Roger Federer: “Retirarse es una especie de funeral, un desenfoque a cámara lenta”
El legendario tenista suizo charla en exclusiva con EL PAÍS sobre la recta final de su carrera, retratada en un documental de Prime Video que se estrenará el 20 de junio
Ver a Roger Federer (Basilea, Suiza; 42 años) envuelto en un polo blanco siempre suscita oníricas sensaciones. Sin embargo, el campeón de 20 grandes, la leyenda, una maravillosa obra de arte convertida en deportista, dejó de competir hace dos años para emprender otra misión muy diferente: ser buen padre, ser buen marido y, sencillamente, disfrutar de la nueva vida. Atrás quedaron la adrenalina y los baños de masas, los 24 años en la élite y un sinfín de emociones. Nunca es sencil...
Ver a Roger Federer (Basilea, Suiza; 42 años) envuelto en un polo blanco siempre suscita oníricas sensaciones. Sin embargo, el campeón de 20 grandes, la leyenda, una maravillosa obra de arte convertida en deportista, dejó de competir hace dos años para emprender otra misión muy diferente: ser buen padre, ser buen marido y, sencillamente, disfrutar de la nueva vida. Atrás quedaron la adrenalina y los baños de masas, los 24 años en la élite y un sinfín de emociones. Nunca es sencillo el día después, ni tampoco la recta final. Se empezó a decidir el desenlace del suizo cuando al ir a bañar a sus gemelas, su rodilla derecha crujió. Continuó y triunfó otra vez, pero una segunda operación cerró definitivamente la epopeya. Tras un largo intento por volver, el genio decidió parar. No sin fiesta final. Con elegancia, cómo no. Al otro lado de la pantalla, el tenista revive en exclusiva nacional para EL PAÍS los últimos días de su carrera, retratados en el documental Federer: Twelve Final Days (Los 12 últimos días). Está dirigido por el oscarizado Asif Kapadia y Joe Sabia, y se podrá ver a partir del 20 de junio en Prime Video.
Pregunta. Su amigo Severin Luthi dice que, con la retirada, los deportistas mueren dos veces. ¿Está de acuerdo?
Respuesta. Mire, se siente una sensación increíble, como si estuvieras en una especie de funeral de tu propia vida. Es una sensación muy extraña, para ser honesto. Estás completamente alerta y vives un gran desenfoque a cámara lenta de todo lo que está pasando. Por eso, ver el documental es como una terapia; de hecho, se me hace muy duro verlo porque sé lo que sentí entonces, y vuelves a pasar por ello. Así que lo que dice Severin puede sonar fuerte, pero los deportistas que todavía no se han retirado no saben lo que de verdad significa. Es como una operación: solo sabes lo que se siente una vez que has pasado por ella. Nunca hubiera pensado que el final estaría tan cargado de experiencias.
P. ¿Lo imaginaba de otra forma?
R. Pensé, ya sabe, que tal vez llegaría ese momento con el micrófono, en el que eres el centro de atención. Pensaba en algo así, era lo que preveía, pero fue mucho más. Por eso es por lo que me convencí a mí mismo, a mi equipo y a todo el mundo de que tal vez merecía la pena mostrar este material, porque fue algo tan especial, tan único y tan doloroso, y a la vez tan bueno, que a los aficionados tal vez les pueda interesar. La retirada es algo muy personal para cada uno; quiero decir, marca un momento importante en el tiempo, en la carrera o la vida de cada uno de nosotros, ya sea en el deporte o no, así que espero que a la gente le guste ver el proceso de cómo viví esos últimos días.
No sabía que era un hombre tan emocional, pero me alegro de no haber contenido mis sentimientos”
P. ¿Cómo de duro puede llegar a ser para una leyenda de su magnitud aceptar que ha llegado la hora, que se acabó?
R. En realidad es una combinación de sentimientos. Estás triste, porque sabes que está acercándose y que es inevitable, pero al fin y al cabo todos sabemos que va a terminar en un momento u otro, de modo que intentas encararlo de la forma más agradable posible y confías en que sea bonito, no solo un proceso de sufrimiento. Traté de convencerme de que debía ser un momento feliz de mi carrera, no algo triste, y creo que la película lo refleja realmente bien. Quería que fuese algo más que: ‘ok, adiós a todos’.
