El Real Madrid revive a costa del Barcelona

Se presentaba el Madrid confuso al envite, desnortado por su falta de tino y baloncesto a domicilio —cinco derrotas de cinco partidos europeos—, desnutrido en lo jerárquico y los resultados, una versión de garrafón de lo que ha sido. Y lo recibía a regañadientes el Barça, toda vez que comenzó el curso como un tiro, con un juego alborozado y eléctrico derretido tras un mes anémico. Hizo de juez el Palau y, tras dos prórrogas, dictaminó que al Madrid siempre le quedará el Barça, un rival al que le tiene cogida la medida desde hace tiempo, uno que teme que todo se acabe como el Cuento de la Lechera.

Comenzó el duelo con las emociones a flor de piel, pues apareció Laprovittola, muletas en mano, y el Palau coreó su nombre con ganas, pues pocos jugadores han congeniado tan bien con el club y la ciudad. Pero la efusividad se perdió rápido sobre el parqué, ya que Zipi Punter y Zape Parker estaban discutidos con el tiro. Y eso, en un equipo de baloncesto callejero, de más individualidades que de juego coral, es una fatalidad. Coyuntura que aprovechó el Madrid, entonado Rathan-Mayes desde el perímetro y solvente Tavares bajo el aro para firmar un 8-17. Se corrigió el Barça y la Doble P dejó de jugárselas todas para aliarse con los compañeros, ninguno como Vesely, que volvió a poner las estrecheces. Aunque el prólogo se cerró con una técnica sobre Fall, con los gritos de “¡Así, así, así gana el Madrid!” y un 17-22 blanco.

El banquillo reanimó al Barça, dirigido por Juan Núñez y agitado por Brizuela, también por un Neto (fichaje para suplir a Laprovittola), que se presentó con un triple desde la esquina y una bandeja para hacer tiritar al Madrid, que firmó 12 puntos en el cuarto. Hasta que Musa calentó la muñeca y Tavares le comió la tostada a un Hernangómez que ni está ni se le espera, de nuevo parejos al entreacto (38-34).

El guirigay del Madrid se subrayó antes de la segunda parte, cuando Musa salió con el dorsal 31, el del curso anterior, y no pudo entrar en la pista hasta que le trajeron otra camiseta con el 13. Un problema menor que se ampliaba en el parqué, Hezonja encasquillado con el triple y Tavares por un momento desubicado. Pero el Barça tampoco se encontraba en ataque, agua tras agua. Barbecho para un Hezonja ya afilado, también para que Campazzo cogiera vuelo y el Madrid pusiera el partido en puntos suspensivos: 52-54 a falta del último capítulo.

Tocaba intercambio de golpes: ahora la guindilla Brizuela para réplica de Llull; ahora un mate de Vesely para una bandeja de Tavares. Pero nadie ponía la otra mejilla. Así, faltaban 25 segundos y bullía el Palau, sobrepasados los colegiados por la electricidad del envite. Vesely alzaba los brazos, Anderson le ponía la radio a Campazzo en la oreja, Tavares protestaba, Hezonja entraba a canasta y Punter armaba la transición tras un salto entre dos para dar el estirón (72-69). Pero un tiro desde el extrarradio de Campazzo sobre la bocina exigió la prórroga.

No se solucionó de primeras, pues Tavares impuso su ley en la botella y Punter en el aro rival, citados a una segunda prórroga, donde el cansancio hizo mella, tiros errados, sequía de puntos. Pero los hay que no fallan, como Tavares bajo el aro y Campazzo en los tiros libres. Después, volvieron las individualidades de Parker y Punter, tiros forzados, y el Barça se venció al tiempo que el Madrid, al fin, se puso las alas en Europa.