VAR o capitalismo tecnocrático de vigilancia

El viejo espíritu que alumbró el Reglamento lo están alterando unos rábulas que pudren el sistema y pretenden solucionar los problemas del arbitraje con más arbitraje

El árbitro VAR Carlos del Cerro Grande, la árbitra VAR Eliana Fernández y un técnico se preparan en las instalaciones de control del VAR.Andrea Comas

Cuando Jagoba Arrasate, un alma de Dios que nunca ha dado un ruido, dice que le están quitando la ilusión por el fútbol es para tomarlo en serio. Me recordó a Busquets cuando dijo que ya no sabía qué es mano y qué no. La aparición del VAR ha llegado con una fiebre: retocar reglas y enredar interpretaciones de resultado catastrófico. Ya hay problema arbitral hasta en Inglaterra, donde nunca la hubo. La última, por una roja de Michael Oliver a Myles Lewis-Skelly. Arteta se quejó: “Estoy que hecho humo, pero os l...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando Jagoba Arrasate, un alma de Dios que nunca ha dado un ruido, dice que le están quitando la ilusión por el fútbol es para tomarlo en serio. Me recordó a Busquets cuando dijo que ya no sabía qué es mano y qué no. La aparición del VAR ha llegado con una fiebre: retocar reglas y enredar interpretaciones de resultado catastrófico. Ya hay problema arbitral hasta en Inglaterra, donde nunca la hubo. La última, por una roja de Michael Oliver a Myles Lewis-Skelly. Arteta se quejó: “Estoy que hecho humo, pero os lo dejo a vosotros. Es tan obvio que no creo que mis palabras ayuden”. El Arsenal recurrió y la FA ha retirado la sanción. Por fortuna, había ganado el partido, así que no hay daños para la clasificación que lamentar. Pero sí para la credibilidad del sistema.

El asunto dio lugar a un artículo cumbre de Jonathan Liew en The Guardian que introduce un sintagma glorioso para aludir al VAR: “capitalismo tecnocrático de vigilancia”, que le tomo prestado. El viejo espíritu que alumbró el Reglamento lo están alterando unos rábulas que pudren el sistema y pretenden solucionar los problemas del arbitraje con más arbitraje: más imágenes, más audio, más explicaciones, más declaraciones. Todo eso produce más desconsuelo en almas puras como la de Jagoba Arrasate, víctima de una burla cínica perpetrada por un gremio arbitral que ocupa más espacio, chupa más cámara y gana en influencia según se aleja del origen del juego. Son ellos, los propios rábulas, quienes lo emborronan en busca de justificaciones para ese “capitalismo tecnocrático de vigilancia” que engorda sus bolsillos y sus egos.

Hemos abierto el paso a la tecnología y descubrimos lo invasiva que es. L’Equipe ofreció hace poco un curioso estudio sobre el baloncesto. La repetición de video apareció en la Euroliga en 2006 para aclarar si el último tiro se lanzó antes o después de la bocina final. Con los años su uso se ha extendido hasta 18 supuestos, alargando la duración de los partidos media hora, de 1.40 a 2.10. Volviendo al fútbol y a España, la temporada 2018-19, primera con VAR, registró 121 revisiones; en las siguientes fueron 156, 156, 143, 179 y 154; en esta vamos por 103, incluido el Leganés-Rayo. El primigenio “mínima intervención con máximo provecho”, se perdió en la elástica frontera del “error claro y manifiesto”, imposible de fijar.

Suecia rechazó el VAR y Noruega acaba de hacerlo con una votación de los clubs. En Inglaterra lo propuso el Wolverhampton, pero perdió. Muy poca oposición. En nada y menos se ha creado una tupida red de intereses imposible de desmontar, eso aparte de que en la calle y entre los profesionales tiene muchos defensores, aunque todos acaban por decirme que “no se aplica bien”. Pero ¿se puede aplicar ‘bien’? Sí, para las jugadas objetivas, balón fuera o dentro, o fuera de juego, si bien esto último requeriría un margen, siquiera los 12 centímetros del ancho de las rayas. Pero en las jugadas de interpretación es inaplicable. Hay más descontento que nunca y más gente de la que sospechar. Antes era solo un árbitro, ahora hay una nubecilla en la sala VOR, a tiro de ‘wasap’ de cualquier instrucción venenosa.

El otro día apunté esto y me dice gente que respeto que es ir demasiado lejos, pero las sospechas de los aficionados siempre van demasiado lejos, y mejor no darles pistas. Y ojo: Turquía ya contrata para la sala VOR a extranjeros por falta de confianza en los propios. Y es que otra cosa ha salido al revés: se va diluyendo la intención inicial de que el árbitro de campo tiene vara alta. Supuestamente es así, pero en lo que va de LaLiga hemos tenido 28 penaltis no pitados en directo por el árbitro de campo y sí a la llamada de la sala VOR, y 14 sí pitados por el de campo y rectificados tras la revisión. La fascinación por la tecnología tiende a sacar el poder de decisión del estadio para llevarlo a la sala brumosa.

Aquí se suma otro problema: la falta de liderazgo de Medina Cantalejo. Louzán le ha ratificado, él sabrá por qué. Los árbitros lo tienen difícil con el fantasma de Negreira en lo alto, el VAR, las circulares caprichosas y cambiantes, Florentino y su RMTV dando la brasa… Como si no fuera bastante con las tradicionales dificultades de la tarea. Necesitan al frente alguien con capacidad, criterio y valentía.

Más información

Archivado En