Teresa Perales, la nadadora que quiere superar las 28 medallas de Phelps en los Juegos: “La piscina es donde me siento con más dignidad”
La deportista será paralímpica por séptima vez en París, donde tratará de rebasar el récord de la leyenda estadounidense tras haber perdido la movilidad del brazo izquierdo el año pasado
A Teresa Perales (Zaragoza, 48 años) la vida le dio un puñetazo cuando tenía 19 años y le diagnosticaron una neuropatía —una enfermedad del sistema nervioso— que la dejó sin movilidad en las piernas. Tuvo que abandonar el tatami del kárate, el deporte que practicaba, y comenzó a nadar. En la natación encontró un propósito, una válvula de escape, casi una forma de vivir. “¿Qué significa una piscina para mí? ¡Uf! La libertad más absoluta que te puedas imaginar. Es mi medio, la zona en la que vuelvo a ser independiente y en la que me siento con más dignidad, y más en este momento”, se sincera Perales, ganadora de 27 medallas paralímpicas, icono del movimiento paralímpico internacional y galardonada con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes en 2021.
La nadadora va a buscar este verano en los Juegos Paralímpicos de París —del 28 de agosto al 8 de septiembre— superar las 28 medallas de Michael Phelps —el hombre que más oros y más metales cosechó en la historia olímpica— tras haber perdido la movilidad del brazo izquierdo en abril del año pasado. La neuropatía provocó que se le lesionara el nervio axilar y comenzó a sufrir episodios continuos de espasticidad —espasmos causados por la hipertonía muscular—. Ahora lleva una férula para tener el brazo más relajado, pero ya no puede utilizarlo para nadar. “Fue lo más duro, pero lo llevo bien, con dignidad y humor”, afirma. “Fue como vivir otra vez una nueva discapacidad, o como volver a tenerla, porque con todo el tiempo que llevaba en silla de ruedas ya lo había asimilado, y para mí no era tener discapacidad. Yo siempre fui autónoma, hacía muchos años que no necesitaba ayuda para casi nada, pero ahora hay veces que sí: para vestirme, para meterme en la cama… Psicológicamente, perder esa independencia es muy duro”, explica.
Perales va a competir en tres pruebas en los Juegos. Nadará los 100m espalda en categoría S2 (su nueva discapacidad física) este jueves, los 50m espalda S2 el 31 de agosto y los 100m libres en S3 el día 3 de septiembre. Pero para estar este verano en París tuvo primero que desembarazarse de la vergüenza, un sentimiento que no sufría en una piscina desde hacía décadas. “Yo tenía una visión de mi imagen corporal, y de pronto un brazo no me funcionaba. Veía cómo los demás me miraban, y volví a sentir esa mirada triste de aquellos que me habían visto nadar con los dos brazos. Me recordó tanto a la de aquellos que me vieron caminar y de pronto dejar de hacerlo, que se me hizo muy duro. Es una de las miradas más difíciles de asimilar cuando lo hacen con tristeza, con lástima”, rememora. Se quitó de encima esa sensación a base de entrenamientos y de competiciones, de tirarse una y otra vez a la piscina. “El que quiera sentir lástima, que la sienta, pero yo estoy orgullosa de cómo lo estoy haciendo, y sobre todo de no rendirme. Era a mí a quien más debía el no rendirme por vergüenza, y me salió natural porque yo quería ir a los Juegos, y para poder ir tenía que competir y quitarme todas las tonterías del cuerpo”, añade.
Tras librarse de la vergüenza, llegó el segundo paso indispensable para poder estar en la capital francesa: desprogramar su forma de nadar, que era con dos brazos, para aprender a hacerlo con uno. “Es que en mi cabeza yo seguía pensando en nadar con los dos. En el Mundial [de 2023] estaba obsesionada con utilizar el izquierdo. Pensaba que milagrosamente se iba a hacer ese clic y que iba a poder hacerlo. No fue así, obviamente, y la carrera me salió fatal”, recuerda Perales, que regresó entonces por primera vez de un campeonato sin una medalla.
Desde entonces, la nadadora zaragozana, autora de un libro de crecimiento personal (La fuerza de un sueño) e inmersa desde hace muchos años en apoyar diferentes causas sociales, ha avanzado tanto que está en tiempos que la colocan en disposición de conseguir un metal al menos en los 50m espalda. “Pasé página como cuando perdí la movilidad en las piernas. No podía quedarme en el lamento, tenía que pensar en lo que sí podía hacer, que es mover el brazo derecho, y cada día intento hacerlo mejor y sacarle partido en el agua dentro de la dificultad de que no muevo las piernas, ni un brazo, ni tengo timón, y muchas veces me como la corchera. Tuve que automatizar movimientos, pero lo conseguí”, celebra.
Los Juegos de París van a ser especiales para ella por el intento de superar a Phelps, al que conoció el pasado noviembre en Madrid, pero también porque las medallas llevan un fragmento original de la Torre Eiffel, donde su marido le pidió matrimonio hace justo 20 años. “Está esa historia romántica y me encantaría poder llevármela a casa”, reconoce. Si logra un metal, incluso si conquista dos, Perales dice que no descarta llegar a Los Ángeles 2028 porque no le apetece retirarse mientras su cuerpo aguante y pueda seguir nadando con el brazo derecho. “Además, si consigo la medalla de París es muy épico. Hasta puede ser peli de Netflix, de Amazon Prime, de Movistar, de lo que quieran. De verdad, ¿no era suficiente con lo que tenía? Es que ya basta, ¿eh?”, dice con dignidad y humor mientras suelta una carcajada.
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