Feliciano López: “En España falta cultura deportiva; si no eres el uno, eres mierda”
El toledano se despide de su deporte tras 26 años de recorrido y dice dejarlo en buenas manos, aunque reclama compromiso a la nueva generación del tenis
Feliciano López (Toledo, 41 años) hace un paréntesis en la ajetreada agenda que tiene estos días para charlar con EL PAÍS. Junto al despacho, su mujer empuja un carrito con el hijo de ambos, de dos años. “La primera semana del torneo es durilla, pero es lo que hay. El teléfono no para y algunos días duermo tres horas, más o menos, pero lo importante es que todo funcione bien”, contesta mientras se ajusta las gafas. El tenista español ejerce desde 2019 como director del Mutua Madrid Open, labor que ha compaginado con ...
Feliciano López (Toledo, 41 años) hace un paréntesis en la ajetreada agenda que tiene estos días para charlar con EL PAÍS. Junto al despacho, su mujer empuja un carrito con el hijo de ambos, de dos años. “La primera semana del torneo es durilla, pero es lo que hay. El teléfono no para y algunos días duermo tres horas, más o menos, pero lo importante es que todo funcione bien”, contesta mientras se ajusta las gafas. El tenista español ejerce desde 2019 como director del Mutua Madrid Open, labor que ha compaginado con una carrera profesional que enfila la última recta y que se cerrará a finales de junio en las pistas de Mallorca. Tras 26 años de recorrido, mil experiencias y habiéndose ganado el respeto de todos sus colegas, colgará la raqueta y lo hará, recalca, en el momento ideal.
Pregunta. ¿Satisfecho?
Respuesta. Sí, sin duda. He tenido la suerte de poder retirarme cuándo y cómo quería hacerlo, y eso no es fácil. Te pueden pasar mil cosas, desde una lesión a cualquier otra circunstancia, y en ese sentido soy afortunado. El año pasado tenía ciertas esperanzas de poder jugar toda la temporada, sabiendo que sería muy difícil repetir lo de 2021, pero a partir de Wimbledon empecé a pensar de verdad cómo quería hacerlo, y entre la edad y otras cosas, ahí me dije: el año que viene me retiro.
P. ¿Qué sello deja Feliciano?
R. Me conformo con que la gente me recuerde como un tío correcto, educado y agradecido, más allá de que guste más o menos mi juego. Si la gente se queda con un buen recuerdo personal, me quedo tranquilo, así de claro. La persona está por encima del tenista, y siento que la gente me tiene aprecio a nivel personal; obviamente no todo el mundo, porque es imposible agradar a todos, pero sí noto que los torneos y los profesionales me tienen cierto cariño, y eso significa que algo has hecho bien.
P. No sucede lo mismo en Twitter, donde suele meterse en algún que otro fregado, ¿no es así?
R. Para mí es un entretenimiento. Es un circo peligroso, una jungla en la que decides entrar, y si eres una persona a la que te afecta lo que pueda decir de ti, mejor no lo hagas. Yo tengo mucha suerte en la vida, así que no puedo estar pensando si están insultándome o no; sé que van a hacerlo, porque hay veces que incluso lo hago para reírme un poco, pero a la vez me da pena. Yo también tengo derecho a decir lo que pienso, pero parece que ciertas personas y de determinados sectores, no tenemos derecho a hablar o a opinar; parece que los deportistas somos todos tontos y que ninguno sabemos de nada. ¿Por qué? Tenemos el mismo derecho que cualquier otro ciudadano. A veces, cuando quieres decir algo en serio, te descalifican rápido: este es tenista, estos son ricos… Hay unos clichés en la sociedad que tienen que desaparecer, y España no avanza en ese sentido. Es un circo peligroso.
