El Real Madrid no precisa una catarsis
Antes de abordar un abrupto cambio de ciclo, que en parte ya estaba a la vista antes del batacazo, conviene partir de una conclusión raramente aceptada. ¿Por qué demonios un rival de élite no puede ser un día mucho mejor?
Solo un mito como Paco Gento ha logrado más Copas de Europa que Carvajal, Benzema, Modric, Kroos y Nacho, cinco de los caídos en el vendaval de Mánchester. Y nadie ha levantado más orejonas como técnico que Carlo Ancelotti, el más señalado por el trompazo con el City. En el fútbol la memoria suele ser canija cuando afloran como una marabunta los apresurados lectores de ...
Solo un mito como Paco Gento ha logrado más Copas de Europa que Carvajal, Benzema, Modric, Kroos y Nacho, cinco de los caídos en el vendaval de Mánchester. Y nadie ha levantado más orejonas como técnico que Carlo Ancelotti, el más señalado por el trompazo con el City. En el fútbol la memoria suele ser canija cuando afloran como una marabunta los apresurados lectores de resultados. Máxime con el club más célebre de la galaxia por delante. En el Real Madrid el presente fue anteayer y el futuro no pasa de hoy. Es su seña, de acuerdo. Pero ni siquiera un azote como el propinado por los de Pep Guardiola debería llevar a una purga precipitada y extrema.
También hay que ser el Real Madrid para vislumbrar el cuándo y el cómo de toda transición, sin condicionantes honoríficos del pasado —por reciente que sea— y berrinches inmediatos del hoy. Con una marca sin parangón, un estadio del siglo XXII, una caja sin telarañas, un puñado de jóvenes en ebullición y una cantera sobresaliente, sobran los latigazos tremendistas por mucho que truene un 4-0.
Antes de abordar un abrupto cambio de ciclo, que en parte ya estaba a la vista antes del batacazo, conviene partir de una conclusión raramente aceptada. ¿Por qué demonios un rival de élite no puede ser un día mucho mejor? El City, que no es el Escalerillas, lo fue. Cabe que el campeonísimo Real Madrid del curso pasado fuera tan irreal como real ha sido la paliza en el Etihad. Entonces, con el cambio catedralicio del Bernabéu por el medio, la entidad amortiguó el gasto deportivo al amparo del doblete. Tan pendular puede ser el fútbol que puede que el desvalido Madrid de este miércoles no fuera un equipo terminal del todo, sino accidentado ante un adversario por las nubes y precise cierta reparación. Si el debate solo remite a Rüdiger o Militão es que el muerto está muy vivo.
Con Ancelotti a la cabeza, este Madrid merece todos los honores. No requiere, para nada, quemarse en una repentina hoguera, que atizadores ventajistas no faltan. Es hora de una reflexión, no de sacar conclusiones de la demoscopia mediática y popular. Otra cosa es que se analice el devenir de futbolistas como Kroos (33 años), Modric (38 en septiembre) y Benzema (36 en diciembre), pilares de un Real glorioso para los que no abundan recambios a la altura en el bazar internacional.
Jugadores eternos que quizá ya no sean imprescindibles, pero, si ellos se apuntan y el club lo suscribe, pueden ser necesarios para tutelar la metamorfosis que irremediablemente se avecina. En el deporte el edadismo es una barrera infranqueable, pero, de aceptar un estrado menos principal, pueden ser un hilo intergeneracional si, por supuesto, la entidad lo considera. En caso contrario, deberían salir de Chamartín en una carroza.
Hace apenas unos días, Sergio Llull (36 años en noviembre) y Rudy Fernández (38), que no tienen el mismo contador de minutos desde hace tiempo, se batieron como cadetes por los suelos del Wizink Center para despachar al Partizán del docto Zeljko Obradovic. En la cancha no suman con la regularidad de antes, pero en el vestuario son el retrato que todos los camaradas deben tener en su mesilla.
No muy lejos queda tampoco el caso del Barça, némesis del Madrid. No han sido pocas las costaladas europeas de los azulgrana mientras la entidad zozobraba con la renovación de un equipo museístico colgado hasta el infinito y más allá de Messi mientras iban soltando amarras Xavi, Iniesta y compañía. Busquets, de retirada barcelonista, ha sido el último eslabón, una referencia imprescindible sin el resto de pretorianos. Nada mal les ha ido a Gavi y Pedri a su lado.
A Vinicius, Rodrygo, Camavinga, Valverde y Tchouameni —más los Bellingham venideros de turno— les iría bien la ilustrada tutela de Ancelotti y alguno de los que están al borde de la jubilación. Además, ¿dónde hay un Modric o un Kroos? Sin Mbappé y Haaland a tiro, ¿dónde hay otro Benzema? ¿Hubiera supuesto lo mismo la marcha de Cristiano Ronaldo sin la continuidad de Modric, Kroos y Benzema? Otra cosa es que los tres quieran asumir que deben aparcarse cada vez más con el mejor amparo posible, el del sabio Ancelotti, que mece los vestuarios como pocos. El de los veteranos y el de los noveles.
Sin necesidad de una catarsis, aun sabiendo que en un club como este todo son apremios incomparables, el Real Madrid puede afrontar una mudanza firme pero sosegada. No parece estar tieso de tesorería, tiene alumnos de tronío y maestros legendarios en nómina.
Al margen de los jovenzuelos al alza, cuenta con un porterazo, estupendos centrales y suplentes muy convalidados en caso de alargar la estancia (Nacho, Ceballos, Asensio). Con este cesto, el Madrid vapuleó al Liverpool hace unos meses, se sacudió al Chelsea como a una mosca y arrasó al Barça copero en el Camp Nou. La merma de aliento de los veteranos le ha perjudicado en el largo recorrido, y es ahí donde precisa algo de bisturí, no necesariamente una operación a vida o muerte.
Que no impere la ansiedad por la 16ª cuando todavía está por llegar la 15ª. ¡Cómo es el fútbol! Clubes de lo más prósperos económicamente con el marcador europeo a cero no tienen tales urgencias. Es una de las líneas divisorias entre el City recién llegado a la nomenclatura con el genial Guardiola como abanderado y el insaciable Real Madrid de toda la vida. Un club que no tiene por qué devorarse sin perder su esencia de ganar, ganar o ganar.
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