El Barça se duerme ante el Espanyol
Los azulgrana se dejan empatar un derbi que tenían muy controlado y que acabó protagonizado por Mateu Lahoz
El Barça se durmió al calor del invierno, demasiado confiado al inicio y desquiciado al final, y cedió un empate que agradecieron por igual el Espanyol y el Madrid. Los blanquiazules se batieron como pudieron a la espera de una oportunidad que los azulgrana acabaron por conceder en un pisotón de Marcos Alonso a Joselu. El 1-1 ya no se movió en unos minutos amenizados por el protagonismo de Mateu Lahoz. Los árbitros y el VAR no paran de meter mano en una Liga judicializada ...
El Barça se durmió al calor del invierno, demasiado confiado al inicio y desquiciado al final, y cedió un empate que agradecieron por igual el Espanyol y el Madrid. Los blanquiazules se batieron como pudieron a la espera de una oportunidad que los azulgrana acabaron por conceder en un pisotón de Marcos Alonso a Joselu. El 1-1 ya no se movió en unos minutos amenizados por el protagonismo de Mateu Lahoz. Los árbitros y el VAR no paran de meter mano en una Liga judicializada además por la cautelar de Lewandowski que se cayó de un cajón de un tribunal de Madrid.
Mateu Lahoz pareció un pistolero muy a gusto en el salón del Camp Nou con sus 16 tarjetas y su porte justiciero, incapaz de entender y acompañar el juego, protagonista de un derbi sin protagonistas por el desinterés del Barça y el pesar del Espanyol. Acaso sobresalió Marcos Alonso, autor del gol azulgrana y del penalti a favor de los blanquiazules, y el portero Álvaro Fernández. No compareció el Espanyol en el palco -no había directivos- ni en la grada -no se vieron bufandas ni camisetas por prohibición del Barça- ni en la cancha hasta el 1-1 y la aparición de Álvaro.
No es un resultado cualquiera si se tiene en cuenta que el Espanyol había perdido los últimos 14 partidos disputados en el Camp Nou y marcado solo tres goles, incapaz de ganar desde 2009 cuando Lo Pelat cabeceaba como blanquiazul después de ser aclamado por sus pies en el Barça. Ocurre que los derbis los carga el diablo y 25 puntos de diferencia no son nada de la misma manera que tampoco cuenta tener al Zamora y el Pichichi de la Liga. Apenas hubo noticias de Ter Stegen y del indultado Lewandowski.
El sufrimiento del Espanyol se impuso a fin de cuentas al gozo del Barça después que el contencioso empezara con 1-0. A Diego Martínez de poco le sirvió disponer de muchos días para preparar el partido, después de que solo el danés Braithwaite acudiera al Mundial, porque su defensa se venció nada más empezar en un córner remachado por Marcos Alonso. El balón fue de la cabeza de Lewandowski a la de Christensen para acabar en la de Marcos ante el pasmo blanquiazul y la sorpresa de Álvaro, que recuperó la titularidad perdida por su pifia contra el Valencia.
No defendía ni atacaba el Espanyol, dispuesto en un permeable 4-2-3-1, y el Barça tocaba y combinaba, tan suelto y alegre que Marcos Alonso remataba más que Lewandowski. A falta de jugadores desequilibrantes, y también importantes, marcado por las concesiones individuales, el Espanyol tampoco tenía sentido de equipo, aliviado por la comodidad del Barça. Los azulgrana advirtieron un partido tan sencillo que se olvidaron de cerrar el marcador, poco afinados en el remate, y se recrearon hasta abandonarse ante el disgusto del Camp Nou.
Encuentro cuerpo a cuerpo
El Espanyol llevó el encuentro al cuerpo a cuerpo y al Barça se le escurrió el hilo del juego, bajó el ritmo y se enredó de mala manera, dispuesto a competir también en faltas y tarjetas, a discutir también con el árbitro y a trampear un derbi que decayó tanto que Mateo Lahoz pitó el final de la primera parte cuando en muchos relojes todavía no había caído el minuto 45. No había habido continuidad en el fútbol barcelonista, los futbolistas más fiables empezaron a perder la pelota y la hinchada se asustó por la superioridad de Óscar Gil en la marca de Ansu Fati.
El marcador era la mejor noticia para el Espanyol en el descanso después de que solo hubiera chutado a portería en una llegada de Nico Melamed. La ralentización continuó al inicio de la segunda parte hasta que el Espanyol empezó a presionar más y Xavi mandó a calentar a Busquets para sustituir al dolorido Gavi. Había que cambiar el paso del encuentro, dar más velocidad a la pelota, estar más fino en el pase y aguardar a que acertara Lewandowski. No había manera de que el delantero centro polaco encontraba la portería de Álvaro.
El Barcelona jugaba sin delanteros y el Espanyol no necesitaba defensas en un partido muy apagado en el soleado y repleto Camp Nou. La afición no faltó ni en el último partido del año, consciente de que el equipo sostiene al club después de que ya no quedan palancas por activar en el despacho de Laporta. Los espectadores agradecieron que Xavi sustituyera a los extremos, a Ansu y Raphinha por Ferran y Dembélé, mientras se animaban los muchachos de Diego Martínez. El técnico había conseguido reconducir el derbi después del 1-0.
El partido se puso tan tonto para el Barça que el Espanyol empató después de que Marcos Alonso pisara a Joselu. El árbitro pitó penalti y el delantero no perdonó: 1-1. El octavo gol de Joselu en la Liga devolvió el derbi al inicio para irritación del Camp Nou. La tensión se apoderó entonces de la contienda, se sucedieron las broncas y apareció el show Mateu Lahoz. El lío fue monumental y los dos equipos acabaron con diez por las expulsiones de Alba y Wini después de que el colegiado perdonara la expulsión de Puado y se corrigiera con el Var sobre la roja mostrada a Cabrera.
El árbitro sirvió de coartada al Barça para explicar por qué le atrapó el Madrid en el liderato de la Liga. Los últimos cambios de Xavi tampoco ayudaron a encontrar el camino de la victoria y Álvaro compareció para atajar dos remates de gol, uno de Christensen y el segundo de Lewandowski, al que de nada le sirvió aspirar a una sanción a la carta y ganar tiempo no se sabe para qué ni contra quién después de jugar y no poder desempatar el derbi del Camp Nou. Nadie se quejará en el Espanyol por el fútbol de su equipo sino por la resistencia de sus jugadores; a veces resistir es vencer y más en el Camp Nou.
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