Parece que los deportistas somos todos tontos, pero tenemos el mismo derecho a opinar que cualquiera
P. ¿Se corresponde la imagen que proyecta con la realidad?
R. Depende en qué sectores. Yo me siento respetado por la gente de mi mundo, y eso es lo que verdaderamente importa. En España no hay una cultura deportiva grande. Aquí son los Rafa Nadal, Iker Casillas, Pau Gasol cuando fue a la NBA, Fernando Alonso cuando ganaba… y, de repente, lo demás no existe. No hay una cultura suficiente para apreciar lo difícil que es todo esto. No sucede en la anglosajona o la de Sudamérica; en Estados Unidos, un profesional bueno de cualquier ámbito está supervalorado, y aquí si no eres el uno, eres mierda. Alguien está arriba, y de repente lo ponen a parir, como a Alonso, pero ahora le dan un coche que tira y vuelve a ser competitivo, y parece que Carlos Sainz ya no existe.
P. Entonces, ¿falta respeto hacia la figura del deportista?
R. Sí, pero no solo al deportista. En otros países siento que la gente conoce mucho más y mejor a los deportistas, que están mucho más informados. Aquí, en España, te conocen más por tener una novia que presenta un programa en la televisión que por jugar al tenis. Hay un núcleo pequeño que sí tiene ese respeto, como la gente mayor; por la calle te paran personas de 70 u 80 años que ven tenis como locas, pero hay mucha otra gente que está solo con el que triunfa y que se olvida de todo muy rápido. Es como lo siento, siempre lo he pensado. Parece que ser 15 del mundo no es nada. En cualquier otro país David Ferrer hubiese sido un ídolo nacional.
P. ¿Qué dimensión tendría Nadal si fuera estadounidense, por ejemplo?
R. Sería más grande todavía. No sé si por la cultura del país o por los mercados, pero al final, ser una leyenda en España te sitúa en un lugar diferente a la de otro país. Lo que sale de aquí no tiene la misma repercusión; la tiene, pero no tanta. Ser inglés o americano y ser una leyenda te coloca en otro sitio a nivel de publicidad y mercados; después, a nivel de reconocimiento popular, no creo que sea tan diferente. Por ejemplo, LeBron James no sale de su país, juega solo allí, pero es una megaestrella porque se lo ha ganado.
P. Ahora que se retira y va cerrándose una etapa, ¿queda el tenis en buenas manos?
R. A nivel de estándares, el circuito está infinitamente mejor que cuando yo comencé. Los torneos han crecido muchísimo. Muchos chicos que empiezan ahora están recibiendo el legado que estos tres [Nadal, Federer y Djokovic] han ido construyendo. Sin ellos tres, nunca se hubiera llegado adonde estamos ahora. Es bueno que la gente entienda de dónde venimos. Yo he tenido la suerte de jugar con diferentes generaciones y de ver cómo era el circuito hace dos décadas, y estoy muy agradecido a toda la gente que ha trabajado para que hayamos llegado hasta aquí; les doy las gracias a Rafa, Federer y Djokovic, sobre todo a los dos primeros porque con su rivalidad lo potenciaron todo; después consiguió unirse Novak. Gracias a los Borg y McEnroe el tenis logró tener popularidad; después estuvieron Sampras y Agassi, y luego llegaron estos tres, que lo han multiplicado todo. Los chicos jóvenes tienen que saber de dónde venimos.
P. ¿Y lo saben?
R. No, porque todo es diferente. La manera de vivir un torneo es muy distinta. Para empezar, nosotros nos juntábamos entre nosotros mucho más; yo iba a cenar con, mínimo, tres o cuatro compañeros, y ahora eso no sucede. No quiero decir lo típico, que todo lo de antes era mejor, sino que lo creo de verdad; me refiero al comportamiento de la gente, a cómo era el mundo, éramos más libres… Ahora tienes muchas más facilidades, pero creo que el mundo era mejor hace 20 años. A los de ahora les debe llegar el mensaje de que ha costado mucho llegar hasta aquí; no deis todo esto por sentado. Ir a un Grand Slam y ganar 70.000 euros es una locura… ¡Yo ganaba 11.000 hace no tanto, que no soy Björn Borg! Hace nada teníamos unos niveles mucho más bajos, así que vamos a ser un poco más agradecidos, y con la determinación de seguir creciendo para poder dar de comer a más tenistas. Deben entender que estamos a unos niveles brutales. No los juzgo, porque tú naces en el mundo en el que naces y te crías en el entorno que te toca, pero todo funciona de una manera diferente. Yo, con 20 años, no me daba cuenta de muchas cosas en el circuito, pero luego, cuando te haces mayor y analizas un poco… Tenemos que explicárselo todo.
