Nadal: “Mi mujer está bien”
El tenista sale al paso de las especulaciones tras el ingreso de su esposa en una clínica por su embarazo e incide en que ha pasado por “momentos difíciles”
Los últimos meses de Rafael Nadal han tocado los extremos. Desde el ángulo deportivo y los resultados, el tenista ha añadido dos grandes más a su palmarés (Open de Australia y Roland Garros) y se ha reafirmado en la cima de su deporte, invicto este año en los cuatro majors y sin haber hecho apenas concesiones (cuatro derrotas); desde lo personal y lo físico, por el contrario, el mallorquín ha atravesado por momentos tan felices como complicados, resistiendo a varios percances en el chasis...
Los últimos meses de Rafael Nadal han tocado los extremos. Desde el ángulo deportivo y los resultados, el tenista ha añadido dos grandes más a su palmarés (Open de Australia y Roland Garros) y se ha reafirmado en la cima de su deporte, invicto este año en los cuatro majors y sin haber hecho apenas concesiones (cuatro derrotas); desde lo personal y lo físico, por el contrario, el mallorquín ha atravesado por momentos tan felices como complicados, resistiendo a varios percances en el chasis (pie izquierdo, costilla, abdominal) y celebrando a la vez su futura paternidad, tema que se ha convertido en comidilla para algunas publicaciones en las últimas fechas.
El 24 de agosto, el Diario de Mallorca informó de que la esposa del deportista, María Francisca Perelló, había sido ingresada en un hospital de Palma de Mallorca y que la mujer, embarazada de 31 semanas, “podría someterse a una operación por recomendación de sus médicos”. Mientras tanto, Nadal, de 36 años, ya había competido en el Masters de Cincinnati y apuraba la preparación del US Open en Nueva York. Una vez que le confirmaron las buenas noticias desde su tierra, mantuvo el plan y comenzó a competir en el último grande de la temporada. No obstante, no ha sido ajeno a todo lo comentado alrededor de su vida personal y el runrún y las especulaciones recientes, unido a todo lo sucedido en los últimos tiempos, han terminado afectándole.
“Dentro de que el año es increíblemente bueno, hay que ser realistas y valorar, porque sé por dónde he pasado estos últimos tiempos. He pasado por muchas situaciones difíciles. Me he roto una costilla, al principio de año tenía el pie mal, antes de Roland Garros estoy destrozado del pie, consigo solucionarlo más o menos y me rompo el abdominal… Al final son muchas cosas que no te permiten tener continuidad”, contestó después de batir al italiano Fabio Fognini en una noche dura y accidentada, en la que protagonizó una remontada, se dio un raquetazo y tuvo que ser atendido por el corte y el mareo.
“Como sabéis, a nivel personal estoy en una situación que es importante para mí. Y tengo que ir gestionándolo todo. Por mucho que salieran según qué tipo de informaciones en la prensa acerca del estado de mi mujer, ella está bien, ya lo dejo caer. Lo que pasa es que son situaciones que son a veces más difíciles de gestionar cuando uno está lejos de casa”, explicó. “Uno tiene que ir paso a paso, día a día y, como siempre, desde la tranquilidad y la calma, ir construyendo las cosas que le puedan funcionar. Y eso es lo que estoy intentando hacer yo, estar con calma, con la máxima ilusión posible e intentar estar centrado en lo que tengo que estar, pero a veces tampoco las cosas son tan fáciles”, continuó.
Una persona “positiva”
Y, en referencia a si todo el ruido exterior y el infortunio físico estaba llegando a afectarle en la pista, completó ante los periodistas: “Uno lo tiene que aceptar y lo asumo sin ningún tipo de problema. Para mí es un reto y los asumo. Espero estar listo dentro de dos días [para el partido de la tercera ronda, el sábado] y jugar mucho mejor de lo que lo he hecho hoy. Y soy una persona positiva. Las cosas salen a veces y a veces no, pero la confianza o, mejor dicho, la esperanza, no la pierdo hasta que estemos fuera”.
Durante el encuentro contra Fognini, el campeón de 22 grandes deslizó a su equipo que estaba sufriendo “ansiedad”, aspecto que matizó luego en la sala de conferencias. “Era una forma de hablar. En un momento dado estaba haciendo tal desastre que no estaba consiguiendo pausarme de ninguna manera. El ritmo cardíaco era mucho más elevado de lo que es habitualmente sin hacer puntos largos”, concretó; “es decir, estando en pausa me notaba muy acelerado y eso no me permitía ni pensar con claridad ni actuar de una forma lógica en lo que son mis estándares de juego. Es una consecuencia de hacer las cosas demasiado mal durante un buen rato del partido”.
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