La baja de Carvajal examina la selectiva política de fichajes del Real Madrid
El club, que solo va a por objetivos prioritarios, suma dos ventanas sin compras en defensa pese a la estrechez de efectivos y las lesiones
El Madrid empezó la temporada pasada, en agosto de 2023, con el paquete básico completo en defensa: sus cuatro centrales de eficacia probada (Rüdiger, Militão, Alaba y Nacho), dos laterales derechos (Carvajal y Lucas Vázquez) y dos izquierdos (Mendy y Fran García). Ocho piezas con experiencia en la élite. Catorce meses después, la nómina se ha reducido casi a la mitad tras la salida de Nacho, el incierto futuro de Alaba y la ...
El Madrid empezó la temporada pasada, en agosto de 2023, con el paquete básico completo en defensa: sus cuatro centrales de eficacia probada (Rüdiger, Militão, Alaba y Nacho), dos laterales derechos (Carvajal y Lucas Vázquez) y dos izquierdos (Mendy y Fran García). Ocho piezas con experiencia en la élite. Catorce meses después, la nómina se ha reducido casi a la mitad tras la salida de Nacho, el incierto futuro de Alaba y la desgracia de Carvajal. En medio, también cayó y regresó Militão. Una mengua notable atribuible a la fatalidad de los cruzados rotos (cuatro en este periodo), y también a una política de fichajes regida por la contención.
En el último lustro, especialmente, en los despachos se decidió que, salvo excepciones, solo contratarían objetivos prioritarios, sin remiendos, por más que la escasez de zagueros resultara evidente. Una línea de acción que no fue obstáculo para los éxitos del curso pasado, pero que ahora, después del boquete abierto en el flanco diestro, se somete de nuevo a examen, o revisión, en una campaña que se estira hasta julio por el Mundial de Clubes. La normativa de LaLiga le permitiría fichar en lugar de Carvajal a un futbolista libre sin necesidad de esperar a principios de año.
El Madrid llegó a las dos últimas ventanas del mercado con escaseces atrás y en ambos casos concluyó mucho tiempo antes de que se agotara el plazo que no se movería. En la de enero, incluso, Carlo Ancelotti confirmó el primer día que se podía fichar, el 2 de enero, que se quedaban como estaban. Solo dos centrales puros (Rüdiger y Nacho) para los cuatro meses que aún le restaban de recuperación a Militão, que además retornó con la lógica falta de ritmo de alguien que ha pasado ocho meses en la enfermería (solo disputó 12 minutos de las eliminatorias de Champions). Ahí el italiano se inventó a Tchouameni.
Y el pasado verano, cuando el plan A, el central francés Leny Yoro (18 años), optó por irse al United a cambio de 62 millones abonados al Lille, el club dobló su apuesta: apenas dos centrales puros (Rüdiger y Militão) para un tiempo indeterminado debido a la situación de Alaba. Este lunes, el austriaco continuó con su recuperación del cruzado. “No hay cálculo con él. Progresa adecuadamente, pero no hay prisa ni pausa”, apuntaron fuentes del club.
El atajo cada vez más habitual para el eje de la zaga sigue siendo Tchouameni, menos debatido en la grada por su labor atrás que en su posición natural de pivote. Durante la pretemporada y tras el chasco de Yoro, el club promocionó al central de 17 años Joan Martínez, en el Juvenil A la campaña anterior, el tercer escalón de la base. Pero su cruzado también se quebró en verano. Así que el vestuario emprendió el nuevo curso con la defensa al límite y la única incorporación de Jesús Vallejo.
La excepción de Kepa
Con una línea tan recta marcada por la dirección, Ancelotti, muy consciente de las dinámicas de trabajo del Bernabéu después de cinco temporadas y media, la ha aceptado, no se ha desgastado internamente, de momento no ha reclamado nada en público y ha trabajado con lo que había. ¿No es arriesgado no buscar otro central?, le preguntaron en agosto, con más de una semana aún para operar. “No, tenemos recursos con los jóvenes, como emergencia está Tchouameni y esperamos a Alaba con toda la calma del mundo”, defendió el técnico.
El único movimiento de urgencia de los últimos años fue el de Kepa, atado en unas horas en agosto de 2023 tras la grave lesión de Courtois. Eran tiempos en los que la fe en Lunin se encontraba bajo mínimos. Las operaciones no contempladas con antelación se han restringido al mínimo desde el verano de 2020, en plena pandemia y coincidiendo con la parte inicial de las obras del estadio.
El lejano caso de Lucas Silva
En invierno, las compras nunca han sido habituales. Las más recientes fueron las del fallido Reinier en 2020 (costó 30 millones; la del Granada es su cuarta cesión seguida) y Brahim en 2019 (20). Dos intervenciones que, en realidad, se enmarcaron en la ruta de captación de jóvenes. Para encontrar en el historial de fichajes de enero en la segunda presidencia de Florentino Pérez algo parecido a una solución de urgencia hay que viajar hasta la 2014-15, cuando compró por 13 millones al medio brasileño Lucas Silva, que no llegó a los 10 partidos. Era la primera etapa de Carletto y Modric tenía problemas físicos. En 2013 rescató al meta Diego López por la lesión de Casillas y en 2011 llegó cedido el delantero Emmanuel Adebayor.
La política de adquisiciones tan selectiva, en invierno, verano y al margen de los descubiertos que pudieran abrirse en la plantilla, no afectó a los resultados recientes. Ahora, la caída de Carvajal somete de nuevo al escáner esta directriz. Detrás de Lucas Vázquez solo se atisba el recurso de Militão (desconvocado por Brasil debido a molestias musculares), Valverde e incluso Rüdiger para una defensa que en agosto ya andaba justa de efectivos.