Dana Reizniece-Ozola: “El ajedrez es muy útil para la política”
La gran maestra letona ha sido ministra de Economía y de Finanzas de su país, ahora vuelve a su mundo como directora ejecutiva de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE)
A la letona, gran maestra de ajedrez, Dana Reizniece-Ozola (Kuldīga, Letonia, 40 años) le iba muy bien con los trebejos y los escaques, pero dejó el camino que le llevaría a ser jugadora profesional para hacer otras cosas. En esas otras cosas también le fue muy bien: llegó a ser, primero, ministra de Economía de su país y, después, ministra de Finanzas. Ahora vuelve a cambiar de plan y hace el camino inverso, de la política al ajedrez, para ser la directora ejecutiva de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
La FIDE hace de par...
A la letona, gran maestra de ajedrez, Dana Reizniece-Ozola (Kuldīga, Letonia, 40 años) le iba muy bien con los trebejos y los escaques, pero dejó el camino que le llevaría a ser jugadora profesional para hacer otras cosas. En esas otras cosas también le fue muy bien: llegó a ser, primero, ministra de Economía de su país y, después, ministra de Finanzas. Ahora vuelve a cambiar de plan y hace el camino inverso, de la política al ajedrez, para ser la directora ejecutiva de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
La FIDE hace de paraguas al resto de federaciones nacionales: su misión es promover el ajedrez por todo el planeta, ayudar financieramente a los países menos desarrollados a organizar eventos, torneos, clases en colegios o entrenamiento para los jóvenes; además de preocuparse por los problemas sociales, donde el ajedrez tiene mucho que aportar. Visitó España con motivo del Torneo de Candidatos, en Madrid. Dice que este juego, que tienta los límites del cerebro humano, le hace sentir parte de una comunidad global.
Pregunta. ¿Cómo empezó usted?
Respuesta. En mi pequeño pueblo teníamos una escuela de deportes muy potente, parte del sistema soviético, que tenía una red importante de escuelas de música, artes y deportes. Le daba a todos los niños una oportunidad para desarrollar su talento, daba igual donde vivieran, en un pueblo o en la capital. Yo tuve esa oportunidad.
P. Dejó el ajedrez por otras cosas, como la política.
R. Fue, probablemente, la decisión más difícil de mi vida. Cuando me gradué en secundaria me puse a pensar si quería ser jugadora profesional o buscar otro camino. Al final opté por lo segundo, mi país estaba en un proceso de transición, mi familia no tenía dinero para sostenerme, me interesaban muchas otras cosas y la diosa del ajedrez, Caissa, es muy celosa: le tienes que dedicar el 100% de tu ser. Eso sí, si lo haces te recompensa. Pero eso sirve para todo en la vida: si quieres tener éxito en algo, no va a ser fácil. En cualquier caso, yo estudié, inicié mi carrera en los negocios y acabé en la política.
P. ¿Y qué pasó?
R. Después de diez años en la política, como diputada y ministra, necesitaba refrescarme y me resultó acogedor volver al mundo del ajedrez, quizás no como jugadora, porque ahora no tengo mucho tiempo para jugar, sino como gestora. Amo este mundo, a esta gente.
P. O sea, ha hecho usted el camino contrario.
R. Algo así. Además, es muy raro que la gente deje la política voluntariamente… ¡lo normal es que la propia política te expulse!
El ajedrez desarrolla habilidades útiles en política, como meterte en la cabeza del otro y predecir su próximo movimientoDana Reizniece-Ozolale
P. ¿Sirve de algo el ajedrez en un ministerio?
R. Por supuesto. Por ejemplo, es muy útil la capacidad de meterte en la cabeza de los otros y tratar de predecir su próximo movimiento. La toma de decisiones, el análisis de la situación, la intuición, todo ello en un tiempo limitado. En política muchas veces hay que decidir en poco tiempo teniendo en cuenta muchas variables.
P. Interesante.
R. Pero, probablemente, lo más importante que me ha enseñado el ajedrez es recordar que una no es la única en este juego: tú puedes tener tus planes y tus intenciones, pero debes tener en cuenta a tu oponente.
P. ¿Cuál es la vertiente social del ajedrez?
Ajedrez para refugiados, adiestrando a cientos de niños en los campos, no solo sirve para darles una forma de matar el tiempo, sino para ofrecerles importantes habilidades: razonamiento, respeto al oponente, entendimiento de las causas y las consecuencias, habilidades sociales… Ah, también tenemos un campeonato de ajedrez para presos en el que participan 40 equipos de 31 países.
