El Mundial alivia al Madrid

El Real, al que se le ha caído el fútbol, llega apurado al parón de la Liga tras superar con lo justo al Cádiz en un partido bronco y con muchos errores

Eder Militao marca de cabeza el primer gol del Real Madrid en el partido contra el Cádiz, en el Santiago Bernabéu este jueves.Manu Fernandez (AP)

Más apurado de la cuenta, el Real Madrid llegó al parón de la Liga con alivio tras superar con lo justo al Cádiz, que tuvo el empate a la vista en el tiempo añadido. Espino no acertó y el cuadro de Carlo Ancelotti cantó el triunfo que le permite focalizar el Mundial catarí a dos puntos del Barcelona. En Chamartín hubo tralla, mucha tralla y mucho patinazo. De fútbol, casi nada.

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Más apurado de la cuenta, el Real Madrid llegó al parón de la Liga con alivio tras superar con lo justo al Cádiz, que tuvo el empate a la vista en el tiempo añadido. Espino no acertó y el cuadro de Carlo Ancelotti cantó el triunfo que le permite focalizar el Mundial catarí a dos puntos del Barcelona. En Chamartín hubo tralla, mucha tralla y mucho patinazo. De fútbol, casi nada.

Al Madrid se le ha caído el fútbol. De forma repentina, ni migas del Real de Valverde, de Vinicius, de Rodrygo... Ya sea por el horizonte mundialista o por un mero apagón futbolístico, el equipo ha desviado el tiro. Hoy se discute horas sobre una mano de Asensio o los arrestos a Vinicius. Un equipo abatido que de nuevo selló un partido disonante, esta vez ante un Cádiz lidiador, igual que en sus dos últimas visitas a los blancos, de las que salió imbatido. Esta vez, salvo Kroos por su imponente remate para certificar el 2-0, en ningún bando tuvo alguien motivos para fardar.

Hasta que Militão despejó el camino, en Chamartín había más tiranteces que fútbol. Un duelo con botas de lija, rudo y tosco. Un reguero de asaltos, Vinicius-Alejo, Lucas Vázquez-Alcaraz, Fali-Rodrygo... El encuentro discurría de pique en pique, de fregado en fregado, sin apenas avisos en las áreas, salvo por un remate de Espino desde 33 metros que rebotó en el larguero y alguna aventura de Modric por el costado de Valverde y Lucas. Más animoso que preciso, el gallego, relevo de Carvajal, se convirtió en el mejor ventilador de los locales.

Por el corredor de Vinicius todo eran minas. Al brasileño no le conviene la crispación, ni al madridismo fomentarla. Quejica por naturaleza, con razón muchas veces, no siempre. Los centinelas lo saben y no dudan en tirarle el anzuelo. A su vez, a él no le falta cierta teatralidad.

Las constantes interferencias impedían cualquier atisbo de fútbol armónico. Los de Sergio González, bien pertrechados y sin complicarse la vida jamás. Un Cádiz mosquetero y con camaradería, con auxilios permanentes. Intrépido, lo justo. Ante cualquier apretón, el pelotazo no desordena.

El Madrid, fatigoso, plomizo, limitado a un par de disparos desde La Castellana. Un Madrid al que no estiraba Vinicius ni articulaba Rodrygo. Un Madrid vaciado en el área visitante. Por la naturaleza de sus atacantes, en el Real nadie anida cerca de la portería ajena. En el ataque no se está, se llega. No en esta ocasión. Al menos hasta que Kroos enroscó la pelota tras un despeje de Ledesma en un córner y Militão repitió el bingo de Vallecas. Cabeceó solo y con los pies clavados en el verde ante una defensa desabrochada en la que Fali habilitaba al brasileño. Con los cadistas de merienda, Militão, poderoso con la pelota en vuelo, propició un paréntesis entre tanta gresca.

Llegado el segundo acto el choque tuvo mayor tregua. Pero resultó igual de borroso, con errores y chascos por uno y otro lado. Se sucedían las pérdidas, pases parvularios que derivaban en un enredo propio. Y hasta el 2-0 la misma poca agitación en las porterías, salvo un reto de Sobrino con Courtois antes de otro de Valverde con Ledesma.

El Madrid no cerraba las llegadas y el Cádiz no tenía a la vista a Courtois. En nada le mejoraron los cambios de Sergio González. Hasta el último instante, nunca fue un conjunto expansivo. Y otro saque de esquina le condenó. Lo lanzó Modric y lo festejó como nadie el que se suponía que debiera haber ejecutado el córner. De nuevo cazó un cabezazo Militão, la pelota llegó a Vinicius, que la estrelló en Iza. Al rebote fue Kroos, que sin dejar botar el balón cazó un disparo con metralla, un balín imposible para Ledesma. Lo único que mereció un brindis en un partido tan turbio que acabó con hechos extraordinarios. Porque insólito resultó que Modric fallara el gol más elemental de su vida. Con la portería abierta de par en par y a un palmo de la red mandó al garete el pase de Vinicius en su única aventura exitosa de la noche. Igual de chocante resultó que a Courtois se le escapara la pelota a pies de Lucas Pérez en el 2-1. Para mayor pasmo, una jugada precedida de un error de un futbolista tan clínico como Modric. Espino tuvo el empate cuando el Cádiz ya cercaba al Madrid. Todo raro, muy raro en un partido tan feote en general como callejero de entrada.

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