Sergio Asenjo: “Echo de menos el fútbol y el vestuario”
El portero, exinternacional y con 17 años en Primera, se encuentra sin equipo a la espera de que le salga una oportunidad en el mercado invernal
Lo ha hecho todo bajo los palos, portero que despuntó en el Valladolid, se curtió en el Atlético, eclosionó con el Villarreal y llegó a la selección. Pero Sergio Asenjo (Palencia; 34 años), sin equipo porque el Valladolid le comunicó su descarte en el último día del mercado pasado, rechaza colgar los guantes porque se siente más fuerte que nunca en lo mental como estupendo en lo físico, por más que haya tenido que superar ...
Lo ha hecho todo bajo los palos, portero que despuntó en el Valladolid, se curtió en el Atlético, eclosionó con el Villarreal y llegó a la selección. Pero Sergio Asenjo (Palencia; 34 años), sin equipo porque el Valladolid le comunicó su descarte en el último día del mercado pasado, rechaza colgar los guantes porque se siente más fuerte que nunca en lo mental como estupendo en lo físico, por más que haya tenido que superar cuatro roturas de ligamentos (tres en la rodilla derecha; una en la izquierda). Dice que esos pensamientos no le ocupan un segundo y su discurso, pausado y maduro, lo versa siempre alrededor de la misma palabra: trabajo.
Pregunta. ¿Qué pasó con el Valladolid?
Respuesta. Me advirtieron de que mi contrato era elevado para Segunda, pero poco más. Lo respeto, pero siendo de la casa, alguien que siempre ha intentado dar la mejor versión y que siempre se portó bien con ellos… Pero bueno, estoy agradecido al club porque allí debuté en Primera. Y este tiempo me ha servido para limpiar la mente de lo ocurrido, que fue precipitado, y coger más fuerzas.
P. ¿No pudo firmar por otro equipo?
R. Podía al siguiente día. Pero no era lo que quería, no era lo atractivo que consideraba. Después, varios equipos se han interesado en mí. Al final, sumé más de 300 partidos en Primera, estuve en la selección y 17 años en la élite. Pero ahora tiene que venir una experiencia que me apetezca. Aunque estoy abierto a todo. Si sigo en LaLiga, bienvenido será. Y si es fuera y la familia quiere, también. Pero tiene que ser una propuesta que me llene porque es una decisión de vida, que cuando la escuche, me diga: “Esta sí”. Lo económico no es lo que prevalece.
P. ¿Cómo se ha preparado durante este tiempo?
R. Igual que si estuviera en un equipo. Aquí, en Benicasim, hago la misma rutina porque cada mañana estoy con un preparador personal [Manuel] y trabajamos durante una hora y media en el gimnasio o hacemos algo de campo. Y por las tardes me pongo música y salgo a correr o hago algo de bicicleta. Me falta competir, pero con esta preparación, sé que en poco tiempo cogeré el ritmo.
P. ¿Se aburre sin competir?
R. Tras tantos años en la élite compitiendo dos veces por semana, de repente te ves en una situación de espera. No compites ni sientes la presión. Fue raro, tuve que aprender a adaptarme. Pero echo de menos el fútbol y el vestuario. El portero está acostumbrado a trabajar en solitario, pero no tener la rutina del vestuario, los viajes, competir… cuesta. Aunque he pasado por situaciones peores.
P. Se refiere a las lesiones de rodilla. La primera fue con el Atlético en 2010 y, aunque trató de volver cedido en el Málaga, se volvió a romper enseguida. ¿Pensó que se había acabado lo bueno?
R. Son situaciones difíciles de afrontar porque no sabes a lo que te expones. Tenía 20 años y llegaba al Atlético para hacerme un nombre en la élite. Y se encadenan dos grandes lesiones, paras más tiempo del esperado… Pero no, nunca pensé en rendirme porque la rodilla quedó perfecta. Y así lo demostré en el Villarreal.
P. Ocurre que en 2015, se pone las manos en la cara y llora porque sabe que se ha vuelto a romper… En este caso, la izquierda.
R. Esa y la siguiente lesión, en 2017, fueron las más complicadas porque estaba en mi mejor momento. Me llamaban de la selección y en la última era el Zamora pasado el ecuador de la competición. Las lesiones llegan siempre en mal momento, pero en este caso fue el peor posible porque me sentía increíble.
P. ¿Lloró mucho?
R. No. Yo creo en el trabajo. Nunca me paro a pensar en lo que podía haber sido. Me ha tocado lo que me ha tocado y quizá sí que he sufrido más de lo normal. Pero no sirve de nada pensar en ello.
P. ¿No necesitó un psicólogo para superar los malos tragos?
R. Nunca he ido a un psicólogo. Y no es que no crea que pueden ir bien porque sé que muchos compañeros van semanalmente para prepararse mejor. Pero yo no lo sentí necesario.
P. ¿Cree en la mala suerte?
R. Para nada. Si estuviera en el banquillo no me habría lesionado. Y lo hice las cuatro veces en Primera. Pocos pueden decir eso. Y tras cada lesión salí más reforzado. El trabajo me hizo fuerte.
P. ¿De dónde le sale esa cultura del esfuerzo?
R. De mis padres, que siempre trabajaron para que tuviéramos de todo, para darnos la mejor vida posible. Me transmitieron que las cosas se consiguen con esfuerzo, siendo respetuoso y educado. Y eso mismo trato yo de inculcar a mis dos pequeñas revoltosas.
P. ¿Ahora también se entrena y esfuerza igual?
R. Nadie me podrá decir que no hago todo lo posible, que me he dejado ir en algún sentido. Yo quiero volver porque amo el fútbol, porque me ha dado más de lo que me ha quitado.
P. ¿Hasta cuándo?
R. Hasta que pueda. Y después, me gustaría seguir vinculado con el balón. El tema de entrenar a los porteros siempre me ha gustado y es algo que me gustaría hacer o, al menos, probar.
P. Antes quiere exprimir los guantes. ¿Entendería que los clubes se preocuparan por el estado de sus rodillas?
R. Desde 2017 no he tenido ningún problema. Son siete años sin lesiones. Otros jugadores se lesionan cada año muscularmente y nadie dice nada. Sé que lo que me ha pasado es llamativo, pero es pasado. Le doy cero importancia y esos pensamientos no me quitan un segundo de mi vida. Ni siquiera me pongo hielo después de una sesión. Están perfectas. Como dice mi doctor: “Gracias a Dios estas rodillas tienen menos kilómetros que otras”.
P. ¿Espera encontrar equipo en esta ventana de traspasos?
R. Sí. Mientras tanto, me seguiré preparando porque el día que no mejoras deja de ser bueno, y el día que no lo tomas para trabajar, día perdido. Mi ilusión está intacta. Estoy preparado. Como digo, en momentos de incertidumbre, cabeza fuerte. Y trabajo.
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