Unai Aguirre: “Mis gritos ayudan a mis compañeros a crecerse en el partido”
El portero de España, que esta tarde se juega ante Croacia el pase a la final del Mundial de waterpolo, reflexiona sobre su papel en un equipo construido para cerrarse y hostigar a la contra
Bogdan Durdic se elevó sobre la superficie y armó el brazo estirando el hombro hasta la hiperflexión antes de despedir el proyectil. Faltaban 20 segundos para el final del partido que enfrenó a España y Montenegro este miércoles, en los cuartos de final del Mundial de Waterpolo, en Budapest. Si el tiro entraba, el marcador se ponía 7-7 y forzaba la prórroga. Pero la pelota pegó en la mano de Unai Aguirre antes de ir desviada al palo.
Un sonoro grito se elevó desde el agua hasta las copas de los castaños ...
Bogdan Durdic se elevó sobre la superficie y armó el brazo estirando el hombro hasta la hiperflexión antes de despedir el proyectil. Faltaban 20 segundos para el final del partido que enfrenó a España y Montenegro este miércoles, en los cuartos de final del Mundial de Waterpolo, en Budapest. Si el tiro entraba, el marcador se ponía 7-7 y forzaba la prórroga. Pero la pelota pegó en la mano de Unai Aguirre antes de ir desviada al palo.
Un sonoro grito se elevó desde el agua hasta las copas de los castaños que rodean la piscina de la Isla Margarita. Sello inconfundible de Aguirre, las celebraciones del portero han generado polémica. ”¡El rival se pica si quiere!”, dice él, que no le teme a los vengativos lanzadores heridos en su amor propio. “Yo celebro la parada porque he evitado un gol, no porque quiera picar a nadie. Igual que los goles se celebran, se celebran las paradas. No solo lo necesito yo. Lo necesita el equipo también. Mis compañeros me han dicho que les da confianza cuando la paras y gritas, porque les ayudas a salir a la contra y a crecerse en el partido”.
Durdic aguantó la efusión de Aguirre al cabo de un duelo tan psicológico como físico. Fue la decimotercera parada del muchacho que con 19 años ha heredado el puesto que dejó Daniel López Pinedo tras los Juegos de Tokio. “El Mundial es un gran reto para mí y para el equipo”, dice, con la calma de los jóvenes intrépidos. No duda. En sus manos descansa buena parte del destino de la selección que representa la última esperanza de España de ganar una medalla en los Mundiales de Natación. Esta tarde (19:30 horas, aquatics.eurovisionsports.tv) se mide a la Croacia de Lazic, Vrlic, Marinic y Zuvela, verdadero batallón de artillería para dirimir la segunda semifinal. La primera enfrentará a Grecia e Italia a las 16:00
”El waterpolo es comparable al balonmano”, dice el seleccionador, David Martín. “Los balones están llegando constantemente a portería. Si tienes un buen portero tienes mucho ganado”.
David Martín recuerda que a diferencia de otros deportes de equipo, en donde el papel de los porteros en el ataque es secundario, en el waterpolo desarrollan un papel principal como lanzadores de los contragolpes. “Hemos tenido al mejor portero del mundo de largo, a nivel de pasadores”, observa. “Dani Pinedo era como un quarterback. Algo insólito por la capacidad que tenía de poner el balón en la mano de un jugador en movimiento a 25 metros. Unai es muy buen pasador, pero en esto, el nivel de Dani es inigualable: donde no había un pase él lo encontraba. Que no esté no va a cambiar nuestra forma de jugar. Igual hora hay que decirle a Unai que no arriesgue tanto. Porque su gran virtud es su ambición. Es el típico joven que tienes que frenar constantemente. Si por él fuera estaría entrenándose 24 horas al día recibiendo chuts. Es intuitivo, es agresivo, y es un loco del waterpolo. A pesar de su juventud él quiere ya ser el mejor portero del mundo. ¡Lo quiere ya todo!”.
”En el waterpolo, el portero tiene que elegir muy bien el pase”, advierte Aguirre. “Si se va muy solo un compañero de contragolpe hay que darle el pase. En la salida es donde somos más fuertes. Es lo que caracteriza a España. La salida al contraataque, la llegada, los dos metros... Tener un ritmo de juego altísimo. Ahí es donde España es la mejor. Por eso a los porteros se les exige pasar bien. Yo he nacido con ello y lo trabajo cogiendo fuerza y movilidad de hombro en el gimnasio, practicándolo en los entrenamientos, arriesgándome y fallando mucho. El pase es una de las cosas que tengo que mejorar, pero voy por buen camino”.
Límite: 10 goles en contra
El equipo de España es famoso por construir castillos flotantes alrededor de su portero, punto de partida de continuas salidas de acoso al rival. “Tácticamente intentamos que nuestro portero se sienta cómodo con los lanzamientos que va a recibir”, observa el seleccionador; “que tenga conocimiento de dónde queremos que nos chuten. Cuando juegas contra rivales de tanto nivel alguna vez te la van a enchufar. Pero si defensivamente eres muy débil, si te meten 14 goles es muy difícil que luego tú metas 15. Desde el cambio de reglamento [que dinamiza más los ataques y promueve los penltis] tenemos que dejar a los rivales en menos de 9-10 goles porque nosotros tenemos capacidad para meter más. Lo dice la estadística y no suele fallar”.
”Mi padre era portero de fútbol”, recuerda Unai Aguirre, que a pesar de su nombre vasco es catalán sin poder acreditar otros ascendentes que granadinos y valencianos. “Y yo también era portero de fútbol... hasta que me metí en una piscina”.
Esta tarde en la piscina de Budapest se las verá con Lazic, Vrlic, Marinic y Zuvela deseoso de celebrar cada parada con un grito.
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