Golf, café, paseos e interiorismo: remedios contra la claustrofobia tenística
En medio del calor, la humedad y el exigente contexto atmosférico de Nueva York, los profesionales buscan vías de escape frente a la corrosiva rutina del circuito
Ya tradición, el hombre del mazo —sol duro, contaminación y humedad disparada, con el consiguiente y devastador efecto para los cuerpos— ha salido de paseo en Nueva York, donde se respira una claustrofóbica atmósfera que también atrapa con saña a las instalaciones del US Open. El cemento de las pistas absorbe y escupe el calor, y los profesionales deambulan con las camisetas a modo de maillots —completamente pegadas a los torsos por el sudor— y enrojecidos a más no poder. “Me he dado c...
Ya tradición, el hombre del mazo —sol duro, contaminación y humedad disparada, con el consiguiente y devastador efecto para los cuerpos— ha salido de paseo en Nueva York, donde se respira una claustrofóbica atmósfera que también atrapa con saña a las instalaciones del US Open. El cemento de las pistas absorbe y escupe el calor, y los profesionales deambulan con las camisetas a modo de maillots —completamente pegadas a los torsos por el sudor— y enrojecidos a más no poder. “Me he dado crema antes de jugar, pero nada de nada…”, comentaba el valenciano Pedro Martínez antes de ser eliminado. “Aquí no hay tregua, es muy bestia”, se sumaba Roberto Carballés, también ya ko. “¡La que está cayendo!”, comentaba Carlos Alcaraz al terminar una sesión de hora y media, mientras su hermano Álvaro, sparring, cogía aire y finiquitaba una botella de bebida isotónica de trago.
El duro impacto climatológico, en realidad nada nuevo en esto del tenis, deporte que pone a prueba físicos y mentes de manera constante y sin tregua, abrasiva desde el punto de vista mental porque más allá de los esfuerzos o la adaptación inmediata a los cambios horarios, la rutina se traduce en una repetición mecánica pura y dura: el 95% del año golpeando a la pelota, una y otra vez, aquí y allá, día tras día la misma dinámica. Más que afortunados, los jugadores de la élite, pero a la vez presas muy fáciles del tedio y la erosión. Desayunar, comer y cenar masticando tenis, de modo que unos y otras buscan vías de escape. Cada uno a lo suyo. Alcaraz, por ejemplo, decidió hace unos días darle al golf con el noruego Casper Ruud. Superior el nórdico, por lo visto.
“Él está a otro nivel, juega increíble…”, dice resignado el murciano, aferrado a los beneficios de un pasatiempo que le oxigena la mente y que le aparta durante un rato del a-b-c sistemático en el que consiste su profesión. “Solemos hablar de lo que nos ayuda, porque es muy bueno para desconectar y apagar nuestras mentes, y eso a su vez ayuda cuando estás compitiendo en los torneos, nos despeja. No podemos pensar las 24 horas y los siete días de la semana en el tenis; debemos tener, por decirlo de alguna forma, una vida en la que hagamos otras cosas y en la que pensemos en temas diferentes, porque al final eso es bueno para nosotros”, prorroga el número tres, que a la que puede coge los palos y ensaya unos hoyos con varios miembros de su equipo; entre ellos su preparador, Juan Carlos Ferrero, al parecer también habilidoso.
El golf no es la única actividad evasiva a la que recurre el jugador de El Palmar, que en la transición entre Roland Garros y Wimbledon —bingo este año en ambos escenarios— decidió coger aliento en Ibiza en vez de seguir acumulando entrenamientos, en una fórmula que le funcionó. “Cada uno somos diferentes, pero a veces necesito olvidar que soy tenista para alcanzar mi mejor nivel”, razonaba entonces. Durante los torneos, también suele emplear las horas libres que le brinda el programa para hacer alguna escapada energizante; en Nueva York, caso de Central Park, por donde antes podía transitar sin problema alguno y hoy debe hacerlo camuflado de incógnito, parapetado bajo una gorra.
