François D’Haene y el método de los sentimientos
El cuádruple ganador del Ultra Trail del Mont Blanc se supera en los 330 kilómetros del Tor des Géants gracias su mentalidad de explorador, enemigo de medir su progreso por los números
Para François D’Haene, correr 171 kilómetros, la distancia del Ultra Trail del Mont Blanc (UTMB), no es suficiente. Así que decidió doblar la apuesta de la prueba que le dio fama — lidera el palmarés con cuatro triunfos, los mismos que Kilian Jornet — en los 330 del Tor des Géants, una aventura extrema con epicentro en Courmayeur, en el lado italiano, en el Valle de Aosta, con unos 25.000 metros de desnivel acumul...
Para François D’Haene, correr 171 kilómetros, la distancia del Ultra Trail del Mont Blanc (UTMB), no es suficiente. Así que decidió doblar la apuesta de la prueba que le dio fama — lidera el palmarés con cuatro triunfos, los mismos que Kilian Jornet — en los 330 del Tor des Géants, una aventura extrema con epicentro en Courmayeur, en el lado italiano, en el Valle de Aosta, con unos 25.000 metros de desnivel acumulado que recorrió en 69 horas, ocho minutos y 32 segundos. Porque la odisea no solo implicaba gestionar ritmos, sino cómo dormir. Una hazaña, porque lo que define como “locura técnica” por la complejidad del recorrido le llevó siete días la primera vez que lo intentó. Con ese enfoque de explorador, cruzó la meta este miércoles. “Para mí, el ultra trail no es bajar cinco segundos un segmento, la frecuencia cardiaca o entrenar en hipoxia. Tienes ese recorrido loco por delante, hazlo. Pienso menos en el rendimiento que en la aventura”. No solo suena bien: ganó.
D’Haene, de 38 años, se dibuja en cualquier salida con gesto de emoción: “¡Ahora tienes que correr!”. Sin pensar en qué tiempo necesita para llegar a tal avituallamiento, sin cálculos, pues la montaña rompe los rompe. “En UTMB todo el mundo llega muerto al último descenso. Es bonito correr a 20 kilómetros por hora en la salida en Chamonix; veamos 20 horas después”. Por eso se define como un explorador antes que un corredor y escribe su propio método. “Cuando haces algo muchas veces, ya sabes que es así. Por ejemplo, siempre estoy más cansado al amanecer o al anochecer por el cambio de luz. Lo mismo hago con la hidratación, la nutrición o las zapatillas. Escucho más a mis sensaciones que a la ciencia”. Por eso ignora su pulso en un ultra, una guía que muchos necesitan.
Pese a la magnitud de sus retos, entre sus sentimientos no está el miedo. “Por supuesto, esto es mi vida, pero mi vida continuará si no vuelvo a estar en una salida de UTMB. Si tengo un mal día, puedo volver a casa con mi familia. Si piensas que te vas a caer, te caerás, seguro”. Que no mire números no resta un ápice a su compromiso, a estar dos años preparando un objetivo, a los diez días seguidos de entrenamiento en la zona, a las buenas sensaciones de su última carrera con un amigo. Se frota las manos porque es el libro que él ha escrito. Por eso no siente alivio en una meta. “Me da un poco de pena porque se ha acabado. Por supuesto, estás destruido y quieres llegar, pero es el fin de la fiesta”.
Máxime en UTMB, una prueba que se niega a correr cada año para mantener su libertad. “¿Por qué? ¿Para demostrar que tu rendimiento puede ser mejor? Yo no corro por eso. Claro que podría ganar el año siguiente, pero cuatro años después… [pone una sonrisa pícara] Eso ya no es tan fácil”. Ganó en 2017, en 2021 y plantea regresar en 2025. Y un reto para sí mismo. “¿Puedes volver a hacerlo? Ni tú lo sabes”. Por eso no le importa encabezar el palmarés, sumar más que Kilian. “Quizás él sea un poco más competitivo que yo”, desliza. “Somos totalmente diferentes. A él le gusta medir las cosas, ha dedicado su vida a su performance, desde el principio; yo dedico más tiempo a entrenar que hace 10 años, pero no es mi vida. Si no, tendría mucha presión y no me sentiría cómodo. Tengo mucho respeto por lo que hace y si estamos juntos en una salida pasaríamos grandes momentos, pero para mí sería imposible”.
Una trayectoria con cicatrices, pues los malos ultras dejan huella, esos recuerdos reaparecen. “Si te pasa es porque no debías estar en la salida. Me ha pasado dos veces porque no estaba allí por los motivos adecuados, porque esa carrera no era realmente mi elección”. Por eso el por qué es innegociable. “Para UTMB tengo que ganar muchas carreras, organizarlo todo, tener la cabeza allí desde tres años antes. Si lo haces porque lo hizo tu amigo, es imposible que lo acabes. Si realmente quieres hacerlo, si es tu sueño…. por supuesto que pasarás dolor y malos momentos porque es una locura, pero si eres humilde, podrás mejorar”.
Cuenta con que un día dejará de ganar carreras, incluso de competirlas. “¿Pero retirarme de pasar largos días en la montaña? No. Para mí no es un trabajo, es pasión. No lo hago porque tenga un sponsor”. Y recupera esa diferencia con Kilian. “Yo no gané UTMB porque quisiera ganar UTMB; pasó porque quería hacer UTMB y al final lo gané. Los corredores que solo quieren ganarlo nunca lo conseguirán”. El tipo que combinaba ciclismo con esquí de montaña o correr, porque aquello le gustaba, por sentir, es uno de los mejores corredores de la historia. Pero su prioridad sigue siendo explorar. “Si competir me impide estar aquí dentro de 10 años porque destruyo mi cuerpo o mi mente, lo dejo ahora mismo. Mi objetivo no es ganar UTMB, sino seguir haciendo el recorrido con un amigo dentro de 20 años”.