El Andorra y su ascenso meteórico a Segunda división
El club de Gerard Piqué y su empresa Kosmos sube en tres años y medio cuatro peldaños desde Primera Catalana
Los nervios se palpaban en el Estadi Nacional de Andorra, muchos aficionados con los airpods colgados de las orejas para escuchar la radio y rogar que el Villarreal no les aguara su triunfo al UCAM Murcia, tampoco la fiesta con un tanto al Linense. Minutos después, el estruendo hizo eco en las montañas y se dio una invasión de campo para festejar que el Andorra ascendía a Segunda División tras 80 años de historia. Una gesta porque en diciembre de 2018 jugaba en Primera Catalana, momento en el que Gerard Piqué y su empresa Kosmos junto al grupo Clayton decidieron comprar el club. Tres añ...
Los nervios se palpaban en el Estadi Nacional de Andorra, muchos aficionados con los airpods colgados de las orejas para escuchar la radio y rogar que el Villarreal no les aguara su triunfo al UCAM Murcia, tampoco la fiesta con un tanto al Linense. Minutos después, el estruendo hizo eco en las montañas y se dio una invasión de campo para festejar que el Andorra ascendía a Segunda División tras 80 años de historia. Una gesta porque en diciembre de 2018 jugaba en Primera Catalana, momento en el que Gerard Piqué y su empresa Kosmos junto al grupo Clayton decidieron comprar el club. Tres años y medio más tarde, el Andorra ha ascendido cuatro peldaños: Primera Catalana, Tercera División, Primera RFEF y Liga Smartbank. Ahora resuenan más que nunca las palabras de Piqué en las oficinas de Kosmos tras adquirir el club y asumir una deuda de 300.000 euros. “¡Vamos a hacer un Mónaco!”, vociferó, por eso de jugar en España desde Andorra.
La evolución del club ha sido meteórica. En 2018 todo estaba por hacer, ya que los jugadores se agolpaban en pisos compartidos y eran los encargados de lavar la ropa. Poco después, alcanzaron un acuerdo con el común de Encamp y alquilaron el estadio de Prada de Moles al tiempo que hicieron ocho fichajes de una tacada y trajeron a Gabri de técnico. “Nos fuimos profesionalizando. Pasamos a vestir Nike, nos encargamos de la ropa y el material de los jugadores y llegamos a salarios para que cada uno viviera en su casa”, expone Jaume Nogués, gerente y director deportivo de la entidad; “aunque al subir de categorías vimos que el campo se nos quedaba pequeño y fuimos al Estadi Nacional”. Campo que han llenado con 3.600 personas en los últimos meses. “Siempre creímos que si el equipo iba bien, la afición respondería porque este es un proyecto de país”, interviene Ferran Vilaseca, presidente de la entidad. “Jugar en Andorra tiene la responsabilidad de que todo un país está detrás de ti”, apunta el lateral izquierdo Martí Vilà.
Al inicio el Andorra iba con un presupuesto holgado para Primera Catalana, por lo que les alcanzó con medio curso para ascender. Pero al subir dos peldaños de una tacada por el ascenso administrativo –compraron la plaza del Reus–, ya no fue todo tan sencillo. “Nuestro presupuesto es de unos 3,5 millones de euros, en la mitad-alta de la categoría”, apunta Vilaseca. “Quizá lo que nos ha ayudado es que tenemos muy claro el modelo de club y la metodología, que nos viene de Gerard y el Barça porque buscamos el fútbol asociativo, de posesión…”, reflexiona Nogués. Así lo ven en el vestuario. “Los entrenamientos son muy similares a las categorías inferiores del Barcelona y por eso vienen tantos jugadores de La Masia (seis este año)”, cuenta el portero Nico Ratti, que llegó a Andorra con 11 años y que tras un periodo fuera decidió regresar para vivir el proyecto.
“No hay fórmula mágica para ascender. Esto llega porque hay mucho trabajo y porque se ha definido desde el principio quién tiene que tomar decisiones. Eso, más la suerte en momentos y ser ambiciosos nos ha ayudado a conseguir nuestras metas”, resuelve Vilaseca. Valientes, como el año pasado, cuando se decidió echar al técnico Nacho Castro cuando iban segundos. “Nos sorprendió un poco porque sacábamos los partidos adelante, pero nos faltaba un poco de seguridad, un plus, y Eder nos lo ha dado”, señala Vilà. “Sarabia ha hecho mejores a todos los jugadores por su entendimiento y liderazgo”, agrega Nogués, preocupado porque deberá remodelar la plantilla cuando considera a todos de la familia. “Esto es llorar por la noche y tomar decisiones por la mañana”, dice. En todo ello participa Piqué.
No es extraño que Piqué se asome por el estadio cuando se lo permiten sus compromisos con el Barça. Como este fin de semana, que festejó el ascenso en el Estadi Nacional. “Con Gerard hablo casi cada día. No me escondo, todos los fichajes los habló con él. Es muy analista y le gusta mucho el big data; es una parte importante para las decisiones”, desliza Nogués. En el camerino agradecen su presencia. “Viene lo que puede, nos anima y hasta se mete en el vestuario”, ensalza Ratti. “Nos conoce a todos y vive esto como el que más”, apostilla Vilà. Tanto es así que incluso cuando el Andorra consiguió el ascenso de forma administrativa a Primera RFEF, llamó al presidente de la Federación Española para solicitarle que no incluyera al Andorra en el grupo catalán porque consideraba que era el más complicado. Deseo que Luis Rubiales dijo que meditaría pero que no aceptó porque la plaza que compraron era del grupo catalán. Aun así, han ascendido y ahora le toca dar otro paso a la entidad andorrana.
Resulta que al jugar en Segunda necesitan remodelar el Estadi, como cambiar la hierba sintética a césped natural. Un problema porque el campo lo comparten con la Federación de Fútbol y la de Rugby, y para preservar el terreno de juego no podrían utilizarlo. “Estamos buscando alcanzar acuerdos porque somos los últimos en llegar. Pero no hay otro sitio en el que podamos jugar”, lamenta Nogués. Al menos por ahora porque la idea para dentro de dos años es erigir un estadio multifuncional en Encamp que tiene un coste de unos 35 millones. “Llevamos más de dos años trabajando en el proyecto con compañeros como Morabanc y el común de Encamp. Hicimos un concurso de ideas arquitectónicas, pero hay que ver el coste porque la guerra de Ucrania encarece mucho los materiales…”, cuenta Vilaseca. Un paso más para ser ese Mónaco que quería Piqué.
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