El ‘derby’ de Milán celebra la resistencia
El Inter y el Milan, que luchan por el cuarto puesto de la Serie A, se aferran a su orden defensivo a falta de jugadores brillantes
Milán vive en ebullición las vísperas del derby del cruce del desierto. La emoción que brotará de las gradas repletas de San Siro —75.000 espectadores fanatizados por el clima de rivalidad vecinal— contrasta con la pobreza futbolística de la semifinal. Se enfrentan dos planteles que no se inscriben entre los diez más valiosos de Europa, según las ponderaciones de las mayores agencias de tasación de la industria. Dos equipos cuya máxima aspiración en lo que queda de c...
Milán vive en ebullición las vísperas del derby del cruce del desierto. La emoción que brotará de las gradas repletas de San Siro —75.000 espectadores fanatizados por el clima de rivalidad vecinal— contrasta con la pobreza futbolística de la semifinal. Se enfrentan dos planteles que no se inscriben entre los diez más valiosos de Europa, según las ponderaciones de las mayores agencias de tasación de la industria. Dos equipos cuya máxima aspiración en lo que queda de curso en la Serie A consiste en asegurar el cuarto puesto. Nada que ver, ni en la estructura institucional ni en las plantillas, con las dos potencias que se midieron en la semifinal de Champions de mayo de 2003. El Inter y el Milan que se enfrentarán esta noche (21:00 horas, Movistar) han hecho de su singladura europea una toma de conciencia de la dura realidad que les embarga. Con estrategias y filosofías inspiradas en los viejos principios del catenaccio, ambos equipos han construido un monumento a la resistencia.
Simone Inzaghi, el entrenador interista, proclamó en pocas palabras el ideario que le ha inspirado a lo largo del torneo. “Habrá momentos en los que el Inter será más ofensivo y momentos en los que será más defensivo”, dijo. “Claramente, como hemos hecho en los octavos [contra el Oporto] y los cuartos [contra el Benfica] deberemos jugar juntos con mucho sacrificio. Las carreras para ayudar al compañero de al lado serán muy importantes”.
Velado tras la cortina del perogrullo y la fórmula tópica se esconde la verdad en la idea del “sacrificio”, palabra de reminiscencias atávicas para el calcio. La realidad es que tanto Inzaghi como su contraparte, Stafano Pioli, han llegado a la sabia conclusión que sin suficientes jugadores de primer nivel no les queda más remedio que hacer aquello que se saben de memoria: construir estructuras defensivas capaces de aguantar un huracán. El “sacrificio”, en el fútbol, tiene consistencia de hormigón.
La Serie A puso a cada uno en su sitio. Muy lejos del nivel de la Juventus y el Nápoles, y quizás incluso lejos del Lazio de Pedrito Rodríguez, Inter y Milan se han dado un baño de realismo. Si los clubes que se midieron en esta misma instancia en 2003 constituían el tercero (Milan) y el sexto (Inter) del ránking de ingresos Deloitte, los que se vuelven a cruzar ahora ocupan respectivamente los puestos 16º y 14º sin que los ingresos se hayan movido al alza de manera relevante. La inflación que engordó los presupuestos de los clubes de la Premier, la Liga y la Bundesliga, ha dejado a los dos gigantes de Lombardía allí donde comenzaron el siglo.
Dice la prensa de Italia que sin Rafael Leao, su portentoso extremo portugués, el Milan pierde la mitad de su poder ofensivo. Lo cierto es que Leao, que alega una oscura lesión muscular para darse de baja, nunca destacó por su sentido de la profundidad cuando enfrenta rivales que se blindan en su campo como se suele blindar el Inter. Al legendario Milan, antaño bendecido por Van Basten, Shevshenko o Savicevic, no le queda instrumento más punzante que Theo Hernández, su aventurero lateral zurdo.
El paciente Pioli hizo una llamada al optimismo con la voz rota de un anciano chamán. “Eliminamos al Tottenham, eliminamos al Nápoles... podemos eliminar a cualquiera”, dijo el técnico, que apeló a fuerzas invisibles. El pasado futbolero, fuente de supersticiones, favorece a su escudo: el Inter no ha ganado ni uno solo de los cuatro partidos de Champions que jugó contra su vecino.
Pioli tiene la magia. Inzaghi tiene una ligera ventaja técnica: los dos mejores futbolistas del cruce militan en su equipo. El primero, Brozovic, un mediocentro de tal categoría que en el árido contexto interista resulta la pieza más desequilibrante. El segundo, Lukaku, un nueve revenido, sin carácter para triunfar en la Premier pero con suficientes condiciones para aprovechar las miserias que encontrará en el área rival. Los centrales del Milan —con Fikayo Tomori al frente— son los mejores aliados de Lukaku.
Se anuncia un autobús en cada portería de San Siro. Visto lo visto en octavos y cuartos, el destino puede reservar a los contendientes la difusa suerte de los catenacciarios: el que consiga que el rival ataque más, aumentará sus probabilidades de viajar a la final de Estambul.
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