El clásico es para Lunin, el portero tímido del Real Madrid que no descansa
Courtois no se recupera a tiempo del ataque de ciática y el ucranio, un desconocido con apenas nueve partidos con el equipo blanco, ocupará la portería ante el Barcelona
Se descorrió este sábado la cortinilla de Valdebebas y en el campo no estaba Thibaut Courtois. El ataque de ciática le golpeó duro y este domingo en el clásico (16.15, Dazn) será el turno del telonero, Andriy Lunin (Krasnograd, Ucrania; 23 años). Desde que el portero belga cayó en la enfermería hace 13 días, Carlo Ancelotti siempre dio por sentado que estaría listo para la gran cita. Cada vez que se refirió a él, dijo que estaba mejorando. Este viernes, el club informó que había regresado al césped (con un día de retraso según lo previsto), pero el sábado ya no se le vio en los 15 minutos abie...
Se descorrió este sábado la cortinilla de Valdebebas y en el campo no estaba Thibaut Courtois. El ataque de ciática le golpeó duro y este domingo en el clásico (16.15, Dazn) será el turno del telonero, Andriy Lunin (Krasnograd, Ucrania; 23 años). Desde que el portero belga cayó en la enfermería hace 13 días, Carlo Ancelotti siempre dio por sentado que estaría listo para la gran cita. Cada vez que se refirió a él, dijo que estaba mejorando. Este viernes, el club informó que había regresado al césped (con un día de retraso según lo previsto), pero el sábado ya no se le vio en los 15 minutos abiertos a la prensa. “Ha salido del problema, pero le falta entrenamiento”, explicó el técnico italiano. Así que ante el Barcelona no le queda otra que jugársela con el ucranio, cuyo caso vuelve a demostrar una máxima: da igual cuánto de suplente sea un futbolista, antes o después los focos le terminan apuntando en un momento clave.
Será su décimo partido con el Madrid desde que fichó en 2018 procedente del Zorya por 8,5 millones y la mitad los habrá jugado en las últimas dos semanas (Osasuna, Getafe y los dos del Shakhtar). Todavía un desconocido dentro del campo y, por lo que cuentan desde el club, también bastante en las distancias cortas. Sus actuaciones recientes han resultado tan silenciosas como el carácter que dibujan de él. Nueve tiros a puerta y tres goles encajados. Ni una pifia, ni una intervención para recordar más allá de un mano a mano con Lassina Traoré, del Shakhtar, que desbarató parcialmente. Poco más se encuentra en un expediente público con muy pocas horas de vuelo real en la élite antes de cruzarse con Lewandowski. Quizás lo más destacado sea su capacidad para detener penaltis: tres de los cinco que le han lanzado en España, dos de ellos con el Leganés en Primera, en la 2018/19.
La última vez que había tenido continuidad fue en 2020, en el Oviedo y en Segunda, donde fue titular desde enero. Y con su selección, con la que solo suma nueve choques, regresó este verano tras un año y medio fuera. Desde hace una década, el Madrid no tenía una portería con una diferencia tan grande entre el titular y el suplente. Entonces estaban Casillas y Adán, protagonistas de una historia que terminó siendo muy tempestuosa, nada que ver con esta.
“Lleva tres años casi casi sin actuar y pueden surgir dudas. No lo tiene fácil porque en cada acción se le va a comparar con Courtois”, admite Pedro Jaro, que lo entrenó en el equipo nacional. “En el gol que recibió ante Osasuna [peinada de Kike García que entró por la escuadra], muchos dirían: ‘esa a Courtois no se la meten’. Pero si hubiera estado este, ni se habría cuestionado que era imparable. Estaba un poco adelantado, pero es como tenía que estar”, desarrolla el exmeta merengue de principios de los noventa.
Con el belga en otro planeta y, hasta ahora, siempre sano, las oportunidades de testar la confianza de Ancelotti en Lunin han sido escasas, aunque lo poco que se ha podido observar tampoco ha resultado muy alentador para el ucranio. La pasada campaña le dio aire en las dos primeras eliminatorias de Copa (a partido único) en Alcoy y Elche, pero en cuanto la cuesta se empinó, en cuartos en San Mamés, el dedo apuntó a Courtois. Hace cinco días, antes del Shakhtar, Carletto, que daba por segura la presencia de Courtois en el clásico, resolvió una pregunta sobre Lunin con su diplomacia habitual. “Estos partidos [recientes] le sirven para coger experiencia. Es lo único que le falta, calidad tiene”, afirmó.
Subasta para un dron
Lo que no ha cambiado en estos 15 días ha sido su fachada, comentan fuentes con acceso al vestuario. Un tipo extremadamente serio, de pocas palabras, educado, con un interior indescifrable, misterioso, y con una gran rutina del trabajo, señalan. “[Luis] Llopis [entrenador de porteros] se mantiene en forma gracias a él, y no al revés”, resumen desde dentro de Valdebebas con humor sobre un portero que, aseguran, no perdona un entrenamiento ni llegando de madrugada de un viaje europeo. Un rasgo que también advirtieron en el Oviedo, en Leganés y casi cualquier persona que se ha cruzado con él en un vestuario. “Yo le decía muchas veces que en el trabajo no todo es cantidad”, comenta Jaro, que recuerda de él su “estado mental” y “naturalidad” para afrontar los retos.
Educado en la disciplina de la Europa del Este y originario de la ciudad de Krasnograd (20.000 habitantes) -próxima a las cuatro regiones anexionadas por Putin hace unos días (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón)-, en los últimos tiempos se le ha visto participar en actos en favor de Ucrania. Antes de la final de la Champions, formó parte de la subasta de una camiseta firmada por toda la plantilla del Madrid y lo recaudado se destinó a comprar un dron para el ejército. Intramuros de la ciudad deportiva, no obstante, matizan que nunca habla de lo que ocurre en su país. “Si necesita algo, ahí estamos para ayudarle”, decía el otro día Carletto. Esta semana, por ejemplo, en el duelo ante el Shakhtar en el exilio de Varsovia, con una parte de la grada ocupada por refugiados y en un momento crítico por el recrudecimiento de los ataques militares rusos, el portero pasó de puntillas fuera del césped. “Es bastante tímido, no habla mucho”, apuntó el italiano.
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