El empate no figura en el diccionario del Barcelona de Flick

“¡I’m sorry”! Hansi Flick habla un inglés “fácil” —palabra de Gavi— y le entienden los jugadores, los directivos, los empleados y cuantos tienen algún vínculo oficial con el FC Barcelona, como ocurrió después de la derrota del equipo azulgrana en El Sadar. El entrenador pidió perdón por el resultado ante la sorpresa de la plana mayor de la expedición barcelonista a su regreso de Pamplona. Los barcelonistas perdieron contra Osasuna el único partido de Liga disputado hasta aho...

“¡I’m sorry”! Hansi Flick habla un inglés “fácil” —palabra de Gavi— y le entienden los jugadores, los directivos, los empleados y cuantos tienen algún vínculo oficial con el FC Barcelona, como ocurrió después de la derrota del equipo azulgrana en El Sadar. El entrenador pidió perdón por el resultado ante la sorpresa de la plana mayor de la expedición barcelonista a su regreso de Pamplona. Los barcelonistas perdieron contra Osasuna el único partido de Liga disputado hasta ahora: 4-2. Flick asumió aquel 28 de septiembre pasado que quizá se había excedido con las rotaciones y el Barça dejó de ser el equipo invicto que aspiraba a igualar el récord de ocho victorias consecutivas alcanzado con Tata Martino en el banquillo en la temporada 2013-2014.

No ha sido el único marcador negativo de los azulgrana porque también cayeron derrotados en Mónaco por 2-1 en el inicio de la Liga de Campeones. Un registro que tiene su explicación por la expulsión de Eric García. Flick tampoco buscó excusas entonces ni se queja habitualmente de las situaciones adversas porque su desafío no son los registros únicos ni las comparaciones con técnicos anteriores del Barça. El equipo, a fin de cuentas, solo ha perdido dos partidos sobre un total de 14 —11 en la Liga y tres en la Champions—. La estadística expresa al mismo tiempo un dato que suele pasar desapercibido y expresa muy bien el proceder de los barcelonistas: no han empatado ningún partido y totalizan hasta 47 goles en las dos competiciones a la espera del inicio de la Copa.

El empate no se negocia ni es un resultado aceptado de partida para Flick desde el inicio de la gira de pretemporada por Estados Unidos cuando los azulgrana igualaron con el Manchester City y el Milán. El entrenador alemán anima a sus jugadores a atacar sin desmayo para intentar golear, a marcar el segundo gol después del primero, y a no parar hasta que el árbitro pita el final del encuentro, de la misma manera que se enfada cuando el equipo concede un tanto que considera evitable, como ocurrió ante el Sevilla. “No me gusta que nos hayan marcado un gol”, afirmó después del 5-1. “Vamos a analizarlo”, remachó Flick. La obsesión del entrenador es que el juego tenga continuidad tal y como demostró la última jornada en el Bernabéu después del 0-4.

Las últimas goleadas contra el Madrid, el Bayern Múnich y el Sevilla han dejado en el olvido las victorias mínimas iniciales ante el Valencia, Athletic y Rayo Vallecano, así como el 1-0 frente al Getafe. El juego del equipo y la ambición colectiva favorecen marcadores amplios tanto en la Liga como la Champions, a la espera de las citas con el Espanyol, el Estrella Roja y la Real Sociedad. “No nos podemos relajar”, coinciden en la Ciudad Deportiva, “porque sería contraproducente, pues todavía no estamos ni a mitad de camino y la idea futbolística del míster no permite descansos”, insisten en el vestuario del Barcelona. “No se trata de mirar al marcador y el resultado, sino de jugar enfocados a la portería contraria desde el minuto 1 al 90 o si hace falta al 100″.

“Quizá es cosa del destino”, responde asombrado Pedri cuando se le pregunta por qué el Barça no ha concedido hasta ahora ni un empate, mientras Raphinha se muestra más explícito y hasta dramático: “Salimos a matar o a morir”. “Si marcamos 10 goles, pero encajamos 10, el partido termina igualado”, remachó el capitán en la entrevista concedida ayer a EL PAÍS. La presión y el sentido del riesgo, de la aventura con la que se afronta cada partido, evita la especulación y favorece la llegada de las oportunidades, también en la portería propia cuando no se ajusta la presión y se tira de manera sincronizada y concentrada la línea del fuera de juego, uno de los recursos del método de Flick.

La profesionalidad, la dedicación y la exigencia del entrenador contrasta también con su proximidad con los jugadores e incluso con un cierto sentido del humor, un carácter ya conocido de sus tiempos en la selección alemana y entrenador en el Bayern. “Flick representa la alegría de jugar”, sostiene Olivier Bierhoff, exdirector deportivo de la Federación Alemana. “El club actúa para él como una familia”, prosigue “y apuesta por el trabajo juvenil. La Masia juega a favor de Hansi. La última vez que le llamé eran las 6.30 de la mañana y ya estaba en el campo de entrenamiento, y eso demuestra lo mucho que disfruta con su tarea”, remata Bierhoff en declaraciones a Sport Bild. Los medios alemanes coinciden en que Flick es el mejor fichaje del Barcelona.

Algunos sostienen con ironía que además de convincente es un técnico más romántico de lo que parecía en Alemania y recuerdan que la selección igualó contra España en el Mundial de Qatar (1-1). Flick suscribe seguramente aquella frase de Low en que “cualquier victoria es mejor que un empate” y, por tanto, que no se haya dado hasta ahora es también una casualidad por más que el fútbol azulgrana favorezca el vértigo, un plan que ha rehabilitado a un delantero veterano como Lewandowski. A sus 36 años, el ariete suma 17 goles: 14 en 11 jornadas de Liga y tres en tres encuentros de Champions. La meta es que el equipo sea muy dinámico, acabe las jugadas y sea efectivo para ganar y también para llenar Montjuïc.

El Estadio Olímpico registró contra el Bayern una cifra récord de asistencia: 50.312 espectadores. También se espera una muy buena entrada ante el Espanyol. La afición azulgrana se siente especialmente identificada con un equipo muy vinculado a La Masia y que cuenta con un entrenador que, sin hablar catalán ni castellano, se comunica muy bien con un “inglés muy fácil”, como asegura el gracioso Gavi.