La conveniente felicidad de Messi y el PSG
En un mes sabremos por fin si el argentino sigue en París, o si se marcha a Arabia o Barcelona. Aunque, como diría Sabina: “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”
No existe una definición general y universal de lo que es una buena relación. Pero sí se entiende que debería ser un sentimiento recíproco y bidireccional, y eso nunca se ha dado en el vínculo que tienen Messi y el PSG. Lo único recíproco que hay entre ellos es la conveniencia. Messi necesitaba curar su herida y buscó un parche lejos de Barcelona, y en París necesitaban otra estrella (porque no tenían suficientes) para ganar de una vez por todas la Champi...
No existe una definición general y universal de lo que es una buena relación. Pero sí se entiende que debería ser un sentimiento recíproco y bidireccional, y eso nunca se ha dado en el vínculo que tienen Messi y el PSG. Lo único recíproco que hay entre ellos es la conveniencia. Messi necesitaba curar su herida y buscó un parche lejos de Barcelona, y en París necesitaban otra estrella (porque no tenían suficientes) para ganar de una vez por todas la Champions. Todo empezó forzado.
Que hace unos días el argentino se fuera a Arabia Saudí sin el permiso del club para cumplir con un acto publicitario no ayudó mucho a prosperar la relación, la verdad. Lo que escoció a Al-Khelaïfi no fue que se marchase sin su consentimiento, sino que se fuese a Arabia, justo cuando se está rumoreando que la temporada que viene podría jugar allí. Eso y que se vio superado por la presión popular y decidió castigarlo con dos semanas sin cobrar, sin jugar ni entrenar. De esas dos semanas ha cumplido una, previo perdón público, claro.
Publicó un vídeo de 38 segundos en el que salía vestido de traje, sin corbata, con las manos en los bolsillos y con la misma pose que tiene un niño cuando tiene que pedir perdón a su hermano obligado por sus padres. Se excusó en un patrón que había seguido el equipo, el de librar después de cada partido. Y se justificó con un compromiso publicitario. Messi pidió perdón de forma funcionarial, sin sentirlo. Como el que ficha al entrar a trabajar o se lava los dientes por la mañana. Es lo que toca. Un discurso que podría haber escrito con ChatGPT. Pero le funcionó.
No se puede decir que el lunes fuese un mal día para él. Por la mañana, indulto del club y por la tarde, premio en la gala Laureus 2023 que le acredita como mejor deportista del año.
Yo nunca he recibido un premio individual, así que no sé muy bien qué diría en el momento de recogerlo. Supongo que me acordaría de mi familia y amigos. De los que han estado a lo largo del camino y no al final, esos son los que de verdad importan. La gente que te viene a la cabeza en ese momento es la gente que más significa para ti, la que más te ha marcado y la que te evoca todas las veces que has sido feliz. Así que, desde mi nula experiencia preparando discursos, me atrevería a decir que a Messi le pasó un poco eso. Subido al escenario y recogiendo uno de los Oscars del deporte, se acordó de los que más ha querido. Sus palabras se dirigieron, obviamente a su familia, a la selección argentina, con la que hace unos meses tocó el cielo mundial en Qatar. Y también se acordó del Barça. Del PSG, ni rastro. El discurso no fue nada muy lacrimógeno, pero sí significativo: “Este año tuve la suerte de cumplir mi gran sueño, ser campeón del mundo, me costó muchísimo, casi toda mi carrera, en el medio pasé de todo, muchas alegrías con el Barcelona y muchas tristezas con la selección, pero nunca me detuve, y todo fue una enseñanza para mí”.
Se acordó del club azulgrana como el que se acuerda de su ex. Pasando por encima, pero dejando claro que no lo ha olvidado, que la herida no está cerrada. ¿Nostalgia o guiño? En un mes sabremos por fin si París, Arabia o Barcelona. Aunque, como diría Sabina: “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
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