P. Cuando los presos juegan al ajedrez es menos probable que reincidan…
R. Sí, hay investigaciones en ese sentido. Puede que el ajedrez influya o puede que los menos proclives a reincidir sean los que se ponen a jugar al ajedrez.
P. ¿Qué más?
P. Ajedrez para gente con discapacidades, por ejemplo, el programa que tenemos para niños con Trastornos del Espectro Autista. La desigualdad está creciendo en el mundo, es tarea de las organizaciones internacionales el reducirla, ofreciendo educación y habilidades para que los chicos tengan futuro, por eso también promovemos el ajedrez en los colegios. El ajedrez se puede implicar como herramienta en muchas disciplinas, en Lengua, en Matemáticas, en Historia, es transversal. El hecho de que sea un juego puedo ayudar mucho en la enseñanza.
P. ¿Alguna utilidad más concreta en este mundo competitivo?
R. El mercado laboral está cambiando muy rápido, no sabemos qué profesiones habrá en diez años, así que es difícil saber cómo educar a los niños. No hay que enseñar para las profesiones de hoy, sino habilidades transversales. El ajedrez enseña que la vida no es un sprint, sino un maratón. Educa la inteligencia emocional: enseña a aceptar el contratiempo y la derrota.
P. Tenemos videojuegos, plataformas audiovisuales, redes sociales, mil distracciones. ¿Nos podemos concentrar en el ajedrez? ¿Atrae a las nuevas generaciones?
R. Sí. Hemos observado que en los últimos cuatro años, el número de jugadores profesionales inscritos ha aumentado notablemente, pero es que el número de jugadores amateur se ha disparado como un cohete. El confinamiento ha ayudado y las aplicaciones para jugar en línea. Ah, y la serie Gambito de dama. Lo importante no es la cantidad sino la calidad, pero hace falta una masa crítica para producir buenos jugadores.
P. ¿Qué le parece la serie?
R. Es una historia bonita, pero no todo es cierto. Si una persona consume esa cantidad de alcohol y drogas, es imposible que sea campeona. Otras cosas sí, como ese mundo imaginario: antes de mis partidas también cierro mis ojos y le hablo a mis piezas.
P. ¿Es un mundo machista?
R. Todavía es un mundo de hombres. Solo hay un 10% de jugadoras profesionales, a las mujeres les cuesta más llegar arriba. Hay algunas investigaciones sobre el asunto. Para mí la causa es que no hay muchas jugadoras, de modo que es menos probable que las haya exitosas: en muchos lugares el ajedrez no se considera apropiado para las chicas. Por eso queremos potenciar el juego en las escuelas, en igualdad. También pienso que las mujeres somos menos competitivas, no estamos tan interesadas en alcanzar la gloria a cualquier precio.
P. Hace tiempo que los ordenadores son mejores que los humanos. ¿Están ultrajados los humanos?
R. El ajedrez tiene que ver con los límites y capacidades del cerebro, de modo que si ponemos a dos computadoras a jugar, ¿qué gracia tiene? Nosotros cometemos los errores, y la belleza en el ajedrez es la hija de los errores. Puede concebirse como una medida de nuestra imperfección. Por esa regla de tres no habría carreras de 100 metros lisos porque los coches corren más. Competimos con otras mentes.
P. Para usted, el ajedrez también se relaciona con el sentimiento de pertenencia a una comunidad.
R. Los humanos somos seres sociales, necesitamos sentir que pertenecemos a algo más grande, eso nos da una sensación de seguridad. La política es muy inestable: un día eres ministra y al siguiente estás en la oposición o fuera de juego. Esa inseguridad hace que muchas veces las decisiones importantes no se tomen, porque algunas son impopulares y no dan votos. Pero pertenecer a la gran familia del ajedrez me ha hecho tener seguridad: sabía que si la política fallaba siempre tendría un lugar al que volver. El ajedrez es como el McDonald’s: sabes que donde vayas, habrá. Nunca te sientes un extraño.
P. ¿Cómo afecta la guerra de Ucrania?
R. Igual que a las otras disciplinas deportivas. La Federación ha tomado medidas desde el principio: hemos cancelado espónsores rusos, también los eventos en aquel país y no aceptamos equipos rusos, a no ser que se hayan posicionado explícitamente condenando la invasión. Aunque comprendemos que muchas veces el coste personal de esa decisión puede ser alto. Es una pena, porque Rusia es una gran potencia en esta área. Pero su gobierno está abusando de los Derechos Humanos. El ajedrez implica aceptar las reglas del juego, y Putin no acepta las de la comunidad internacional.
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