Nasser Al-Attiyah, el campeón que siempre sonríe, gana su quinto Dakar
El piloto catarí, de 52 años, se destaca como el segundo piloto de la historia con más victorias en categoría de coches y repite triunfo sin despeinarse en tierras saudíes
Nasser Al-Attiyah (Doha, Qatar, 52 años) no ha necesitado más que gestionar el liderato del Dakar 2023 para proclamarse vencedor de la prueba por quinta ocasión, la segunda consecutiva. El piloto de Toyota aprovechó la mala suerte de sus rivales y la fiabilidad de su asociación con Mathieu Baumel, su copiloto, y la marca japonesa para levantar su segunda corona en tierras saudíes después de cruzar el país en 45h03m15s. Ahora es el s...
Nasser Al-Attiyah (Doha, Qatar, 52 años) no ha necesitado más que gestionar el liderato del Dakar 2023 para proclamarse vencedor de la prueba por quinta ocasión, la segunda consecutiva. El piloto de Toyota aprovechó la mala suerte de sus rivales y la fiabilidad de su asociación con Mathieu Baumel, su copiloto, y la marca japonesa para levantar su segunda corona en tierras saudíes después de cruzar el país en 45h03m15s. Ahora es el segundo piloto con más Touaregs de la historia en coches por detrás de Stéphane Peterhansel, que ha ganado ocho a cuatro ruedas y otros seis en motos.
La falta de emoción no le quita mérito al catarí, tenaz como pocos. En las últimas 14 ediciones del rally ha subido al podio en 11 ocasiones. El resto ha abandonado. “Aquí nunca te puedes relajar. Trabajo duro cada día para mantener todo en su sitio”, comenta el ganador, una de las personalidades más reconocibles en el vivac. “Esto significa mucho para mí, para mi gente y mi país”. Al-Attiyah, como hizo el año pasado, piensa volver a Qatar en su propio coche con el trofeo de acompañante. “Lo disfruto. Es bonito estar con algo que amas y volver juntos a casa”, confiesa. No le importa redondear en 9.000 el número de kilómetros recorridos después de las dos últimas semanas atravesando Arabia Saudí. El país vecino –aunque no amigo del emirato y del emir, familiar suyo– le sienta bien: dos victorias y dos segundos puestos desde su estreno en 2020.
En la presente edición, desde la sexta etapa, cuando los Audi de Monsieur Dakar -como se conoce a Peterhansel- y Carlos Sainz se accidentaron simultánea y fulminantemente, no ha tenido ningún rival a menos de una hora de distancia. Se ha dedicado a gestionar su cómodo colchón al frente de la carrera, una situación que ya dominó el año pasado, cuando Sébastien Loeb le apretó incluso más. El francés, nuevo récord de victorias consecutivas en el rally (6), perdió todas sus opciones entre la segunda y la tercera etapa, cuando tres pinchazos y un vuelco le retrasaron más de dos horas en la general. Guerlain Chicherit ganó la última especial de 136 km, donde nadie se jugaba gran cosa. Luca Moraes, un novato brasileño de 32 años, completó el podio en la línea de meta en Dammam. Hasta Al-Attiyah reconoció que él prefiere competir más: “Si Dios quiere, la siguiente carrera estará más reñida”.
A falta de riñas, el catarí desplegó su habitual buen humor entre amigos y desconocidos. Siempre dibuja una sonrisa y nunca le falta tiempo para saludar y atender a las peticiones de cualquiera, desde los periodistas hasta los aficionados. “Nasser es alguien único. Intenta cuidar a todo el mundo. Si tienes frío te da su chaqueta, si necesitas algo en medio del desierto intenta conseguirlo de alguna manera”, le elogia Baumel, su copiloto francés. Se conocen desde 2006 y llevan nueve años trabajando juntos en la cabina. De Al-Attiyah no se conoce mucho de su vida personal, reservado y respetado por su entorno más cercano.
Un catalán, Jordi Vidal, lleva seis años trabajando como su asistente personal. “Es muy tranquilo, nunca le he visto gritar a nadie. No se pone nervioso. Parece que esté en un test, no en una competición”, asegura. El piloto es propietario de una masía con un circuito de tierra en Castellfollit del Boix (Barcelona), un pueblo de medio millar de habitantes donde aprovecha para relajarse y entrenar a jóvenes talentos. La mayor parte del año la pasa viajando, y es que además de su trayectoria en el mundo del motor, participa en competiciones de tiro al plato, disciplina donde logró un bronce olímpico en Londres 2012: “Conoce todas las culturas, gente de alrededor del mundo, y esto te abre a los demás. Le gusta hacer amigos allá donde va”.
Como piloto, sus compañeros y rivales destacan su regularidad, aunque cuando la carrera no le sonríe es capaz de sacar toda su voracidad. “Es un tío muy simpático, pero que a la hora de competir hace lo que haga falta para ganar”, opina Sainz, que ha desarrollado una rivalidad con el paso de los años que les ha llevado a colisionar en más de una prueba. Baumel elogia su capacidad para no forzar la mecánica, y destaca que siempre es capaz de sacar un punto extra cuando toca apretar. No ha sido necesario en el Dakar 2023, donde Al-Attiyah se ha dado un buen paseo en la segunda semana hasta cruzar victorioso en la línea de meta de Dammam.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.