Osaka volvió, ganó y habló: “Soy feliz otra vez”
La japonesa reaparece en la pista tras casi dos meses de ausencia (6-1 y 6-4 a Zheng) y se reencuentra con los periodistas. Dice estar “centrada en el tenis” y que el descanso que se tomó era “muy necesario”
Casi dos meses después, exactamente 56 días desde que pisara por última vez una pista para competir, Naomi Osaka reapareció raqueta en mano y resolvió sin complicaciones su estreno en los Juegos Olímpicos frente a Saisai Zheng, a la que derrotó por 6-1 y 6-4. Dos noches antes, su imagen ascendiendo a la reproducción del Monte Fuji ...
Casi dos meses después, exactamente 56 días desde que pisara por última vez una pista para competir, Naomi Osaka reapareció raqueta en mano y resolvió sin complicaciones su estreno en los Juegos Olímpicos frente a Saisai Zheng, a la que derrotó por 6-1 y 6-4. Dos noches antes, su imagen ascendiendo a la reproducción del Monte Fuji durante la inauguración en el Estadio Nacional de Tokio había dado la vuelta al mundo, pero quedaba por resolver la gran incógnita: saber cómo reaccionaría ante su primera comparecencia pública frente a los periodistas, después de reconocer que no se siente cómoda en este tipo de situaciones, que sufrió una depresión de dos años y que las ruedas de prensa le han pasado factura a su salud mental.
Al igual que todos y cada uno de los tenistas que participan en la competición olímpica, Osaka (23 años) desfiló por la zona mixta habilitada por la organización y la Federación Internacional de Tenis (ITF), deteniéndose primero ante dos televisiones y después ante los representantes locales e internacionales de la prensa escrita, arremolinados en busca de un hueco para comprobar en qué estado se encuentra la tenista y si ha superado el bache anímico que la condujo al abandono en Roland Garros y la renuncia a Wimbledon. Y esta lo sintetizó en formato breve, de forma tan resumida que en apenas cinco minutos despachó su intervención, con su característica pose introvertida: “Soy feliz de nuevo”.
Todavía sudorosa y con las trenzas rosadas que se ha dejado para su retorno recorriéndole el reverso corporal, la japonesa dijo este domingo que está contenta de volver, que debe recuperar el ritmo y que la experiencia de dos días antes, cuando se convirtió en la primera tenista de la historia que encendía el pebetero olímpico, le había resultado fascinante. Es decir, la número dos del mundo y campeona de cuatro grandes —el US Open de 2018 y 2020, y el Open de Australia de 2019 y el ejercicio pasado— pasó de puntillas por el asunto que sí abordó a través de la carta publicada dos semanas antes en la revista Time —”Está bien no estar bien”, se titulaba— y posteriormente en un documental de Netflix.
“Más que nada estoy centrada en el tenis”, introdujo a una distancia de dos metros respecto a los presentes, con la bandera de su país en el pecho. “Los Juegos Olímpicos siempre fueron un sueño para mí, desde que era una niña, así que considero que el descanso que me tomé era muy necesario. Definitivamente me siento un poco más renovada y feliz otra vez”, continuó la deportista mejor pagada del mundo, con un extenso elenco de patrocinadores a la espalda y un tirón brutal en las redes sociales; citada, en la siguiente estación del torneo, con la suiza Viktorija Golubic, la 50ª en el ranking mundial.
El peaje físico y la llama olímpica
La última vez que Osaka disputó un partido fue en París, donde venció en la primera ronda a Patricia Maria Pig y comunicó a continuación que no comparecería a la rueda de prensa obligatoria. De este modo, desde el punto de vista físico debe recuperar el terreno perdido. “Me siento un poco fuera de mi cuerpo ahora mismo”, expuso. “No hay nada mal, pero me sentí realmente nerviosa. No había jugado desde Francia, así que hay cosas que hice un poco mal, pero creo que puedo mejorar conforme juegue más partidos”, consideró antes de referirse al episodio ceremonial con el que Japón lanzó un mensaje de integración y diversidad al mundo.
“Me siento muy orgullosa, fue todo un honor encender la llama”, indicó Osaka, el fruto mestizo de un haitiano y una japonesa que tuvieron que abandonar el país asiático por el racismo y emigrar a Estados Unidos, donde la deportista reside desde que tenía dos años. “Es una situación con la que sueñas y que no todo el mundo puede vivir, así que cuando me preguntaron si quería estaba muy sorprendida. Me siento muy feliz de estar aquí y muy feliz de volver a jugar, especialmente en Tokio”, zanjó antes de retirarse hacia el vestuario rodeada por el séquito organizativo.
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