Claudio Giráldez, el entrenador que reconectó al celtismo con el Celta

El técnico más joven de Primera, renovado hasta 2027 tras subir desde el filial, ha cambiado a un equipo que en los últimos años coqueteó con el descenso gracias a un modelo propositivo que bebe de la cantera y que ha hecho de Balaídos un fortín. El sábado se enfrenta al Real Madrid

El entrenador del Celta, Claudio Giráldez, el miércoles en la ciudad deportiva del club vigués en Mos (Pontevedra).ÓSCAR CORRAL

Cuando el Celta tumbó al Sevilla en el Sánchez Pizjuán (1-2) el pasado 17 de marzo en el estreno de Claudio Giráldez en el banquillo celeste, Iago Aspas, que caminaba todavía sobre el césped tras haber jugado los 90 minutos, se desquitó: “¡Así es como tenemos que jugar! Aunque perdamos, que al menos sea así, que es lo que sabemos hacer”, se escuchó decir al capitán después de que ...

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Cuando el Celta tumbó al Sevilla en el Sánchez Pizjuán (1-2) el pasado 17 de marzo en el estreno de Claudio Giráldez en el banquillo celeste, Iago Aspas, que caminaba todavía sobre el césped tras haber jugado los 90 minutos, se desquitó: “¡Así es como tenemos que jugar! Aunque perdamos, que al menos sea así, que es lo que sabemos hacer”, se escuchó decir al capitán después de que la presidenta del club, Marián Mouriño, se atreviera unos días antes a prescindir de la propuesta defensiva de Rafa Benítez y apostara por Giráldez, un técnico de la casa de solo 36 años —el más joven de Primera con 37 días menos que Íñigo Pérez, del Rayo— que ya se había labrado un prestigio en el mundo del fútbol tras llevar al filial al play-off de ascenso a Segunda con un modelo dominante y protagonista con el balón.

La anécdota sobre el alivio y la satisfacción de Aspas simboliza también la sensación que experimentó la gran mayoría de la afición celtiña en ese partido. Tras meses soportando los malos resultados que arrojaba la propuesta rácana de Benítez, basada en el rigor defensivo —con un 4-4-2 plantado en campo propio durante tramos largos en muchos encuentros— y el contraataque, los seguidores vieron cómo el equipo se plantaba en la capital andaluza a solo dos puntos del descenso sin complejos y con un modelo opuesto.

Giráldez, rodeado casi por el mismo cuerpo técnico joven que lo acompañaba en el Celta B, apostó por su habitual 3-4-3, dio la oportunidad como titular por primera vez en Liga al canterano Hugo Álvarez —convocado estos días con la sub21— y el equipo pareció otro: controló la posesión el 65% del tiempo, pasó la gran parte del choque en el campo del Sevilla y remató 18 veces —por 11 del rival— para sumar la primera victoria de la era Giráldez, un preparador con dos carreras universitarias —Ciencias del Deporte y Periodismo— que pasó como jugador por la cantera del Real Madrid y del Atlético y que como entrenador —el miércoles renovó hasta 2027, dos temporadas más— se forjó en las categorías inferiores del Celta, con victorias tan celebradas y recordadas por el celtismo como la que consiguió con el filial en Riazor ante el eterno rival, el Deportivo, en octubre de 2023.

El técnico de O Porriño (Pontevedra, 20.562 habitantes) ha cuidado a los canteranos a los que ya había dirigido en las categorías inferiores, al contrario que Rafa Benítez, con el que el pasado marzo se rompió una racha de 675 partidos —15 años— en los que el equipo había alineado de inicio a algún futbolista formado en A Madroa o en la nueva ciudad deportiva. Giráldez ha mimado y exprimido una de las señas de identidad del club, la cantera que le da al Celta arraigo en Vigo y los alrededores, al dar carrete y lograr que rinda el propio Hugo Álvarez (21 años; 672 minutos en Liga), pero también Damián Rodríguez (21; 551), Javi Rodríguez (21; 527), Carlos Domínguez (23; 344), Hugo Sotelo (20; 255), Sergio Carreira (24; 238) o incluso Alfon (25; 188) y Pablo Durán (23; 172).

