Gavi y otros muchos: el gran negocio del deporte atiborra el calendario y lleva a los deportistas al límite
La competición sigue sobrecargándose mientras los profesionales se resienten. Según un médico del CAR, el 90% de las lesiones tiene un origen “mercantilista”
Hace dos años, el técnico del Madrid, Carlo Ancelotti, explicaba que había aspectos del juego que, como a veces no tenía tiempo de entrenar en el campo, lo hacía con imágenes. “Militão llegó ayer [de disputar un partido con Brasil], así que tengo que mostrarle vídeos de lo que ha hecho bien o no, porque no dispongo de margen para ensayarlo con intensidad”, señalaba en noviembre de 2021 en la previa de un duelo de Liga. La queja del entrenador blanco sigue sonando tan actual como entonces, o más, porque el calendario no ha dejado de crecer, y las lesiones durante los parones FIFA se han seguido...
Hace dos años, el técnico del Madrid, Carlo Ancelotti, explicaba que había aspectos del juego que, como a veces no tenía tiempo de entrenar en el campo, lo hacía con imágenes. “Militão llegó ayer [de disputar un partido con Brasil], así que tengo que mostrarle vídeos de lo que ha hecho bien o no, porque no dispongo de margen para ensayarlo con intensidad”, señalaba en noviembre de 2021 en la previa de un duelo de Liga. La queja del entrenador blanco sigue sonando tan actual como entonces, o más, porque el calendario no ha dejado de crecer, y las lesiones durante los parones FIFA se han seguido sucediendo.
Durante la última ventana de selecciones, mientras Xavi perdía a Gavi para toda la temporada por una rotura completa del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, en el Madrid cayeron Vinicius —rotura del bíceps femoral— y Camavinga —rotura del ligamento lateral externo en la rodilla derecha—, en una cruda realidad que lejos de subsanarse, se acentúa.
“Es un calendario que no se puede sostener”, sentenciaba ayer Ancelotti en un sentir compartido no solo por los profesionales del fútbol, sino por los de otras disciplinas deportivas que se ven afectadas por la saturación de los programas. El presente se traduce en más compromisos, mayor intensidad en la práctica, más viajes (más largos) y cada vez menos descanso, de peor calidad. Todo parece valer en pos del negocio y la facturación, de sacar la máxima tajada (todas las partes) mientras el espectáculo y los físicos de los protagonistas se resienten. Sufren también los más jóvenes.
En un deporte tan exigente para las carrocerías como el fútbol, las naranjas se exprimen cada vez con más fuerza a edades más tempranas. Gavi (19 años), el último en caer por el cruzado, y Pedri (21), muy castigado desde el verano de 2021 (Eurocopa más Juegos), han rondado los 10.000 minutos antes de los 20 años. Jude Bellingham (20) ya supera los 14.000. Sin embargo, Thierry Henry, Frank Lampard y Steven Gerrard (nacidos entre 1977 y 1980) no llegaron a los 4.000, según Fifpro, el sindicato mundial de futbolistas.
“Se debería pensar más en el deportista, pero hay que llegar a una entente porque el deporte moderno no deja de ser un gran negocio. Tendrían que tener más cuidado con los deportistas más precoces, porque están todavía en fase de desarrollo y estamos empezando a ver muchas lesiones, sobre todo recaídas; y no una, sino dos o más”, apunta Carlos Villarón Casales, doctor en Fisioterapia y profesor de la Universidad Europea de Valencia. Incide el especialista en el fútbol, pero extiende la reivindicación a otros deportes y subraya a la vez la “carga mental”, que repercute directamente en los cuerpos. Sucede en el verde, pero también en las pistas de tenis, donde la competición transcurre de enero a diciembre sin freno alguno, día sí y al otro también. No hay libranzas y las pretemporadas han ido reduciéndose a la mínima expresión.