P. Peleó muy duro para poder despedirse sobre la pista, ¿no es así?
R. A lo largo de todos estos años he vivido emociones abrumadoras y he demostrado lo mucho que me importa el deporte, el tipo de amor que tengo por mi familia y por los aficionados, y quería mostrar gratitud. He sido muy afortunado y al final llegó ese último momento, para el que tuve que trabajar tan duro. Es una locura. Trabajé durante no sé cuánto tiempo, un año o más, para poder jugar ese último partido de dobles [con Nadal, en el O2 de Londres]. Fue una locura. Así que cuando tienes en cuenta todo esto, el desenlace fue hermoso y disfruté de muchos momentos.
P. En 2016 se rompió el menisco y pasó por el quirófano; después, en 2021, se sometió a una segunda artroscopia. ¿Cómo fue este último proceso de recuperación?
R. La operación era necesaria. Y para ser honesto, no fue tan duro porque no tuve que estar peleando a diario para mantener la motivación. Me encantó el proceso de ir al fisio y la rehabilitación, el tener algo que hacer cada día y el poder ver las mejoras que vas consiguiendo; todo eso fue suficiente para que siguiera motivado. Incluso cuando las cosas no mejoraban o empeoraban, a veces te decías: ‘ok, vamos a resolver esto’. Y fue un buen reto para mí. Yo siempre veo el vaso medio lleno e incluso un momento malo como este, no fue un problema para mí.
P. ¿Cuándo se dio cuenta de que no iba a ser posible volver a competir?
R. El día después de la operación intentas volver a caminar y das los pasos como si fueras de nuevo un bebé, pero eso ya supone una mejora. Lógicamente, el camino para poder correr, saltar y jugar todavía es muy largo, pero piensas que a la vez ese momento está cada vez más cerca. El momento verdaderamente difícil es al final, cuando te das cuenta de que te queda una última ascensión hasta la cima, y ves que no está sucediendo. Aceptar todo eso fue un poco triste porque, ya sabe, me hubiera gustado tener una última oportunidad para jugar, pero al mismo tiempo sentí alivio por no tener que pasar de nuevo por todas esas emociones brutales del dolor, del estar al cien por cien y del tener que jugar delante de la multitud. Al final, uno quiere estar al cien por cien para poder competir contra los mejores, pero sentía que eso ya no iba a ocurrir otra vez. Así que decidí parar y, de hecho, me siento muy feliz de haber tomado la decisión. Soy feliz y estoy supercontento.
P. ¿Cómo fue la recta final, decidir ese ‘aquí y ahora’? ¿Lo sufrió o lo disfrutó más?
R. Tuve que gestionar todas las emociones. Primero grabé ese mensaje [difundido por medio de sus redes sociales] para dar las gracias a todo el mundo y anunciarlo, y después llegó la hora de comunicárselo a mis amigos, lo cual fue un paso muy, muy duro. A partir de ahí, pensé que había llegado a un lugar realmente bueno, feliz y emocionante, y me dije: ‘allá vamos’. Pude volver a jugar, a entrenar y a recordar cómo reaccionan los músculos; volver a la vida de un tenista, algo que no había sentido durante un año y medio porque, básicamente, hacía la rehabilitación todos los días. Así que podrá imaginarse cómo fue, realmente agradable.
P. Finalmente, llegó el episodio del O2, en Londres.
R. Por supuesto, había mucha atención hacia el final de mi carrera, así que una vez que llegué allí, tuve que hacer muchas entrevistas, aunque siento que las manejo bien porque ya he hecho muchas. Fueron 12 días geniales, los disfruté de principio a fin. Aquella conferencia de prensa fue muy, muy emotiva, así que no fue fácil controlarme. Sentí el peso de ese momento. No fue una más. Estás a un solo paso de retirarte y de que tu vida no sea nunca más la misma, pero al final fue muy especial, y soy feliz. Quería capturar esos 12 últimos días, pero nunca con la intención de hacer este documental, sino para que pudieran verlo mis hijos, mi equipo y los aficionados, porque siempre fui muy reservado. Pero, cuando lo revisamos, decidimos que era demasiado bonito como para guardarlo, así que decidimos compartirlo. Y aquí estamos.
