El día que Salman Rushdie descubrió el fútbol

En ‘Pásate de la raya’, el novelista cuenta una de las grandes revelaciones de su vida, el fútbol, y el origen de su pasión por el club de su vida, el Tottenham

Salman Rushdie, en 2015.David Levenson (Getty Images)

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Al poco de llegar a Londres, en invierno de 1961, el padre de Salman Rushdie le preguntó a su hijo si quería ir a ver por primera vez un partido de fútbol. El chico, de 13 años, que en Bombay solo había visto críquet y hockey sobre hierba, se encogió de hombros. ¿Por qué no? Ese partido fue un amistoso que jugaban el Arsenal y el Real Madrid. La historia es muy tierna y la cuenta Rushdie en un volumen, Pásate de la raya, que publicó Plaza&Janés en 2003, acerca de una de las grandes revelaciones de su vida, el ...

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Al poco de llegar a Londres, en invierno de 1961, el padre de Salman Rushdie le preguntó a su hijo si quería ir a ver por primera vez un partido de fútbol. El chico, de 13 años, que en Bombay solo había visto críquet y hockey sobre hierba, se encogió de hombros. ¿Por qué no? Ese partido fue un amistoso que jugaban el Arsenal y el Real Madrid. La historia es muy tierna y la cuenta Rushdie en un volumen, Pásate de la raya, que publicó Plaza&Janés en 2003, acerca de una de las grandes revelaciones de su vida, el fútbol, y el origen de su pasión por el club de su vida, el Tottenham. En aquel amistoso, el Madrid (“no sabía que los visitantes eran el mejor equipo visto nunca”) apalizó al Arsenal 0-3 hasta que retiró a su once titular, entre ellos Gento, Di Stéfano y Puskas, para dar paso a los reservas; el Arsenal mantuvo el once para empatar a tres.

Al regresar al hotel en el que estaban instalados, el padre de Salman Rushdie preguntó a su hijo qué le había parecido su primer partido. “El equipo inglés no me ha parecido gran cosa, pero me ha gustado el español. ¿Puedes averiguar si hay algún equipo inglés que juegue como el Real Madrid?”. Su padre respondió esta frase maravillosa: “Preguntaré en recepción”. Rushdie, años después, se arrepentiría de la ingenuidad de su pregunta, “como si en el apogeo aéreo de Michael Jordan, hubiera preguntado: ‘¿Puedes averiguar si hay algún equipo que juegue como los Bulls?”, pero el caso es que la pregunta en recepción tuvo efecto: se mandó al chico a ver al Tottenham. Y Rushdie se enamoró. Del juego, de los cánticos de la afición, de la rivalidad con el Arsenal (“Poor old Arsenal lies a-mouldering in the grave / while the Spurs go marching on! on! on!”).

En esas páginas autobiográficas, Rushdie cuenta que llevó un día a Vargas Llosa al fútbol (a White Hart Lane, el estadio de los Spurs) y el Nobel se quedó asombrado porque el “One team in Europe! There’s only one team in Europe!” se cantaba al ritmo de Guantanamera, en un partido precisamente en el que jugaba por el Everton un lateral derecho llamado Gary Stevens, y en el Tottenham un lateral derecho llamado Gary Stevens, y los dos se alternaban el lateral derecho de la selección de Inglaterra, así que la afición, también al ritmo de Guantanamera, cantaba: “Two Gary Stevens! There’s only two Gary Stevens!”.

Pásate de la raya es un libro con un sensible sentido del humor (se incluyen varios discursos de Rushdie), y esas páginas dedicadas al fútbol son además singularmente delicadas, hechas con la fibra nerviosa de la pasión. Es excepcional, por ejemplo, el perfil que hace de David Ginola, estrella noventera de los Spurs, así como varias crónicas que escribe de los partidos.

En uno de los discursos que da en Estados Unidos, Salman Rushdie desvela que, al visitar el país con su nuevo libro, un ayudante del presidente Bush le anunció que ningún miembro del Gobierno le recibiría porque, a fin de cuentas, solo era un autor en gira de promoción. “¡Un autor en gira de promoción!”, exclamó: “Lo único que siempre quise ser”. Sobre él pesaba ya, desde hacía muchos años, la amenaza de muerte que ha estado a punto de hacerse realidad en Nueva York. A este fanático de los Spurs, que supo encontrar en el fútbol la vía para canalizar sus pasiones, se le ha cruzado durante media vida el fanatismo islamista que tiene, para más castigo, adheridas las más vergonzantes condenas (“todo fanatismo, todas las religiones”) y los más humillantes silencios.

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