Escapar del pelotón

El libro es una interesante reflexión sobre el deporte, el ser humano, lo individual y lo colectivo

Portada del libro La sociedad del pelotón, de Guillaume Martín

Cuando se hace deporte en solitario puede suceder un pequeño milagro: que aparezca una idea. En algún momento del ejercicio, la mente alcanza un estado de nitidez tan alto que permite ver detalles que ni tan siquiera se podrían atisbar desde el sofá de casa. Es como un destello. Aparece de repente, ofreciendo soluciones para asuntos enquistados desde hace tiempo o aportando una frase brillante. El problema es tener la memoria necesaria para guardarla y anotarla una vez terminada la carrera. O hacer un ejercicio de practicidad, bajarse un segundo de la bicicleta o detener el trote y apuntarlo t...

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Cuando se hace deporte en solitario puede suceder un pequeño milagro: que aparezca una idea. En algún momento del ejercicio, la mente alcanza un estado de nitidez tan alto que permite ver detalles que ni tan siquiera se podrían atisbar desde el sofá de casa. Es como un destello. Aparece de repente, ofreciendo soluciones para asuntos enquistados desde hace tiempo o aportando una frase brillante. El problema es tener la memoria necesaria para guardarla y anotarla una vez terminada la carrera. O hacer un ejercicio de practicidad, bajarse un segundo de la bicicleta o detener el trote y apuntarlo todo en el teléfono móvil.

Al ciclista y escritor Guillaume Martin se le vino a la mente la frase “el pelotón está compuesto por seres solitarios que no saben hacer otra cosa sino vivir juntos” mientras entrenaba en Sierra Nevada. Después de seis horas de rodaje, experimentó una suerte de gracia que hubiera sido imposible de alcanzar estando parado o en compañía. Identificó ese pensamiento como la base del primer capítulo de su nuevo libro La sociedad del pelotón (Libros de ruta) y arrancó con él una interesante reflexión sobre el deporte, el ser humano, lo individual y lo colectivo.

Martin, con estudios de filosofía, plantea un ejercicio de analogía entre el pelotón y la sociedad. ¿Por qué, por ejemplo, un grupo de escapados no puede mantener la ventaja hasta la meta, si únicamente necesitan colaborar y coordinarse para aumentar sus opciones? Pues seguramente por los mismos motivos por los que la sociedad no es capaz de ponerse de acuerdo para luchar contra el cambio climático: por la incapacidad para jerarquizar los problemas y mirar al largo plazo.

La dicotomía entre los valores del trabajo en equipo —tan cacareados— y el halago excesivo que se hace de algunas estrellas individuales, la insistencia en la abnegación del yo, el deseo de escapar del pelotón, la casi segura victoria del grupo o la verdadera cara que asoma en los momentos de esfuerzo y de tensión. Un reflejo de las contradicciones humanas, seas individuales o colectivas.

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