De las cenizas al resurgir de Osasuna: “Cuando llegamos, solo había telarañas”
El club navarro brilla con luz propia después de sortear al abismo económico y deportivo, apoyado en la cantera de Tajonar y en la sensatez en la gestión
El presidente del CA Osasuna, Luis Sabalza (Sangüesa, 75 años) toma asiento en su despacho de El Sadar y define muy gráficamente la situación del club navarro cuando su directiva entró al club: “En la caja fuerte solo había telarañas”. La entidad rojilla era un cascarón vacío, con un estadio anticuado, 40 millones de euros de deuda con Hacienda y una plantilla descompensada. El 17 de junio de 2014, con el equipo en Segunda División tras el descenso consumado, el entonces presidente, Miguel Archanco, ni siquiera pudo imprimir el plan de viabilidad que tenía que entregar en el Gobierno de...
El presidente del CA Osasuna, Luis Sabalza (Sangüesa, 75 años) toma asiento en su despacho de El Sadar y define muy gráficamente la situación del club navarro cuando su directiva entró al club: “En la caja fuerte solo había telarañas”. La entidad rojilla era un cascarón vacío, con un estadio anticuado, 40 millones de euros de deuda con Hacienda y una plantilla descompensada. El 17 de junio de 2014, con el equipo en Segunda División tras el descenso consumado, el entonces presidente, Miguel Archanco, ni siquiera pudo imprimir el plan de viabilidad que tenía que entregar en el Gobierno de Navarra. Justo esa mañana, Iberdrola había cortado la luz en el campo y las oficinas, por los reiterados impagos del recibo de la electricidad.
Archanco dimitió ese día y se formó una gestora por sorteo. “Tuvimos que ir a hablar inmediatamente con el Gobierno para que sacase un decreto que permitiese nombrarla para que convocara elecciones”, relata Sabalza, “porque, según los estatutos, las elecciones las tenía que convocar la directiva y si no hay nadie de la directiva, no se podían convocar”.
La situación era crítica. “El club, durante muchos años, lo llevó el señor Vizcay [exgerente, condenado a casi nueve años de prisión]; desde los tiempos de Ezcurra, y cuando yo llegué ya no estaba porque había pedido la cuenta…”, dice Sabalza. “Entonces, cuando entré me encontré una carta del Consejo Superior de Deportes, diciendo que nos habían hecho una auditoría y que había una serie de cuentas y de facturas que no se justificaban”. Sabalza presentó una denuncia en el juzgado, “con la finalidad de decir, oiga, que esto no lo hemos hecho nosotros”, y luego, “salió ya todo lo del caso Osasuna”.
Sabalza y su directiva tuvieron que empezar por el sótano, montar una nueva estructura. Contaron para ello con Fran Canal, que comenzó a ejercer como director general de Osasuna, aunque en principio como consultor externo. “Cuando me incorporé, el dinero que se había recaudado de ese año de campaña de socios, prácticamente se utilizó para pagar las deudas de la temporada anterior”, confiesa el directivo. “Pero bueno, era un reto, y realmente creo que ni en los mejores presagios pensábamos haber llegado donde hemos llegado”, se congratula.
“Teníamos que afrontar tres crisis importantes, las mayores de nuestra historia”, y las enumera: “Una crisis económica, que hacía que las arcas estuvieran vacías y con pagos que atender; una crisis de credibilidad, porque los patrocinadores en ese momento no querían saber nada de Osasuna, no querían vincularse con nosotros; y había incluso una crisis de proveedores, porque no sabían si iban a cobrar”.
El punto de inflexión del proyecto de Sabalza y Canal se produjo en Sabadell. Las dificultades de todo tipo habían abocado a Osasuna a los puestos de descenso. El club se puso en manos de Enrique Martín Monreal, el hombre de la casa, último clavo ardiendo al que agarrarse. El 7 de junio de 2015, en la Nova Creu Alta, con miles de seguidores rojillos en la grada, al equipo navarro le hacía falta un punto para salvarse. El Sabadell se adelantó 2-0. En el minuto 77, David García, ahora capitán, acortó distancias. Cuando el reloj llegaba ya al 90, Javier Flaño consiguió el empate.
La chistera de Braulio
”Si el equipo hubiera caído en Segunda B, las cosas hubieran sido tremendamente más difíciles”, reconoce Canal; “estar en Segunda es una opción para que un equipo se pueda ir armando desde el punto de vista deportivo y pueda ir sentando unas bases serias desde lo estratégico y lo empresarial”. El descenso, remarca, hubiera sido una catástrofe: “La Segunda es una categoría que permite tener unos ingresos para crecer. Estar por debajo es, literal, el infierno”.
