cualquier cálculo sería en vano para Sinner.
“El número uno ya es imposible. Ya no está en mis manos”, concedía el de San Cándido, que debutará este miércoles ante Zizou Bergs (hacia las 15.30, Movistar+) y deberá defender más adelante los 1.500 puntos obtenidos hace un año en Turín para cerrar la temporada en lo más alto. Sería la segunda vez que lo consigue, al igual que Alcaraz.
Norrie, por su parte, intenta recuperar terreno en el ranking después de un descenso propiciado en gran medida por las lesiones. “Diría que esta es la victoria más importante de mi carrera”, indicó el británico, que ha derrotado tres veces al murciano en los ocho enfrentamientos entre ambos.
Por otra parte, la representación española perdió en la segunda jornada a Jaume Munar, vencido por Daniil Medvedev (6-1 y 6-3). En cambio, Alejandro Davidovich logró progresar al remontar a Valentin Royer (4-6, 6-1 y 6-4); se enfrentará en la siguiente escala (hacia las 17.00) a otro francés, Arthur Cazaux.