Zidane vuelve al mercado con estrépito

El entrenador más codiciado del mundo con Guardiola busca empleo tras su intento fallido de suceder a Deschamps en el banquillo de Francia

Zinedine Zidane durante un acto en Marsella, en febrero de 2022.CLEMENT MAHOUDEAU (AFP)

“Zidane me importa un bledo”. La frase, pronunciada por el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Nöel Le Graët, en el curso de una dicharachera entrevista telefónica con Radio Montecarlo el domingo pasado, fue el desencadenante de la mayor crisis que atraviesa el fútbol francés en años. Ayer Le Gräet se apartó de su cargo después de que el Gobierno de Emmanuel Macron direccionara una campaña de demolición que incluyó el t...

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“Zidane me importa un bledo”. La frase, pronunciada por el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Nöel Le Graët, en el curso de una dicharachera entrevista telefónica con Radio Montecarlo el domingo pasado, fue el desencadenante de la mayor crisis que atraviesa el fútbol francés en años. Ayer Le Gräet se apartó de su cargo después de que el Gobierno de Emmanuel Macron direccionara una campaña de demolición que incluyó el testimonio público de mujeres que denunciaron haber sido víctimas de presuntos acosos sexuales a manos del presidente saliente que, a sus 82 años, deja como legado la Copa del Mundo obtenida en Rusia en 2018.

“Le Graët llevaba tres días reunido con el comité ejecutivo de la FFF cuando concedió la entrevista”, cuentan fuentes de Radio Montecarlo, “fue por la tarde, después de un cóctel, allí se bebe mucho champán...”. Cuando el hombre más poderoso del fútbol francés, Kylian Mbappé, intervino en Twitter, las palabras de Le Graët adquirieron dimensión de catástrofe nacional: “Zidane es Francia y merece un respeto”.

Un grupo de manifestantes pide la destitución del presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noel Le Graet, frente a su sede, este miércoles.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

A sus 50 años, Zinedine Zidane reune todas las condiciones de mito de la República. Su prestigio y su influencia en Francia son enormes, y los emplea en cultivar una obsesión: convertirse en seleccionador. Es su aspiración desde que en 2018 presentó la primera de sus dos dimisiones como entrenador del Real Madrid. Solo le falló el timing: un mes más tarde Francia se proclamó campeona del Mundo en Moscú dirigida por Didier Deschamps, excompañero de Zidane en la selección campeona de 1998. Con el título en la mano, condecorado como Oficial de la Legión, el astuto Deschamps no solo no cerró su ciclo sino que se hizo fuerte en el cargo. Deschamps únicamente se puso en peligro cuando accedió a escuchar a Zidane, que le aconsejó que convocara a Karim Benzema para la Eurocopa de 2021. Condenado a un año de cárcel por chantajear a un compañero de selección en 2016, Benzema fue mal recibido por la mayoría de una plantilla que dio síntomas de disgregación hasta que el equipo fue eliminado en octavos por Suiza.

Zidane no aparcó su aspiración. Al contrario. Para estar disponible para ocupar el banquillo de Francia, en la primavera pasada renunció a una oferta del Manchester United, que le pagaba 20 millones de euros netos por año —el doble que a Ten Hag—, se negó a ir a la Juventus y desestimó la propuesta del Paris Saint-Germain. El emir de Qatar lo invitó a Doha para presentarle sus respetos y los detalles de un contrato que le garantizaba un salario anual de 70 millones brutos si se hacía cargo del club de París.

Zidane, que desde que ganó tres Champions seguidas con el Madrid se ha convertido en el entrenador más codiciado del mundo, junto con Guardiola, prefirió jugar la carta de la selección. Según fuentes de la federación francesa, antes del Mundial de Qatar, el técnico firmó una declaración de intenciones mediante la cual se comprometía a asumir como seleccionador y la federación le aseguraba contratarlo. Este acuerdo formal no contó con cláusula indemnizatoria y quedó condicionado a que Deschamps, que acababa su contrato en diciembre, no renovara.

