El Barça se precipita al momento Ferguson
Desde Múnich, las prestaciones del equipo de Xavi han decrecido de manera alarmante, cada partido ha sido peor que el anterior
Una escatológica expresión de Sir Alex Ferguson —”Squeaky bum time”— se acaba de añadir al Diccionario Oxford, principal referencia en los usos del idioma inglés. Ferguson la utilizó públicamente en 2004 para describir los momentos de angustia incontrolable en el fútbol. Era una descripción destinada a su archienemigo en aquellos días, el Arsenal de Arsène Wenger, que no pudo aguantar el apretón —la traducción menos rotunda de las palabras del entrenador del Manchester United— y se desmoronó en el último trecho de la Liga inglesa. A esa desagradable instancia se aproxima el ...
Una escatológica expresión de Sir Alex Ferguson —”Squeaky bum time”— se acaba de añadir al Diccionario Oxford, principal referencia en los usos del idioma inglés. Ferguson la utilizó públicamente en 2004 para describir los momentos de angustia incontrolable en el fútbol. Era una descripción destinada a su archienemigo en aquellos días, el Arsenal de Arsène Wenger, que no pudo aguantar el apretón —la traducción menos rotunda de las palabras del entrenador del Manchester United— y se desmoronó en el último trecho de la Liga inglesa. A esa desagradable instancia se aproxima el Barça.
Dos derrotas, una en Múnich y la otra en Milán, colocan al Barça al borde del precipicio. Mañana se enfrenta al Inter en una situación crítica y no sólo por las consecuencias deportivas de una eventual derrota y la eliminación de la Liga de Campeones en la primera fase, desastre que le devolvería a la caótica situación de la temporada anterior. Y nadie sabe con qué final.
Un patinazo en el Camp Nou percutiría como un seísmo en toda la estructura del Barça y amenazaría gravemente al rescate —llámense palancas— que emprendió el club durante el verano. Dos meses después de inscribir con fórceps a una amplia y onerosa nómina de fichajes (158 millones de euros), la eliminación acentuaría aún más los riesgos de la institución, atravesada por una deuda de 1.300 millones, 400 de los cuales son exigibles a corto plazo.
El Barça ha ingresado 15,6 millones por su participación en la Liga de Campeones y recibirá 9,4 si supera esta ronda y alcanza los octavos de final. En caso de resolver con éxito todas las rondas, disputar la final y ganarla, sumaría 56 millones más. Cada equipo también se asegura 2,8 millones por partido ganado. Estas cifras se completan con el dinero establecido en el ránking por coeficiente, donde el Barça ocupa la séptima posición, con el riesgo de un nuevo descenso en la escala y una potente reducción en los ingresos. Por ahora, todo son malas noticias al respecto.
Es un tenebroso panorama que el Barça no se puede permitir en su estado actual. No habría consuelo para el descalabro europeo. En estas condiciones, hasta el inminente Clásico se convierte en un asunto menor para el barcelonismo. Hay tiempo y muchos partidos para recuperarse de una derrota en el Bernabéu. No lo hay si se estrella con el Inter.
Todo indica que el Barça se encuentra al borde de la fase que describía Alex Ferguson. Lo raro es que ocurra en la recta inicial de la temporada y no en la primavera próxima, pero las urgencias en el Barça no esperan a nadie, ni a Laporta, ni a Xavi, ni a una plantilla que parecía lujosa hace cuatro días y ahora despierta sospechas, en gran medida por la incapacidad del equipo para desprenderse de su agudo síndrome europeo.
La derrota contra el Bayern, dragón implacable del Barça, ha cambiado la percepción del equipo. Jugó para reivindicarse en las primeras semanas del campeonato, y se reivindicó con nuevas caras, goles, convicción, buen juego y el liderazgo de Lewandowski. El Barça animaba al optimismo. Desde Múnich, sus prestaciones han decrecido de manera alarmante. Quizá era un equipo algo peor de lo que se pensaba, pero sin duda es mucho mejor de lo que parece ahora, de su horrible imagen contra el Celta, su torpe prestación en San Siro y su soporífero desempeño en Mallorca.
Cada partido ha sido peor que el anterior. En el momento decisivo, el Barça no deja una brizna de confianza. Parece cansado, revenido. Hasta Lewandowski se ha vuelto humano. De algún lugar tendrá que rescatar el orgullo, el juego y los goles para evitar el drama que viene. De lo contrario, el batacazo será bíblico.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.