“Los torneos son cada vez más largos y cada vez tenemos menos tiempo para recuperarnos. Siento que mi tanque está vacío”, comentaba en verano la número dos del mundo, Iga Swiatek. “El pobre hámster tiene que trabajar más por el mismo dinero. Esto no para”, denunciaba en mayo con ironía la rusa Daria Kasatkina, refiriéndose a cómo varios torneos se han prolongado de una a dos semanas, la misma extensión que los Grand Slams. “Es una cuestión de cansancio, físico y, sobre todo, mental”, razonaba Carlos Alcaraz recientemente, cuando se le preguntaba por el bajón sufrido a partir de septiembre. El murciano, de 20 años, ha disputado este curso 77 partidos (distribuidos en 17 torneos), pese a haberse perdido la franja australiana por lesión y a haber tenido que renunciar, al menos, a tres citas más por diferentes dolencias o mera precaución. En todo caso, el ranking obliga a jugar, al margen del estatus, y la exigencia pasa factura.
“En el caso del tenis”, introduce Carlos Rey, de UPAD psicología y coaching, “los partidos pueden durar horas y el jugador debe asumir en solitario la carga emocional, así que está perfectamente justificado que manifieste señales de fatiga”. Rey subraya que estamos en “una época sin precedentes en cuanto a cantidad de espectáculos deportivos, sean de la índole que sean”. “El sector del entretenimiento no para de crecer y probablemente siga haciéndolo gracias al avance de la robotización y la inteligencia artificial”. En consecuencia, recalca, a los actores de la industria deportiva se les exige más y más.
En el fútbol, las competiciones crecen: con el nuevo formato de la Champions de la 2024-25, el finalista pasará de jugar 13 (hace un cuarto de siglo eran 11 y al inicio, siete) a 17 partidos; y el Mundial de Clubes sube de siete a 32 equipos. A ello se añade la novedad de los descuentos interminables. Este curso, cada duelo de la Liga dura de media 101,3 minutos, según Opta. Se añaden tres minutos más que la campaña pasada.
“Se rentabilizan al máximo las posibilidades económicas exprimiendo a los deportistas. Como médico, puedo decir que el 90% de las lesiones de ahora están debidas a un calendario excesivamente mercantilista”, apunta Fernando Gutiérrez, director del Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes-CAR de Madrid. “El cuerpo tiene un límite, y si no le dejamos descansar, no se recupera, no asimila el entrenamiento ni la competición y al sobrecargarse empiezan las lesiones”, prosigue Gutiérrez, que a su vez hace referencia al efecto de los viajes y a la incidencia del estrés, puesto que “produce una falta de relajación general, y el aparato musculoesquelético se contrae, se ve afectado”. “Eso genera lesiones. Lo físico y lo psicológico están muy conectados. Si falla una cosa afecta a la otra”, subraya.
La gestión de cargas
Alertados, los cuerpos técnicos han hecho una apuesta (en la medida de lo posible) por el load management; esto es, el control del estrés físico y mental de los profesionales. “Popovich [técnico de los Spurs] fue uno de los primeros en emplearlo”, recuerda Villarón Casales, “pero fue sancionado [la NBA le impuso 250.000 dólares en 2012] por reservar a cuatro jugadores, al entender que repercutía en el espectáculo”. Y agrega: “Pero en el deporte de hoy va a ser un concepto esencial. La exigencia es cada vez mayor, así que ahora se controla y se estudia todo muchísimo; al deportista se le supervisa igual que a un bólido de Fórmula 1 y cada vez tienen carreras más largas, porque se cuidan mucho más. Pero la realidad es la que es... Lo de las pretemporadas en Estados Unidos o Asia es una barbaridad, pero económicamente son rentables″.
En el baloncesto, los quebraderos de cabeza de los clubes más fuertes son continuos. El calendario se multiplica por dos para Madrid, Barcelona, Baskonia y Valencia, los cuatro equipos españoles que disputan la Euroliga, ya que afrontan dos Ligas por curso: la doméstica, de 34 partidos de fase regular más las eliminatorias por el título, y la europea, de otros 34 encuentros de liguilla que dan acceso a los cuartos y de ahí a la Final Four. Y luego está el fin de semana de la Copa. El Madrid, por ejemplo, disputó la temporada pasada 88 encuentros y varias de sus estrellas superaron los 1.000 minutos. “Las competiciones quieren ser atractivas para el público y quieren ser rentables, y nos olvidamos de quienes están detrás, que son personas”, advertía el técnico blanco, Chus Mateo. A esto se le suma el conflicto entre la FIBA y la Euroliga en las últimas temporadas, que llevó a que los partidos de las selecciones y los choques de la competición europea acabaran unos encima de los otros. En julio pasado, los dos organismos pactaron poner fin a la guerra y crear un calendario único. Pero el tiempo sigue siendo limitado.