El ‘real estate’ de Badosa
Para abstraerse y escapar de la estresante realidad de Manhattan, el totémico Novak Djokovic (6-4, 6-4 y 2-0 ante Laslo Djere) opta desde hace años por refugiarse en una vivienda en Nueva Jersey y distraerse dando paseos con los suyos, mientras que la número dos del mundo, Aryna Sabalenka, encuentra refugio y equilibrio anímico disfrutando de un simple café. “Al principio de mi carrera me metía demasiada presión y no dejaba de pensar en mis resultados. Cuando llegas al máximo nivel debes concentrarme mucho en el tenis y pensar en cómo mejorar, pero también debes divertirte, aislarte de todo y disfrutar de la vida. Es clave encontrar pequeñas cosas que te brinden alegría, como desayunar en un sitio bueno, tomar un buen café, cenar bien, pasar tiempo con amigos y disfrutar con la familia. Esa es la clave para gestionar las derrotas, pero también el éxito”, receta la bielorrusa.
Su amiga Paula Badosa dice que el resto de los deportes no se le dan excesivamente bien, así que prefiere zambullirse en cuestiones muy alejadas de la competición. Especifica a petición de este periódico. “Yo desconecto con algunos proyectos personales que tengo. Estoy diseñando pendientes y también me encanta el real estate, así que cuando puedo voy gestionando esos asuntos; ahora estoy haciéndome una casa, así que me distraigo mucho con todo eso. Me encanta el diseño de interiores y hoy mismo, aunque pueda parecer un poco loco, he intentado desconectar un poco antes del partido [contra Taylor Towndsend en la segunda ronda] mirando ese tipo de cosas. A mí me ayuda muchísimo, porque de lo contrario todo es tenis, tenis y más tenis. Yo me aireo así”, responde la catalana.
Entretanto, los tenistas continúan lidiando con el azote del calor. Especialmente, aquellos que compiten en las pistas exteriores, donde no hay escapatoria posible ni protección alguna. Después de cuatro horas de intensa brega, el japonés Yoshihito Nishioka se desvaneció y tuvo que abandonar en la primera ronda del lunes, y el argentino Tomás Martín Etcheverry no pudo contener el vómito en la segunda del miércoles por la mezcla de la intensidad y el sol. No preocupa esto en absoluto a Badosa, que resuelve: “Hay mucha humedad, pero no me importa. A mí me gusta. Hay otras jugadoras a las que esto les cuesta más, así que cuando veo que va a hace mucho calor, yo estoy contenta y digo: ok, vamos a pelear ahí durante tres horas, y ya veremos. Me hidrato mucho. Me encanta este sufrimiento. Soy española, así que me he inspirado en Rafa [Nadal] y si tengo que estar ahí durante varias horas, lo hago”.
BOUZAS SIGUE HACIÉNDOSE NOTAR
Jessica Bouzas se hizo notar en la última edición de Wimbledon, donde alcanzó la tercera escala del torneo, y vuelve a hacerlo en el US Open, escenario otra vez de la progresión del tenista. La gallega, de 21 años, batió este jueves a la inglesa Katie Boulter por un doble 7-5 (en 1h 45m) y desembarcó en la tercera estación, en la que se encontrará con una adversaria de altura: también Jessica, la estadounidense Pegula; sexta del mundo y superior a Sophia Kenin (7-6(4) y 6-3).
Después de superar el estreno, Bouzas explicaba a los enviados especiales que la fructífera experiencia previa en Londres le había ayudado “en muchos aspectos”, sobre todo a la hora de gestionar situaciones comprometidas y duelos de grandes dimensiones. Entonces eliminó a la defensora del título, la checa Marketa Vondrousova, seis del mundo en ese instante, y en Nueva York ha despachado a la veterana Petra Martic (33 años y 98ª) y también a Boulter.
El doble triunfo prácticamente le garantiza marcharse del torneo entre las 60 mejores del circuito. Se unió a Badosa en la tercera ronda, en la que no figurará Sara Sorribes. La valenciana cedió contra la brasileña Beatriz Haddad Maia por 6-1 y 6-2, en 1h 13m. Este viernes, Badosa se medirá con la rumana Elena Grabriela Ruse (122ª) en el primer turno de la pista Louis Armstrong, a las 17.00 hora española (Movistar+).
Por otra parte, Jannik Sinner avanzó sin complicaciones al imponerse al local Alex Michelsen: 6-4, 6-0 y 6-2. El número uno acapara el foco después de que la semana pasada se anunciase su doble positivo por una sustancia prohibida (clostebol) en Indian Wells. Se topará con Christopher O’Connell, y señala: “Todo esto me va a permitir crecer como persona y me ha permitido darme cuenta de lo importante que es la vida más allá del tenis, porque nuestra rutina es golpear una pelota e ir al gimnasio”.
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