La propuesta futbolística también ha ayudado a Iago Aspas, el emblema-mito de la entidad con 208 goles en 502 partidos, a reencontrarse a sí mismo a sus 37 años tras la etapa con Benítez, en la que se le vio muy incómodo sobre el césped. El ecosistema esbozado por Giráldez le favorece —ocho tantos y seis asistencias en 19 encuentros— porque recibe en zonas altas muchos balones entre líneas, siempre con un delantero por delante que le fija a los centrales y que ahora suele ser Borja Iglesias (cuatro goles), otro futbolista del vivero celeste que regresó este verano a casa tras sus etapas en el Zaragoza, Espanyol, Betis y Bayer Leverkusen. Óscar Mingueza, uno de los carrileros habituales del equipo, es otro de los jugadores potenciados por la idea del técnico. El defensa catalán de Santa Perpètua de Mogoda, con mucha libertad en ataque y unas condiciones técnicas fantásticas, suma este curso dos tantos y cuatro asistencias —una acción de valor gol cada 98 minutos— y ha sido citado por Luis de la Fuente para las dos últimas convocatorias de la selección española.

Borja Iglesias (izquierda) y Iago Aspas se abrazan en Balaídos (Vigo) el pasado 16 de agosto tras la victoria ante el Alavés en Liga.Quality Sport Images (Getty Images)

La nueva propuesta, hasta la fecha, ha sido un éxito. Giráldez y su cuerpo técnico —cuando estaban en el filial tuvieron ya varias ofertas de clubes de Segunda— cogieron la temporada pasada al equipo en la 17ª posición, al borde del descenso, y lo dejaron 13º, ocho puntos por encima de los puestos que lo hubieran desahuciado a la segunda categoría del fútbol español. Este curso, tras las nueve primeras jornadas, el Celta desfila noveno antes de recibir al Real Madrid este sábado en Balaídos (21.00, Dazn) sin Aspas ni Ilaix Moriba, expulsados ambos en la jornada anterior ante Las Palmas.

Si la Liga hubiera empezado el día que el preparador de O Porriño debutó en Sevilla, el Celta marcharía sexto con 30 puntos en 19 encuentros, tan solo por detrás de Barcelona (48), Real Madrid (47), Atlético (38), Villarreal (35) y Girona (31). En esa progresión ha tenido un papel principal la fuerza del equipo en el estadio que el sábado visita el conjunto dirigido por Carlo Ancelotti. Balaídos se ha convertido en un fortín desde que llegó Giráldez en marzo, con seis victorias, tres empates y tan solo una derrota ante el Atlético (0-1) a finales de septiembre. Fue un choque en el que los vigueses sometieron durante muchos tramos al conjunto de Simeone y en el que Oblak hizo varias paradas formidables para que un gol de Julián Alvarez en el minuto 90 le diera los tres puntos a los rojiblancos.

Claudio Giráldez, el miércoles en la ciudad deportiva del Celta en Mos (Pontevedra) después de un entrenamiento.ÓSCAR CORRAL

El celtismo se ha vuelto a enganchar a un equipo que bebe de la cantera —la gran mayoría del cuerpo técnico también se formó como profesional en la base— para plasmar la idea futbolística del entrenador, que ha llevado hasta ahora al Celta a ser el cuarto conjunto más goleador de la Liga, aunque también el cuarto que más encaja. A los cinco primeros partidos del campeonato a Balaídos han ido 22.111 seguidores de media, casi un 15% más que los que se acercaban al estadio cuando Benítez se sentaba en el banquillo. Los abonados también han crecido ligeramente y más de 8.300 personas se han sacado el carné celtista —un nuevo producto que se lanzó en julio y que otorga una serie de ventajas para comprar entradas o mantener la antigüedad como socio— después de que Giráldez y su cuerpo técnico hayan encandilado a la afición con su modelo y la hayan vuelto a conectar emocionalmente con un club que en las últimas temporadas coqueteó con el descenso durante meses y meses de forma desesperante para el celtismo.

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