Al otro lado del charco, la NBA también multiplica el negocio. Entre noviembre y diciembre se disputa un nuevo torneo copero (NBA Cup), con semifinal y final en Las Vegas, para elevar el espectáculo dentro de una Liga de 82 partidos de temporada regular y que registra, incluso, citas en París y México como parte de la venta del producto.
El concepto de gestión de cargas de trabajo, mantra de ahora, objetivo soñado por fútbol y baloncesto, lleva años de aplicación en el ciclismo. Los mejores corredores de los mejores equipos cada vez compiten menos y se entrenan más, y son protagonistas en todas las carreras que corren. Si hasta hace 10 años, cuando algunas carreras se consideraban una preparación para objetivos más importantes, eran habituales para las figuras calendarios con 90 días de competición, en la temporada recién acabada, ninguno de los grandes ha llegado a 70. Vingegaard y Evenepoel, con 67, han sido los más exhibicionistas; Pogacar se quedó en 49 (una caída le tuvo dos meses parado), Roglic se quedó en 64, Van Aert en 55 y Van der Poel, quizá el mejor del año, solo corrió 46. Los 77 días de Sepp Kuss fueron la excepción. Dos de los mejores españoles, Carlos Rodríguez y Enric Mas, solo alcanzaron 53 días de competición y Pello Bilbao, un habitual estajanovista del pedal, 59.
El ciclismo marca así la dirección del retorno al pasado que buscan los responsables de los equipos de fútbol y baloncesto, cuyos calendarios sobrecargados y obligaciones comerciales de sus clubes, han derivado, justo cuando los futbolistas son más conscientes de su cuerpo, son más atletas y el estilo de juego les exige más velocidad, aceleración, salto, explosividad, en la práctica eliminación de la pretemporada y en la imposibilidad de entrenar regularmente en semanas en las que disputan un partido cada 72 horas, con viajes intermedios incluidos. Hace más de dos décadas, el Madrid y el Athletic, entre otros, ya contrataron a fisiólogos procedentes del ciclismo y ahora, la creación de una dirección integrada por un equipo de científicos del deporte se considera una obligación. El gran ejemplo es el del Athletic, que ha contratado a Íñigo San Millán, histórico en el ciclismo y entrenador en el UAE de Pogacar.
“Con el calendario de ahora, me hubiera retirado antes”, le confesaba Dani Pedrosa a Aleix Espargaró tras probar en Misano, como piloto invitado, el nuevo formato de gran premio en MotoGP. Esta temporada, los pilotos han visto cómo su trabajo se multiplicaba con la introducción de las carreras sprint del sábado. El año que viene, se han programado 22 citas de récord y habrá 44 carreras puntuables en el calendario. “Las sprint están bien, pero tener una en cada parada es demasiado. Más carreras equivale a más posibilidades de caer. Y más posibilidades de lesionarse”, opina Pecco Bagnaia, vigente campeón del mundo.
“Son buenas para el espectáculo, pero demasiado exigentes para los pilotos. Hay demasiadas”, concuerda Marc Márquez. Dorna, organizadora del certamen, define como un éxito rotundo el estreno del formato, que ha permitido mejorar la asistencia de público a los circuitos y las audiencias televisivas. La gran preocupación de los pilotos, que están ultimando la creación de una unión para defender sus intereses, es el notable aumento de lesiones observado este año. “Físicamente llegamos al límite a este final de temporada”, concluye Àlex Márquez, mientras las cifras dicen que en 2023 se ha batido un récord negativo de bajas: en ninguno de los 20 grandes premios disputados han competido los 22 pilotos titulares, y en total se han registrado 50 ausencias cuando el promedio de la última década ha sido de 19.
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