Berrettini, dos años de penurias y hoy, dinamita para Italia
El romano, apeado del primer plano por las lesiones, resuelve el cruce clave ante Kokkinakis y siembra el pase a la final de su equipo, frente a Países Bajos (16.00)
Mientras debaten Jannik Sinner y Alex de Miñaur, esto es, apuntando todo hacia un desenlace irremediable a favor de los italianos, el bueno de Thanasi Kokkinakis no sabe muy bien dónde meterse, porque al fin y al cabo la suerte australiana dependía en gran medida de lo que él pudiera conseguir en el primer duelo de la serie de semifinales. Sin embargo, la derrota ante Matteo Berrettini (6-7(6), 6-3 y 7-5) expone al equipo oceánico en esos instantes al peor de los escenarios: tener que vencer a Sinner para seguir con vida. Es decir, crudo-crudo para los suyos. Y así es, porque de ningún modo perdona el número uno (6-3 y 6-4), autor de la rúbrica hacia la final de este domingo (16.00, Movistar+) frente a Países Bajos, en la que los transalpinos parten como indiscutibles favoritos por el hecho de ser la potencia del momento. Ahora bien, no deberían bajar la guardia; España y Alemania, apeadas por los oranje.
Hoy por hoy, no hay nación con más músculo que Italia, impulsada por un plan a largo plazo que edificó hace una década y que da sobrados frutos en la actualidad. Esta misma semana, el miércoles, su selección femenina se proclamó campeona de la Billie Jean King Cup —tras haberse quedado a las puertas el curso pasado— y ahora es la masculina, otra vez, la que apunta a un título que de conseguirse sería histórico a partir de un doble ángulo: tanto por la combinación del éxito entre hombres y mujeres, como por el hecho de revalidarlo; no se consigue desde que lo hiciera la República Checa entre 2012 y 2013. Tienen los italianos, pues, una ocasión de oro para rematar una temporada excepcional, encabezada por los triunfos de Sinner y acompañada ahora de las señales optimistas que envía un jugador que prácticamente había desaparecido del mapa.
Torpedeado por las lesiones, de la muñeca (quirófano) al pie, pasando por el abdominal, entre otras, Berrettini se ha erigido estos días en un elemento trascendental en la progresión de su equipo hacia el último episodio del torneo. En la primera jornada se alió con Sinner para conceder el punto decisivo en el dobles frente a Argentina y este sábado resultó de nuevo fundamental, teniendo en cuenta que el primer pulso de la serie se antojaba vital para unos y otros; en el caso de Italia, porque así no dependería del dobles, suerte dominada por los australianos, y en el caso de estos, porque de haber logrado esa victoria hubiesen conducido el cruce exactamente hacía donde pretendían. No sucedió así, en gran medida gracias al instinto recuperado por el romano, un hombre Davis que después de dos años de sufrimiento e intermitencia, vuelve a asomar.
Sonríe de nuevo Berrettini, en su día llamado a ocupar el espacio de privilegio que hoy acapara Sinner. Finalista de Wimbledon en 2021 y sexto del mundo un año después, entró en barrena luego a raíz de un sinfín de contratiempos físicos que la han impedido tener regularidad. Sin ir más lejos, en enero no pudo asistir al Open de Australia y después se perdió Roland Garros, aunque pudo hacerse como consuelo con los premios de Marrakech, Gstaad y Kitzbühel. Logros de perfil menor, pero indicativos de que el italiano no ha perdido del todo el filo. Instalado ahora en el peldaño 35, en Málaga ha terminado desempeñándose como un activo fundamental. Falló en el estreno Lorenzo Musetti y Filippo Volandri reaccionó: Berrettini, al tapete. “Estoy orgulloso de la reacción de Matteo. Pudo ganar el primer set, pero no lo hizo. A él hace falta hablarle un poco más que a Jannik, y eso es lo que hice. Lo conseguimos juntos”, señaló el capitán.
“He faltado a la Davis demasiadas veces y quería estar aquí otra vez”, apuntaba tras la eliminatoria del miércoles el protagonista, ausente en la edición anterior y tocado del pie. “Si fuera por mí, jugaría incluso con una pierna. El año pasado fue uno de los peores de mi carrera y de mi vida; por eso, ahora aprecio más cada momento y en la pista doy lo mejor de mí”, prosigue Berrettini, efectivo cada vez que juega con la camiseta azzurra; así lo demuestran las ocho victorias que ha firmado en los 10 compromisos individuales que ha afrontado. Se torcía este último frente a Kokkinakis porque las opciones de break volaban, pero supo reactivarse y sembrar el acceso de su equipo a la final, materializado luego por Sinner. Caliente uno, frío el otro. Contraste enriquecedor para la Italia que emerge y domina.
“Me inspira su deseo de mejorar siempre”, afirma Berrettini. “Jugar contra Sinner es como intentar resolver un puzle. No baja la concentración en todo el partido y en los momentos importantes sabe dar ese paso adelante”, resume con resignación De Miñaur, mientras el compañero que había perdido el primer punto se lamentaba: “Sabía que era un partido importante…”. Y finalmente, cayó del lado del romano, quien después de un par de años enfangado, parece no haberse dado por vencido e intenta reverdecer a sus 28 años. No es mal terreno para hacerlo la Davis. Impulsó de manera definitiva a Sinner y, por qué no, tal vez pueda ser un buen punto de partida para él.