Traicionado

Zidane ya se veía dirigiendo a Griezmann y Mbappé cuando el viernes pasado, sin consultar con su comité ejecutivo, Le Gräet renovó a Deschamps hasta julio de 2026, término del Mundial de México y Estados Unidos. Las personas mejor informadas de la federación francesa explican que Noël le Graët, que fue alcalde socialista de Guingamp entre 1995 y 2008, muy próximo al expresidente François Hollande, se limitó a hacer un cálculo político. “Le Graët”, dicen, “decidió mantener a Deschamps el día que Francia se clasificó para la final por segundo Mundial consecutivo. Pensó: ‘¿Será capaz Zidane de mejorar a Deschamps ganando un Mundial y perdiendo el siguiente en la tanda de penaltis?”.

El entrenador, Didier Deschamps, dirige un entrenamiento de la selección francesa durante el Mundial de Qatar.ANNEGRET HILSE (REUTERS)

Zidane se sintió traicionado y con él toda la multitud de partidarios, verdadera industria dentro de la industria —editores, políticos, agentes, empresarios, exjugadores y técnicos— que esperaban acompañarle en las inmediaciones de un cargo que solo se parece al del presidente de la República. Inmediatamente después del anuncio de la continuidad de Deschamps, a Le Graët comenzaron a llamarle para pedirle que recapacitara. Cuentan en la federación que le advirtieron de que ahora Zidane se convertiría en seleccionador de Brasil —la Confederación Brasileña de Fútbol busca seleccionador— y que, ante semejante aberración histórica, él se vería obligado a dimitir. Esa —la posibilidad de que Zidane acabase en el banquillo de Brasil— fue precisamente la cuestión que desquició a Le Graët durante la jocosa entrevista en Radio Montecarlo. “Me importa un bledo, ¡que se vaya donde quiera!”, respondió. “¿Si Zidane intentó ponerse en contacto conmigo? Desde luego que no, ni siquiera le habría cogido el teléfono”.

El desenfado de Le Graët nunca le habría penalizado de la misma manera si Mbappé no le hubiese censurado en público. Mbappé, según sus abogados, se siente en deuda con Zidane por los sabios y desinteresados consejos que cree que el técnico le dio cuando se debatía entre renovar por el PSG o fichar por el Madrid. Como adalid de Emmanuel Macron, con quien departe frecuentemente, la influencia de Mbappé trasciende el campo de juego.

Del Elíseo a la cacerola

Concluido el consejo de ministros en el Palacio del Elíseo, este miércoles, el portavoz del Gobierno francés, Olivier Véran, fue sometido a la gran cuestión del día: “¿Debe dimitir Nöel Le Graët?”. Ante la pregunta sobre el destino del presidente de la Federación Francesa de Fútbol, el político replicó sin vacilar: “Una federación como la FFF merece un presidente que esté a la altura y que permita dar una imagen del fútbol francés por todo el mundo”.

El lunes, en la estela del escándalo desencadenado tras las palabras que Le Graët dedicó a Zidane — “me importa un bledo”— la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, ordenó someter a la FFF a una auditoría. Hasta ayer, lo más grave que descubrieron los investigadores se circunscribió al ya conocido ámbito de las intensas relaciones que el presidente federativo, de 82 años, mantuvo con el sexo opuesto. La agente de jugadores Sonia Souid aportó el testimonio más demoledor, según el diario L’Équipe: ”Me dijo cara a cara, en su piso, que si quería su ayuda tenía que pasar por la cacerola”.

El miércoles, el comité ejecutivo de la FFF resolvió suspender a Le Graët y poner en su lugar a un presidente interino. La federación emitió un comunicado: “Noël Le Graët ha optado por retirarse de sus funciones hasta la comunicación final de la auditoría realizada por el Ministerio de Deportes”.

Ahora el nuevo comité ejecutivo de la FFF se plantea revisar el contrato de Deschamps en busca de resquicios para abrir una vía a la incorporación de Zidane. Jurídicamente, el problema no tiene solución sin más traumatismos morales. Mientras tanto, Zinedine Zidane ha vuelto al mercado.

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