La crisis del Sevilla señala a Lopetegui y Monchi

Los problemas económicos, la falta de renovación de la plantilla y un método en el banquillo que parece agotado lastran a un equipo en caída desde el pasado mes de enero

Lopetegui se lamenta en la banda durante el partido del Sevilla contra el Almería.Carlos Barba (EFE)

“¡Vamos a ir todos en la misma dirección! Hemos salido de situaciones peores. ¡Esto va a salir adelante seguro!”. Así se expresaba Monchi, director deportivo del Sevilla anoche ante los 560 aficionados desplazados hasta Almería, donde el equipo hispalense sumó su segunda derrota de la temporada cuando en todo el curso p...

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“¡Vamos a ir todos en la misma dirección! Hemos salido de situaciones peores. ¡Esto va a salir adelante seguro!”. Así se expresaba Monchi, director deportivo del Sevilla anoche ante los 560 aficionados desplazados hasta Almería, donde el equipo hispalense sumó su segunda derrota de la temporada cuando en todo el curso pasado solo perdió cuatro choques. La afición respondió a las palabras del ejecutivo sevillista con un grito unánime: “¡Lopetegui, dimisión!”. Monchi hizo además que los jugadores salieran del vestuario tras el encuentro y pidieran perdón a los hinchas por lo ocurrido en Almería. El Sevilla ha comenzado la temporada logrando un punto de nueve, el peor inicio de los últimos 41 años. Y, sobre todo, su juego reproduce los defectos apuntados en la segunda vuelta del curso pasado, donde pasó de pelear por la Liga a conservar de manera muy justa el cuarto puesto. Ahora, con un solo punto en el casillero, recibirá el sábado al Barcelona en la Liga y posteriormente al Manchester City en la Liga de Campeones. Las razones del mal momento del Sevilla corresponden a varios factores. El primero es el trabajo de Julen Lopetegui. El segundo es la mala planificación de Monchi. El tercero es la venta de los dos jugadores más determinantes de la plantilla, los centrales Koundé y Diego Carlos.

Existían muchos indicios que apuntaban a un cambio de ciclo en el banquillo del Sevilla. Sobre todo, los resultados de un equipo que solo ha ganado tres partidos de Liga de los últimos 15. Monchi y Lopetegui se reunieron a la conclusión de la pasada temporada. Fue una cita muy tensa, en la que el técnico vasco y el ejecutivo mantuvieron unas diferencias evidentes. Monchi le apuntó a Lopetegui la tendencia a la baja del equipo y el entrenador apeló a unas estructuras del club, como los servicios médicos, que dejaban mucho que desear según su criterio a la hora de atajar la plaga de lesiones que había sufrido el equipo. En el fondo, ambas partes esperaban que Lopetegui tuviera una oferta para salir del Sevilla a pesar de que tenía contrato hasta 2024 y que había cumplido el objetivo de meter al equipo en la Champions. Pero la oferta no llegó. Ningún conjunto de nivel apostó por el técnico. Ambos volvieron a reunirse poco antes del inicio de la pretemporada. El tono fue mucho más conciliador. El entrenador no mostró ninguna queja y todo se mantuvo igual.

El Sevilla, que tenía dudas en torno a la continuidad del vasco, tampoco tuvo la valentía de dar un golpe de timón, destituir al preparador y comenzar un nuevo proyecto. En el club se pensó que el equipo necesitaba airearse a pesar de que Lopetegui había metido al equipo en la Champions tres veces de manera consecutiva, ganando, además, la Liga Europa en 2020, en su primera temporada. Ahora, algunos dirigentes se preguntan cómo es posible que todos los futbolistas del primer equipo muestren este alarmante bajo estado de forma. “La plantilla no es tan mala”, se desliza para poner el foco en el entrenador. Se teme, además, que su método, que tiene a jugadores y empleados en un permanente estado de tensión, esté ya agotado. “En el Sevilla no hay alegría”, se desliza.

En este punto llega el segundo gran problema del Sevilla. Monchi, a pesar de haber vendido a Diego Carlos y Koundé por un fijo de 81 millones de euros, trabaja en medio de una situación económica mala, producto de dos cursos en los que la entidad, en un intento de dar el salto en busca de la Liga, esquivó su política de ventas para poder crecer. El club no vendió al propio Koundé ni a Diego Carlos hace un año, ni tampoco a Ocampos u otros jugadores como En-Nesyri cuando tuvo ofertas para poder hacerlo. Es más, fichó al Papu, Martial y Corona en los dos últimos mercados de invierno. Todo ello con una plantilla plagada de jugadores con fichas muy altas. El resultado es que las pérdidas del Sevilla en los dos últimos años se acercan a los 60 millones de euros, con lo que Monchi no ha podido llevar a cabo la necesaria transformación que necesitaba el equipo, algo que Lopetegui había reclamado y que Monchi también observaba.

El director deportivo, además, ha fichado a jugadores como Isco y Alex Telles, alejados de la política habitual de fichajes del Sevilla, que contrata a jugadores jóvenes que revaloriza y luego vende. El de Isco, que está fuera de forma, es un claro intento de contentar a Lopetegui. Uno de los fichajes más importantes del verano, el central Marcao, apenas ha podido entrenar y acumula una lesión tras otra. Solo la llegada de Nianzou (joven central de 20 años) responde a los cánones habituales de trabajo del director deportivo gaditano. En Sevilla se habla de la parálisis de Monchi.

El Sevilla, que hacía de la intensidad física y la fortaleza defensiva sus mejores armas, ha perdido además a Koundé y Diego Carlos, dos de los mejores centrales de Europa, traspasados al Barcelona y el Aston Villa. Es el tercer factor que explica el declive. Ahora, en plena crisis, a Monchi le quedan tres días para acudir al mercado y una sola ficha libre, ya que no ha podido colocar a descartes como Munir, Gudelj o incluso Rakitic, futbolistas con altos salarios que prefieren quedarse en el Sevilla. Con una plantilla llena de centrocampistas de parecido perfil, el equipo carece de velocidad, intensidad y pegada. La tarea parece ingente para Monchi, que intentará reinventarse una vez más mientras el Barcelona y el Manchester City aparecen en el horizonte.

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