Los astros se volvieron a alinear la siguiente campaña, y también en la última jornada. “Faltaban cinco minutos para terminar el último partido y se dieron una combinación de resultados que nos permitieron jugar la liguilla de ascenso”, relata Canal; “hasta el minuto 85 éramos séptimos y en los últimos cinco minutos nos metimos”. Jugaron, ganaron los cuatro partidos al Nàstic y el Girona, y ascendieron, de nuevo con Martín Monreal en el banquillo. “Al año siguiente pagamos la novatada, pero sobre todo entendimos lo que había que intentar”, explica el director general de Osasuna; “debíamos sentar de una vez por todas las bases del futuro. Aunque descendimos deportivamente, generamos mucho superávit que empleamos en pagar toda la deuda y, a partir de ahí, pues ya comenzamos a despegar”.
Apunta el presidente que “fue un acierto fichar al director deportivo, Braulio Vázquez, porque a partir de ahí, empezamos a ir un poco hacia arriba”. El nuevo responsable deportivo analizó la situación: “Llegamos cuando el equipo bajó a Segunda y todo era un desastre”, confiesa Vázquez. “Aquel equipo encajó 100 goles. Fichamos a Diego Martínez e hicimos una reestructuración de la base importante. Ahí sentamos las bases de lo que se ve hoy. Fue una revolución sosegada, no a la francesa”. Apostilla Sabalza que, “tuvimos la mala suerte de que en el partido de Soria se lesionó Sergio Herrera y nos metieron un gol en el último minuto. Nos quedamos sin entrar en el playoff”.
Y relata Braulio: “A partir de ahí apostamos por Jagoba Arrasate y nos paseamos por Segunda”.
El entrenador osasunista, acostumbrado a jugar con gente de la casa, como aprendió en la Real Sociedad, ha confiado en la cantera desde que llegó. “Con Jagoba han debutado 12 jugadores de la casa, y se ha producido la evolución de piezas importantes como David y Unai García”, reconoce el director deportivo; “los fichajes nos dieron un salto de calidad importante, desde El Chimy hasta Torró, pasando por Rubén García, que lo trajimos cuando fue el MVP de Segunda”. Y añade: “Completamos el puzle con cesiones como la de Estupiñán y ahora la de Abde, que nos ha aportado ese desequilibrio final que necesitábamos”. En el ejercicio 2017-2018, la plantilla de Osasuna estaba valorada por el portal Transfermarket en 16,8 millones de euros y tras la campaña de 2022, en 127.
El símbolo del nuevo Sadar
Ángel Alcalde, el director del fútbol base, cree, como Vázquez, que la cantera es la base sobre la que se asienta el éxito actual de Osasuna. “En el club había lo mínimo, y perdió muchas cosas que luego fue recuperando, pero lo que no perdió, lo que le permitió sobrevivir, fue sobre todo su idiosincrasia”, que se refleja “en esa cantera. Los jugadores de casa tiraron del carro hasta el final y no se rindieron nunca”. Los datos están ahí, tozudos. “En Navarra no llegamos a 700.000 habitantes, como dos barrios de Madrid, pero la realidad y los números nos dicen que por cada 100.000 habitantes, somos la comunidad que más jugadores aporta a Primera División”.
Osasuna tiene 20.000 jugadores bajo su órbita, “y estamos compitiendo de tú a tú en cantera y formación contra clubes en cantera que tienen el doble o el triple de presupuesto”. Trabajan con ellos en tecnificación. “No con los chicos que están aquí en Tajonar, sino que con todo jugador navarro que está en un club convenido, Osasuna trabaja con él durante diez años”.
Desde el último ascenso a Primera, Osasuna se planteó el reto de remodelar El Sadar, una tarea prácticamente concluida. Fran Canal apunta que, “mientras preparábamos los papeles, se aprobó el aval que el Gobierno navarro nos tenía que dar para poder llevar a cabo el estadio. En medio de eso surgió el ascenso y entonces desde la directiva se tomó la decisión de mejorar el proyecto inicial, pasando de 16 millones de euros a 23″. Se convirtió una reforma parcial en una total: “Se cambió la cubierta, se aumentó el número de locales comerciales y otra serie de actuaciones para que el estadio quedara preparado para un periodo muy largo”.
Y así es como ha resurgido Osasuna, de nuevo alegre y otra vez respetado. Tras el borrón, la fiesta ha vuelto a Pamplona.
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