Ambros Martín, un rey Midas para impulsar a las Guerreras
El técnico canario, que se inició en el balonmano femenino sin apenas conocimiento previo, llega a la selección como el entrenador español más exitoso, con cuatro Champions
En su segunda temporada en los banquillos, en 2004, a Ambros Martín (Arrecife, Las Palmas; 55 años) le llegó una oferta de Navarra, donde le conocían bien porque allí había sido campeón de todo en su etapa de jugador. Pero la propuesta no era de su exequipo, el ya extinto San Antonio, sino del Itxako, un equipo femenino de Estella. Y dudó. No conocía prácticamente nada del balonmano practicado por mujeres, apenas había visto partidos. Algún nombre y poco más. Así que descolgó el teléfono y buscó consejo en dos técnicos referentes: Jordi Ribera y Manolo Cadenas. “Vete. Al final, es balonmano. O...
En su segunda temporada en los banquillos, en 2004, a Ambros Martín (Arrecife, Las Palmas; 55 años) le llegó una oferta de Navarra, donde le conocían bien porque allí había sido campeón de todo en su etapa de jugador. Pero la propuesta no era de su exequipo, el ya extinto San Antonio, sino del Itxako, un equipo femenino de Estella. Y dudó. No conocía prácticamente nada del balonmano practicado por mujeres, apenas había visto partidos. Algún nombre y poco más. Así que descolgó el teléfono y buscó consejo en dos técnicos referentes: Jordi Ribera y Manolo Cadenas. “Vete. Al final, es balonmano. Olvídate de si es masculino o femenino. Si quieres ser entrenador, ahí tienes una opción”, le recomendaron, según desveló el propio Ambros tiempo después.
Les hizo caso y en esa ciudad, a media hora de Pamplona, empezó a levantar el mejor palmarés de un preparador español de este deporte en el apartado femenino. La mejor tarjeta para convertirse ahora en seleccionador de las Guerreras, en sustitución de José Ignacio Prades, que será su segundo tras un año y medio al frente del equipo. A aquel Itxako lo convirtió en subcampeón de Europa en 2011 antes de que la crisis económica del país se lo llevara por delante dos años más tarde, y en esta década de aventura internacional ha levantado cuatro Champions con el Gyori, de Hungría (2013, 2014, 2017 y 2018), el primer fin de semana de junio buscará la quinta con el mismo club, y ha dirigido a muchas de las mejores jugadoras de este periodo, también en la selección rusa, rumana y el Roston-Don (a 1.200 kilómetros al sur de Moscú).
“Soy competitivo al máximo. Desde el primer momento, voy a querer que el equipo trabaje. También me gusta planificar todo con tiempo, no me gusta dejar nada al azar”, dijo de sí mismo este martes en la presentación. El presidente de la federación aseguró que su proyecto es a medio y largo plazo -solo tiene firmado hasta el 31 de diciembre de 2024 porque luego hay elecciones en el máximo órgano-, aunque su primer objetivo es inmediato y el más alto posible: clasificar al equipo para los Juegos de París 2024. “Ni como jugador ni como entrenador he podido participar en una cita olímpica. Ya estamos trabajando para llegar y hacerlo en las mejores condiciones”, apuntó Martín. El billete pasa, de entrada, por alcanzar los cuartos del próximo Mundial (29 de noviembre-17 de diciembre en Noruega, Dinamarca y Suecia) para acceder a los torneos preolímpicos, una meta que exigirá un golpe de riñón.
No ser una sorpresa
“He entrenado a las mejores y me han forzado a mejorar. En esos equipos estás obligado a ganar o, al menos, a llegar. Aquí [en la selección], es ilusión por estar lo más alto posible”, matizó el nuevo seleccionador. “En los grandes campeonatos, siempre se clasifican los mismos [a la lucha por las medallas], pero también hay alguna sorpresa. Lo que me gustaría es que España no fuera una sorpresa, sino que sea una de esas selecciones habituales de las semifinales y finales, como Noruega, Francia, Dinamarca, Suecia o Países Bajos. Todavía no estamos a ese nivel regular, pero espero que algún día podamos codearnos continuamente con estos rivales”, apuntó Ambros Martín, un hombre “más de trabajo que de palabras” al que, según Blázquez, la federación llevaba seduciendo más de una década. “Esto es como cuando buscas un amor, insistes y lo logras”, describió el presidente del balonmano español.
Los mimbres ya los conoce el nuevo técnico: escasez de lanzamiento exterior –”eso lo tendremos que construir con tiempo”, avisó-, y los puntos fuertes del carácter, la capacidad de desequilibrio en el uno contra uno y “las defensas que no gustan a los rivales”. Un menú base que, después de la progresiva retirada de la mejor generación de jugadoras (Marta Mangué y Macarena Aguilar, a la cabeza), solo ha dado para algún campanazo (plata mundial en 2019, sobre todo) dentro de un cuadro general discreto. Hace un mes, pasó un mal rato para superar a Austria en la eliminatoria de clasificación para el Mundial. El abatimiento de la Liga (15ª del ranking europeo y sin acceso posible a la Champions) desde esa crisis global que se cargó a su Itxako tampoco ha ayudado. La intención del preparador es, con el tiempo, participar en la dirección de toda la pirámide formativa del balonmano, como hace Jordi Ribera en el masculino.
Hasta el final de esta campaña, compatibilizará el cargo con el Gyori y luego se dedicará íntegramente a la selección. “Creo que echaré de menos el trabajo del día a día”, admitió. “Lo que pretendo es hacerles llegar a las jugadoras que, si formamos parte de esto, hay que competir al máximo de nuestras posibilidades. Sin ponernos límites y siendo conscientes de la realidad actual del balonmano”, concluyó Ambros Martín, el técnico español más aquilatado para levantar el vuelo de una selección con piel y resultados a la baja.
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