Una nueva España: adiós al culto por el balón

Después de 136 partidos, la selección perdió la posesión ante Croacia, un ejemplo de los matices que buscaba Luis de la Fuente, un equipo más directo para aprovechar la velocidad de Nico y Lamine

Fabián, rodeado de jugadores de Croacia durante el partido del sábado. Harry Langer (DeFodi Images/ Getty Images)

Nace una nueva España en Alemania 2024. Aunque, en realidad, había comenzado a nacer en Qatar 2022.

El culto al balón, símbolo de la mejor España de todos los tiempos, dos veces campeona de Europa (2008 y 2012), en el techo del mundo en Sudáfrica (2010), se ha reinventado en Alemania 2024. Fue casualmente la noche en que se inició el ciclo ganador de la Roja, cuando se consagró en la final de la Eurocopa 2008 frente a Alemania (1-0)...

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Nace una nueva España en Alemania 2024. Aunque, en realidad, había comenzado a nacer en Qatar 2022.

El culto al balón, símbolo de la mejor España de todos los tiempos, dos veces campeona de Europa (2008 y 2012), en el techo del mundo en Sudáfrica (2010), se ha reinventado en Alemania 2024. Fue casualmente la noche en que se inició el ciclo ganador de la Roja, cuando se consagró en la final de la Eurocopa 2008 frente a Alemania (1-0), la última vez que la selección se había quedado sin mayor posesión del cuero que su rival: 46%. Desde entonces, habían pasado 136 partidos y, con sus matices en el juego, los equipos de Del Bosque (una media del 65%), Lopetegui (67%), Hierro (75%), Robert Moreno (73%) y Luis Enrique (72%) no habían perdido la pelota en ninguno de sus duelos. Tampoco lo había hecho el equipo de De la Fuente (68%). Hasta que apareció Croacia (54% para los balcánicos). El resultado, sin embargo, 3-0 para la Roja.

Heredero de Sergio Busquets en el mediocentro de España, protegido de Pep Guardiola en el Manchester City, Rodri avisó del cambio de paradigma antes del estreno ante Croacia. “¿El estilo?”, cuestionó el líder futbolístico de la selección; “es el que te lleve a ganar, ni más ni menos”. Y, por si quedaba alguna duda, remató: “No entiendo de estilos. Cada rival es diferente y juega de manera diferente. Es un error pensar que un estilo te va a llevar a ganar. Hay que adaptarse a los diferentes momentos y rivales”.

Para entender las palabras de Rodri hay que retroceder hasta Qatar. La Roja cayó eliminada ante Marruecos: 0-0 (0-3 en la tanda de penaltis) después de conservar el balón durante un 77% del tiempo y de repartir 1.019 pases. “Hemos creado las oportunidades suficientes para ganar”, justificaba Luis Enrique, después de contar 13 remates, uno solo entre los tres postes. Un dejà-vú de lo que le había sucedido a la Roja cuatro años atrás en Rusia por entonces con Fernando Hierro en el banquillo. La anfitriona borró a España también en la ruleta de los penaltis: 23 disparos, nueve a puerta, un gol. Posesión: 79%.

Tras el fiasco de Moscú, Luis Enrique tomó el mando de la Roja con un currículo prometedor: parecía capaz de darle una vuelta al estilo como ya lo había hecho en el Barça, sin ninguna culpa al entregarse al poder ofensivo de Neymar, Luis Suárez y Messi. “Hemos renunciado a nuestro estilo”, se quejaba uno de los pesos pesados del vestuario, tras caer eliminado frente a la Juve en los cuartos de final de la Champions de 2017. Según cuentan en el club azulgrana, esa interpretación estaba fomentaba por Xavi desde Qatar. “Es por eso”, explican fuentes de la entidad catalana, “que Lucho le pegó a Xavi en la eliminatoria entre el PSG y el Barça. Se la tenía guardada”. “Represento mejor el estilo del Barcelona que Xavi, sin ninguna duda”, soltó Luis Enrique.

Sin embargo, cuando aterrizó en la Roja, Luis Enrique apostó por un fútbol retórico, muy lejos de entregarse a la improvisación en ataque como lo había hecho en el Barça con Neymar y Messi. Fiel a su estilo, apostó por su idea sin grises: tan fundamentalista del control del juego que hasta les colocaba un walkie-talkie a sus futbolistas en la espalda durante los entrenamientos. Él estaba convencido: “España no se va a morir de miedo. No hay ninguna duda de lo que vais a ver: dominar al rival y generar más que ellos. Eso es lo que haremos en Qatar”.

Miedo no tuvo; falta de plan B, sí. España apabulló a Costa Rica (7-1), pero se le atascó Alemania (1-1). Tras el empate, en la Federación saltaron las alarmas. Luis Enrique llegó al búnker de la Roja en Qatar indignado con Laporte. “Se lo quería cargar porque había jugado un balón en largo directo al extremo. Nos dijo que no iba a jugar ningún minuto más. Por suerte le pudimos convencer para que cambiara de opinión. No pasa nada por salir rápido cuando estás muy presionado”, explicaban, en su momento, en la Federación.

Después llegó la eliminación ante Marruecos y el punto final de Luis Enrique: hartazgo futbolístico. “Tenía opciones de colocar a jugadores rápidos como Nico [Williams], Ansu [Fati] y Yeremi Pino e insistía siempre con lo mismo”, recordaban las mismas fuentes.

La alternativa a Luis Enrique estaba en Las Rozas. Albert Luque, por entonces director deportivo, habló con el que aquel momento mandaba en la RFEF: Luis Rubiales. “De la Fuente, hazme caso”, le sugirió; “le gusta tener la posesión, pero entiende que a veces hay que jugar directo. Lo que nos falta, Luis nos lo dará”.

Otro libreto

En su primera comparecencia, De la Fuente anticipó lo que un año y medio después se vería en el Estadio Olímpico de Berlín: “Tengo mi libreto y aplicaré mis matices”, “me gusta ser dominador del juego, correr a los espacios... tener un equipo completo y que tenga diferentes registros”, “tenemos que interpretar la actualización que vive el fútbol”. Y así jugó España ante Croacia.

“Si tenemos jugadores con la velocidad de Lamine, Nico, Ferran o Ayoze no tiene sentido que renunciemos a esas opciones. Los futbolistas saben que en ese tipo de juego también somos muy peligrosos”, celebró De la Fuente, tras la goleada. Según su staff, el plan había salido a la perfección: España dominó, contraatacó, disfrutó y hasta sufrió. Sabe De la Fuente que a campo abierto y con menos control del cuero, Unai Simón tendrá trabajo: Croacia remató 16 veces (cinco a puerta) por las 11 de España (cinco). “Estamos convirtiendo a la selección en un equipo con muchos registros y los rivales saben que le podemos hacer daño con la posesión, con ataques más elaborados y posicionales, o también, si nos dan opciones, corremos muy rápido”, concluyó el técnico.

Menos romántica, más pragmática, una nueva España nace en Alemania.

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