Serena Williams se va, ¿y ahora qué?
La retirada del icono del circuito abre un escenario completamente incierto mientras el tenis femenino busca un relevo de impacto que no termina de llegar
Serena Williams, apeada en la tercera ronda de Nueva York por la australiana Ajla Tomljanovic –7-5, 6-7(4) y 6-1 favorable a su última rival–, se va. De acuerdo. El día tenía que llegar. Se cierra una esplendorosa era de 25 años y lo lamenta su país, Estados Unidos, huérfano de relevos para una mujer que lo ha sostenido desde que Sampras, Agassi y Roddick dieran un paso a un lado.
Lloros en una de las grandes potencias y también en el aficionado en general, que ve cómo...
Serena Williams, apeada en la tercera ronda de Nueva York por la australiana Ajla Tomljanovic –7-5, 6-7(4) y 6-1 favorable a su última rival–, se va. De acuerdo. El día tenía que llegar. Se cierra una esplendorosa era de 25 años y lo lamenta su país, Estados Unidos, huérfano de relevos para una mujer que lo ha sostenido desde que Sampras, Agassi y Roddick dieran un paso a un lado.
Lloros en una de las grandes potencias y también en el aficionado en general, que ve cómo se marcha la tenista más carismática de la modernidad, la rueda a seguir, la heroína (discutida también muchas veces) que ponía el show dentro y fuera de la pista. El vacío es descomunal y todo cambia, y sollozan en los despachos de la WTA como en ningún otro lado porque desaparece el gran activo. Sale ella, ¿y ahora qué?
Se busca heredera. Y no ahora, sino desde hace tiempo. El temor al día 1 después de Serena entre bastidores era monumental. Su sola presencia en activo, por más que estuviera mejor, peor o prácticamente ausente, como a lo largo del último año, aseguraba un impacto, una atención y unos vínculos comerciales que a partir de ahora se resentirán. Se busca producto. El organismo que rige el circuito trata de proyectar a otras jugadoras de mayor o menor calado, pero todavía no logra dar con la tenista que pueda suavizar la transición de una a otra época. La japonesa Naomi Osaka era la gran señalada. Sin embargo, la nipona (24 años) entró en un túnel del que no consigue escapar.
“Tengo un gran caos en mi cabeza ahora mismo, necesito relajarme un poco y desconectar”, expuso la asiática, ganadora de cuatro grandes y exnúmero uno, tras despedirse del grande neoyorquino en la primera ronda.
Ahí estaba Ashleigh Barty, la formidable australiana que en marzo anunció también su despedida porque la rutina del tenis ya le quemaba en exceso y quería una nueva vida. A sus 25 años, sencillamente era la mejor, pero su perfil discreto y su voluntad de estar alejada de los focos suponía un pero desde el punto de vista comercial. El día de su adiós citó a Iga Swiatek, la roca polaca (21 años) que este año ha enlazado un trofeo tras otro; en plena fase de crecimiento y con dos Roland Garros en el bolsillo, de momento tampoco parece cumplir las expectativas mediáticas ni su juego termina de enamorar.
Coco Gauff, la señalada
Por detrás viene un pelotón de jóvenes que aprietan y pisan fuerte, potenciales figuras de viene y va como la británica Emma Raducanu, pero hasta ahora solo Swiatek ha dado un verdadero paso al frente. Ella ocupa hoy día la cima y ejerce, aunque de puertas adentro se confía en el salto definitivo de Coco Gauff. Desde distintos ángulos, muchos perciben en la norteamericana a la sucesora idónea. Con 18 años ya se ha asentado en la zona alta, sabe adentrarse en las estaciones finales de los grandes torneos y proponer un discurso comprometido y reivindicativo que encaja a la perfección en el retrato robot que desean los rectores femeninos.
“Reconozco que estoy nerviosa y siento la presión por suceder a Serena”, admite la estadounidense, que en 2019, con solo 15 años, se convirtió en la tenista más joven en clasificarse para el cuadro principal de Wimbledon y alcanzó allí los octavos. Hace tres meses, el logro fue superior, al aterrizar en la final de Roland Garros. “Sé que la gente quiere verme ya ganando Grand Slams, pero es fundamental reconocer el problema [de la teórica sucesión] y seguir trabajando muy duro”, añade la joven.
Entretanto, el tenis y su país despliegan la alfombra roja para despedir a Williams, que lo deja a punto de cumplir 41 años. “Qué suerte hemos tenido de ver el viaje de una joven chica de Compton que se convirtió en una de las mayores deportistas de todos los tiempos. Estoy orgullosa de ti, amiga mía, y estoy ansiosa por ver cómo sigues transformando vidas gracias a tus habilidades”, le dedicó Michelle Obama, uniéndose a la felicitación y los buenos deseos de un largo listado de celebridades.
No faltan, por supuesto, los elogios que compañeras y compañeros le han regalado en estas últimas fechas, desde que anunció su decisión a través de la revista Vogue. Los de los tres gigantes, al unísono. “Gracias por todo lo que has hecho por nuestro deporte, eres una embajadora increíble”, trasladó Rafael Nadal a través de sus redes sociales, en las que puso de relieve también su palmarés. ”Trasnoché para verte en la final de 1999 contra Hingis. Tienes todo mi respeto”, afirmó Roger Federer. Y cerró Novak Djokovic: “Tu legado permanecerá para siempre, has inspirado a muchísimas generaciones de deportistas”.
Ella, ya a lo suyo, cierra la puerta a su manera: “Estoy agradecida de este viaje y de ser Serena Williams”.
LA CRIBA DE LAS CAMPEONAS
En 2020, la rusa Maria Sharapova salió por la trampilla del tenis, después de haber sido castigada por consumo de meldonio (medicamento prohibido) y de haber cerrado en falso su carrera. La rusa, sin embargo, tuvo sus días de gloria (cinco grandes) y protagonizó una atractiva rivalidad con Williams. Ahora bien, en el cara a cara no había color: 20-2.Su retirada supuso un primer golpe para el circuito femenino, que perdió un filón propagandístico y después no ha encontrado un binomio que aumente la proyección. Las campeonas van y vienen, y el adiós de Serena incrementa la necesidad de encontrar a jugadoras que tiren realmente del carro.
Nueva York, sin ir más lejos, es una muestra de la fragilidad actual de las campeonas. Elina Rybakina, por ejemplo, alzó Wimbledon en julio y esta semana cayó en la primera ronda; Emma Raducanu, la vencedora el año pasado, siguió la misma línea que la kazaja; y Naomi Osaka, fuera de onda, también perdió en el estreno, como ya le sucediera este año en París.
En total, 10 propietarias de un Grand Slam no han conseguido franquear la barrera de la primera semana. A las ya citadas se unen Sofia Kenin, Jelena Ostapenko, Simona Halep, Sloane Stephens, Barbora Krejcikova, Bianca Andreescu y Garbiñe Muguruza, eliminada este sábado por Petra Kvitova.
Solo la checa y Victoria Azarenka, que también poseen al menos un laurel, se mantienen en el cuadro.
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