Jornada terapéutica para Benzema en la goleada al Valladolid
El delantero francés se apunta un triplete en menos de siete minutos ante un equipo pucelano flojo atrás pero con dos ocasiones muy claras al inicio (6-0)
El Madrid arrancó su largo desierto liguero con una sesión terapéutica para Karim Benzema, su estrella necesitada. A la espera de señales convincentes del francés en las pocas jornadas de verdad que le restan al equipo blanco este curso, el Balón de Oro dibujó después de muchas penurias una sonrisa gracias a un triplete en menos de siete minutos. Mimos para su fútbol y alimento para la estadística a costa de un Valladolid que empezó con buen trazo y cerró el choque con dos palos, pero desp...
El Madrid arrancó su largo desierto liguero con una sesión terapéutica para Karim Benzema, su estrella necesitada. A la espera de señales convincentes del francés en las pocas jornadas de verdad que le restan al equipo blanco este curso, el Balón de Oro dibujó después de muchas penurias una sonrisa gracias a un triplete en menos de siete minutos. Mimos para su fútbol y alimento para la estadística a costa de un Valladolid que empezó con buen trazo y cerró el choque con dos palos, pero desplumado en un cuarto de hora debido a su flojera defensiva.
Antes de la pausa, ya estaba todo tan liquidado en Chamartín que fue la hora de los sin tierra. Volvió a aparecer Hazard, del que no se sabía nada desde el 3 de enero en Copa contra el Cacereño y en Liga, desde el 11 de septiembre. El anfiteatro lo recibió entre algunos pitidos y la indiferencia general. El sexto, tras fallarlo él, se lo allanó a Lucas Vázquez. Y también comparecieron Vallejo, inédito en el torneo, y Odriozola. Descanso para Karim y Vinicius antes de la primera de las tres finales —al menos, de momento— que le quedan al Madrid, la vuelta el miércoles de las semifinales coperas en Barcelona (0-1 en la ida).
Con Modric y Valverde tomando aire tras el tute con sus selecciones, Carlo Ancelotti echó mano de su último retoque en el clásico, cuando al fin se lanzó al abordaje con cuatro atacantes: Vinicius, Asensio, Rodrygo y Benzema. En el Camp Nou llegó tarde y acabó entregando las llaves de la Liga, pero contra el Valladolid todo le resultó mucho más placentero. Beneficiado por un equipo de Pacheta completamente descosido atrás y sin su nuevo pistolero arriba (Clyde Larin), Benzema se desquitó a sus anchas, al menos por un rato, de unos meses de lesiones, parones y muchas tribulaciones.
Antes del festín del francés, no obstante, la necesidad pucelana fue la primera en dar señales de vida con dos oportunidades muy claras en un minuto. La defensa blanca le concedió todo el tiempo que quiso a Roque Mesa para estampar la pelota en el palo derecho de Courtois. Y al siguiente parpadeo, Oliveira enlazó sin obstáculos con Monchu, que desde el punto de penalti y en la más absoluta de las soledades la mandó fuera. Silbidos en Chamartín, que había recibido a los suyos en silencio a 15 puntos del Barcelona pero no estaba dispuesto a sufrir otro roto.
El inicio de Rodrygo
Los pequeños anuncian grandes nubarrones y los grandes desatan pequeños tornados sin previo aviso. Y eso fue lo que sucedió a partir del minuto 20. El primero que encontró alivio fue Rodrygo, seco en Liga desde el clásico del 16 de octubre. 16 partidos y 1.120 minutos sin meter en el torneo doméstico. Un agujero que ayuda a explicar las jornadas de insuficiencias que la delantera blanca ha padecido en su muerte en tres meses en la Liga. Camavinga —de nuevo en el lateral por los problemas en la rodilla izquierda de Rüdiger— robó en su zona, Asensio lanzó la contra, atrajo a los centrales y el brasileño, que luego sumó dos asistencias, la cruzó a su antojo.
El cohete para la posterior explosión de Benzema, autor de un triplete en seis minutos y medio, el más rápido en el torneo desde el de Gameiro con el Atlético y ante el Sporting en 2017 (cuatro minutos y 45 segundos). En los últimos dos meses y medio, apenas había celebrado en Liga dos penaltis frente al Elche. Para el primero ante el Valladolid requirió de Vinicius, el único que siempre ha tirado de pico y pala. El extremo le metió un pase filtrado al segundo palo que, ante la mirada de El Yamiq y Asenjo, el francés solo tuvo que poner la cabeza. Los dos siguientes sí le exigieron más finura. El segundo lo inició en tres cuartos, se fue haciendo sitio en la frontal sin nadie que le tosiera y la ajustó al palo derecho. Y en el tercero necesitó de un escorzo para hacer bueno un centro de Rodrygo. Todavía antes de la pausa dejó otro disparo desde un rincón del área que mandó fuera. Después de tanta espera, fue su rato.
El Valladolid, que se había desplegado con mérito, se quebró por los cuatro costados, abierto en canal y zarandeado por una nutrida delantera blanca que se movía en su jardín. Para el resumen de lo mejor de la tarde no le faltaron fogonazos. A la vuelta del descanso, otro tiro a la madera, del recién salido Kike Pérez. Este ya, eso sí, a título de inventario. También la mandó al palo Rodrygo después de un buen recorte precedido por la jugada más antigua del fútbol: pelotazo arriba de Courtois. El quinto correspondió a Asensio, que en el primer acto se quedó con las ganas en un mano a mano, y el sexto lo fabricó Lucas Vázquez con la mano de Hazard. Superado el agobio inicial, tarde de baño y masaje para un lastimado Madrid en Liga que el miércoles volverá jugarse el pescuezo en el Camp Nou.
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