Dembélé, el agente libre que vive ligado al Barcelona
El jugador y el club juegan una partida sin que se sepa quién va de farol después de que se extinguiera su contrato el día 30
Ousmane Dembélé vive igual que juega, de manera que nunca se sabe de dónde viene ni a dónde va, ni cómo saldrá del último regate, ambidiestro como es. Una personalidad consecuente, a fin de cuentas, con la condición de agente libre que adquirió el jueves cuando acabó su contrato con el Barcelona. La última vez que abrió la boca fue hace una semana cuando un aficionado le interpeló en un semáforo para saber si ficharía por el Chelsea y su respuesta fue: “Soy feliz en el Barça”.
La imagen de docilidad que el extrem...
Ousmane Dembélé vive igual que juega, de manera que nunca se sabe de dónde viene ni a dónde va, ni cómo saldrá del último regate, ambidiestro como es. Una personalidad consecuente, a fin de cuentas, con la condición de agente libre que adquirió el jueves cuando acabó su contrato con el Barcelona. La última vez que abrió la boca fue hace una semana cuando un aficionado le interpeló en un semáforo para saber si ficharía por el Chelsea y su respuesta fue: “Soy feliz en el Barça”.
La imagen de docilidad que el extremo francés ofrece a sus 25 años es sorprendente si se recuerda su rebeldía en el Rennes y el Borussia Dortmund cuando forzó su traspaso al Camp Nou. Ahora no quiere salir del Barça. El problema es que el club no tiene dinero y el precio de mercado del jugador se ha devaluado después de ser ofrecido a media Premier. La necesidad puede abocar a ambas partes a renovar si antes no comparece un comprador de la mano de su agente, Moussa Sissoko.
El intermediario de Dembélé tiene tantas ganas de mandar a paseo al Barça como el club desea perder de vista a Sissoko y al jugador después de cinco temporadas de desencuentros, fichado por 135 millones en 2017. La secretaría técnica ya se plantó en el mercado de invierno, cuando instó a Dembélé a abandonar en enero el Camp Nou, y ahora hay asesores del club, como el exazulgrana Deco, que apuestan por fichar a su representado Raphinha, el delantero brasileño del Leeds.
Hay, sin embargo, una excepción que apuesta por Dembélé, y es Xavi, el entrenador, como ya pasó con Koeman, Quique Setién y Valverde. Todos quedaron embrujados por la calidad física y técnica de un futbolista tan virtuoso con la pelota como torpe en la toma de decisiones, hasta el punto de que se le recuerda más por el no gol que no marcó al Liverpool en el minuto 94 —hubiera sido el 4-0— que por sus 32 tantos en los 149 partidos con el Barça.
Xavi aspira a conseguir con Dembélé lo mismo que Ancelotti con Vinicius. El entrenador azulgrana desconfía de los fichajes que pueda lograr la directiva y, mientras, pide paciencia al jugador, prefiere tenerle a perderle, reiterativo en su plan: solo se puede dejar salir o traspasar a un futbolista si se tiene un recambio, petición que vale igual para Dembélé que para Frenkie de Jong.
Así que el Barça y Dembélé juegan una partida de cartas en la que no se sabe cuál de los dos va de farol; lo único que trascendió es que la directiva ofrece al delantero un contrato por 6,5 millones anuales, más 1,5 por variables, sin comisiones ni prima de fichaje —así lo anunció Jijantes, el canal de Twitch de Gerard Romero—, la mitad de lo que percibía, una propuesta que fue tomada a broma por Sissoko. Ahora le toca actuar por tanto al agente de Dembélé.
Unos no se fían de los otros y no queda más remedio que remitirse a la alianza Xavi-Dembélé. El jugador se ha corregido desde la llegada del técnico catalán: aunque solo ha marcado dos goles, ha dado 13 asistencias en la última temporada; tiene más continuidad después de evitar las lesiones —suma 13 que le han hecho perderse 102 partidos— y se ha reencontrado con Aubameyang, compañero en Dortmund. Y el técnico dice que con dedicación Dembélé se convertirá en un número 1.
Trabajar significa adquirir rutinas y hábitos que escapan de quienes gustan improvisar como Dembélé. A veces se confunde con los horarios y los días de entrenamiento —no suele ser puntual—, no se alimenta y duerme como debería un futbolista —”es capaz de comer igual en el suelo que en la mesa”, advierte un empleado— y no atiende a los medios —”no sabe hablar”, le rebatió Messi a Mateu Lahoz cuando expulsó a Dembélé por insultarle en un Barça-Sevilla. La leyenda asegura que Bartra aconsejó al Barça que no fichara a Dembélé cuando ambos coincidieron en el Dortmund.
Los regateadores viven del engaño y, por tanto, muchos prefieren a Raphinha antes que a Dembélé. El uno ya es conocido y el otro no. Ocurre que no hay un céntimo y no se descarta que Dembélé firme un nuevo contrato como ya pasó con Sergi Roberto.
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