Me retiro tranquilo. Siento el cariño del tenis, y al final eso es lo que importa; algo has hecho algo bien...
P. Desde la experiencia, ¿cómo percibe lo que está sucediendo con Carlos Alcaraz?
R. Ha desatado una locura. Creo que después de esos tres tíos [Nadal, Federer y Djokovic], yo no he visto nada como lo de Carlitos, y eso que he visto tenis... Es algo muy diferente a todos los grandes talentos que han surgido, aparte de estos tres. Es lo mejor que he visto, sin duda.
P. ¿Se marcha entonces tranquilo? ¿Qué planes maneja?
R. El tenis me lo ha dado todo y ahora me apetece formarme un poco más, sobre todo a nivel de negocios; no sé dónde, pero tengo algunas cosas pensadas. También podré dedicarle un poco más de tiempo al torneo, porque hasta ahora no podía hacerlo de pleno, y también quiero disfrutar de mi familia. A corto o medio plazo tampoco tengo nada concreto, pero hay una buena base para la transición; he tenido la suerte de que hace cuatro años me llegó esta oportunidad y he tenido la suerte de poder ir dirigiéndome poco a poco hacia la retirada, no de golpe. Insisto: he tenido mucha suerte.
P. De traje o raqueta en mano. ¿Cuándo siente mayor responsabilidad?
R. Cuando trabajas en un torneo como este, si pasa algo eres la cara visible, así que tienes una responsabilidad grande; jugando al tenis, en cambio, la única responsabilidad que siento es conmigo mismo, y además estoy acostumbrado a eso desde pequeño... Si pierdo o hago algo mal, el cabreo me puede durar más o menos y el único perjudicado soy yo, pero aquí afecta a mucha más gente.
“ESTE TORNEO NO ES DE NINGÚN PARTIDO”
Celebrado del 90 al 94 en Estocolmo, en 1995 en Essen (Alemania) y del 96 a 2001 en Stuttgart, el Masters de Madrid se asentó en la capital española en 2002. Desde ese curso hasta 2008, el Rockódromo de la Casa de Campo servía de marco, sobre moqueta, y a partir de 2009 se mudó a la Caja Mágica del barrio de San Fermín.
Moldeado por el multimillonario Jon Tiriac, hace dos años fue comprado por la multinacional IMG –gigante del marketing deportivo– y continuará en España hasta 2031, después de varios años de especulaciones sobre su posible traslado al extranjero y de varios tiras y afloja entre los mandatarios y el Ayuntamiento.
“Manolo [Santana] convence en su día al alcalde, que en ese momento era Álvarez del Manzano [del Partido Popular], y nace el proyecto gracias a que le dice que hay una oportunidad increíble de traer el torneo aquí”, rebobina Feliciano; “costó mucho, porque aquí hay muy pocos eventos así: está la Fórmula 1 en Montmeló, pero no somos un país que organice muchos eventos deportivos y Madrid no es una ciudad donde precisamente haya muchos”.
Durante el mandato de Manuela Carmena, se difundió un presunto distanciamiento entre el torneo y la alcaldía, algo que niega el director actual. “Todos los alcaldes han sido buenísimos con nosotros. Lo que pasó con Carmena fue una absoluta malinterpretación; tanto ella como su segundo, Luis Cueto, se han portado genial, y cuando digo genial es genial; el problema fue a raíz de unos concejales que usaron dinero público. Parecía que Carmena no lo apoyaba, pero nada de eso”, matiza López.
“Eran conscientes de que el torneo era muy bueno para la ciudad. Este torneo no es de ningún partido. Gerard [Tsobanian, director ejecutivo] les ha dicho a todos los políticos que este torneo no puede depender de quién esté gobernando la ciudad; el torneo es de Madrid y de los madrileños, y punto. Por eso los acuerdos son tan largos y se ha firmado hasta 2031”, zanja.
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