Era un artista, pero necesitaba que me guiasen y mi mujer me enseñó qué es de verdad la disciplina”
P. ¿Cuándo sintió de verdad que ya no era un tenista profesional?
R. ¿Recuerda cuando estuve en Wimbledon con motivo del 100º aniversario de la pista central? Pues no estaba seguro de si debía estar allí, porque seguía en activo, pero no estaba jugando. Al final, decidí ir en el último minuto. ‘Ok, vamos a Londres; es lo correcto’. Y cuando salí ahí fuera, a la pista, fue como: ‘oh, dios mío’. La ovación fue increíble. Entonces me preguntaron, creo que Sue Barker [exjugadora, campeona de Roland Garros en 1976; ahora presentadora de la BBC], si esperaba volver el próximo año para jugar, y yo todavía seguía creyendo totalmente. Sin embargo, pasaron un par de semanas y me di cuenta de lo que no estaba sucediendo, de que iba constantemente de arriba abajo, y yo sabía que necesitaba ver que había una mejora. Entonces me fui de vacaciones, creo que a Ibiza, y me di cuenta de que se acabó. ‘Ok, no pasa nada’. Y a partir de ahí, para ser honesto, no hablé demasiado sobre ello. Simplemente estaba disfrutando de mi vida sin el tenis, sin entrenamientos ni rehabilitación. Y me pregunté: ¿Dónde y cómo me retiro? El US Open, Basilea, la Laver Cup, este año, el próximo… Y a partir de ahí se lo conté a mis padres, a mis amigos y a mis seres más cercanos; les pedí que, por favor, no se lo contaran a nadie. Luego, por supuesto, la presión comenzó a crecer: ‘¡Tienes que decirlo, tienes que decirlo!’. ‘¿Cómo le va a Roger?’, preguntaban mis amigos. Pero no podía decírselo. Era terrible. Al final, decidí hacerlo en la Laver y resultó ser el escenario perfecto.
P. Su mujer, Mirka, ha sido un apoyo fundamental para usted, pero, ¿hasta qué punto? ¿Qué hubiera sido de Roger Federer sin ella a su lado?
R. Nos conocimos en los Juegos de Sídney, cuando todavía no había ganado ningún título, así que ella ha estado conmigo casi en cada paso del camino. Me ha ayudado mucho en los momentos complicados y ha jugado un papel muy importante para que mantuviera la motivación. También me enseñó qué es la disciplina, porque ella es increíblemente disciplinada; yo era más el jugador, el artista, por así decirlo, y necesitaba que me guiaran en ese aspecto. Obviamente, también trabajó muy duro en la segunda parte de mi carrera con los niños [tienen cuatro, dos gemelos y dos gemelas], haciendo que todo funcionara mientras viajábamos por el circuito; la logística era una locura y ella ha sido increíble en este sentido. Ella lo sabe, y por eso me alegro mucho de que también aparezca en la película. Hay un momento muy emotivo en el que dice lo significativo que ha sido y lo mucho que le ha encantado siempre verme jugar; ese es uno de los momentos más emotivos, porque ves todo lo que ha sufrido conmigo.
“Tengo la foto con Rafa enmarcada, en casa; cogí su mano durante un segundo como agradecimiento”
P. Emplea mucho ese término, lo emotivo. Usted es un hombre con mucho sentido del humor, que ríe mucho y que llora mucho, también. ¿Se considera muy emocional?
R. Definitivamente, sí. Y, para ser honesto, no sabía que era así. Recuerdo el partido contra Sampras en 2001 [cuando él tenía 19 años, en los octavos de Wimbledon] y la Copa Davis de ese mismo año, cuando gané mis tres puntos contra los estadounidenses; entonces lloré mucho y ahora otra vez, así que es como, ¿qué está pasando? Llorar después de perder los partidos es un clásico, todos conocemos esa etapa de júnior; pero hacerlo después de ganar era salvaje. Después de mi primera victoria no podía ni hablar, por todo lo que significaba para mí… Pero, en perspectiva, me siento muy feliz de no haberme contenido, de haber podido compartir todas esas emociones con la gente y también conmigo mismo, porque de alguna forma, al haber vivido con tanta intensidad esos momentos, es como si pudiera volver atrás en el tiempo. Si no luchara, lloraría todo el rato, así que supongo que soy una persona muy emocional. También lo hice cuando nacieron mis hijos, porque cambia tu forma de ver la vida y esas cosas.
P. La foto en la que Nadal y usted lloran juntos, de la mano, tuvo un gran impacto mundial. ¿Qué significado tiene para usted?
R. No sé, quizá deba preguntárselo a Rafa, pero probablemente sea más importante para mí que para él. La tengo en casa, enmarcada, en un espacio donde tengo algunas imágenes de mi carrera; no quiero fotos por todos lados, así que las tengo en una zona específica. Y cuando paso por delante de ella, siempre me llama la atención porque refleja nuestra camaradería, nuestra amistad y también la rivalidad, todo en una sola imagen. En ese instante estaba cantando Ellie Goulding y es un momento en el que ambos somos capaces de reflexionar sobre todo lo que acabábamos de vivir, recordando nuestra carrera y lo afortunados que hemos sido de ser tenistas, de haber podido convertir nuestra afición en una profesión de ensueño. Eso es lo que significa para mí esa foto. Fue un gran momento, corto; coger su mano durante un segundo y, básicamente, mostrarle mi agradecimiento a través de ese toque.
P. Nadal pensaba que él sería el primero en irse, por todas las lesiones que ha sufrido. ¿Tenía usted la misma sensación?
R. Sí, quiero decir, me preocupaba que él pudiera dejarlo antes que yo. Había señales que nos hacían sentir que Rafa no estaba bien y que no iba a durar tanto como lo ha hecho. No pensaba que yo pudiera jugar más allá de los 37 o los 38, y lo mismo para él, pero entonces encuentras otra vez un lugar en el que empiezas a sentirte mejor. Por eso hay un instante en la película en el que digo que soy feliz de haberme ido el primero, para que ellos también tengan una fase en sus carreras en las que no esté yo, porque yo tuve ese momento antes de que aparecieran Rafa, Novak [Djokovic] y Andy [Murray]. Así que estoy contento de que ellos todavía sigan jugando y peleando con sus problemas y sus asuntos físicos. Pero sí, me preocupaba que Rafa se pudiera ir y, de hecho, pensé que podía llegar a hacerlo tras ganar a Medvedev [en la final del Open de Australia de 2022]; pensé que tal vez lo haría allí o en Roland Garros [de ese mismo año]. Pensé que tal vez lo haría así: ¡Boom! [acompaña con las manos]. Yo hubiera sido increíblemente feliz por él, pero a la vez hubiera supuesto un shock para mí; al igual que, probablemente, se podía ver lo mucho que significaba mi retirada para él. Definitivamente, creo que a nuestro nivel de competición existe una conexión única y que sabemos lo que puede llegar a sentir la otra persona, lo mucho que significa perder al rival.
Al principio decían que yo era aburrido, te encasillan, así que también me sentía bastante incomprendido”
P. Él dijo exactamente: ‘cuando Roger se va, una parte de mi vida también se va. Y mencionó “el círculo de la vida”.
R. Sí, es una frase supersignificativa. Él vino a Londres porque, por supuesto, le llamé. Y una vez que aterrizó creo que se dio cuenta de que la situación era como una olla a presión. Era un nivel de intensidad emocional completamente diferente, y creo que la forma en la que él lo expresó fue hermosa. Para mí también va a ser muy interesante ver cómo viviré la retirada de cualquiera de ellos porque, para ser sinceros, después de haber jugado 40 o 50 partidos y de haber hablado tanto sobre ellos, verlos terminar tiene que ser duro. Será duro. Lo de Londres fue muy especial porque normalmente estás solo en la pista, tras el partido, y es como: ‘vale, gracias; gran trabajo y se acabó, siguiente partido’. Y en este caso, al estar todos juntos, era como si el tiempo se hubiera detenido durante un segundo. Fue realmente bonito.
P. En un instante de la cinta, dice que Djokovic ha sido un poco incomprendido. ¿Cree que la gente tiene una idea equivocada de él?
R. Es difícil decirlo, porque todo el mundo piensa de una determinada forma sobre los demás. Recuerdo que al principio yo tuve que luchar por mi imagen porque decían que era aburrido. ¡Eres excitante! ¡Eres divertido! ¡Estás loco! Ya sabe, te encasillan… Así que debes aceptarlo y luchar contra eso. Yo al principio también me sentía bastante incomprendido. Así que mientras todo el mundo amaba la rivalidad entre Rafa y yo, de repente irrumpió Novak solo, desde ese punto de vista, como el tercero, y… Creo que es increíble cómo ha sido capaz de desarrollarse como jugador y también como persona. Creo, además, que lo que de verdad nos conecta a todos nosotros, incluido Andy, es el hecho de haber sido padres; más allá de todos los partidos que hemos jugado y de la rivalidad, en ese sentido tenemos mucho en común y de lo que hablar. Él tiene dos hijos, Andy cuatro y Rafa estaba entonces cerca de tener el primero [lo tendría un mes después]… Fue hermoso poder vivir todo aquello como una familia.
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