El Barça mancha el Camp Nou

Ningún estamento del club es ajeno a la cruel imagen de su despedida de la Liga Europa

Ronald Araújo, tras fallar una ocasión de gol durante el partido ante el Eintracht.David Ramos (Getty Images)

La Liga Europa ha resultado todavía más cruel que la Champions para el Barça. El club ha quedado manchado por la fotografía insólita y vergonzosa ofrecida por el Camp Nou durante el partido contra el Eintracht. La deshonra no ha sido solo deportiva sino institucional porque la hinchada alemana campó a sus anchas por el estadio y por las calles de B...

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La Liga Europa ha resultado todavía más cruel que la Champions para el Barça. El club ha quedado manchado por la fotografía insólita y vergonzosa ofrecida por el Camp Nou durante el partido contra el Eintracht. La deshonra no ha sido solo deportiva sino institucional porque la hinchada alemana campó a sus anchas por el estadio y por las calles de Barcelona. Los distintos estamentos de la entidad colapsaron al mismo tiempo en una semana en la que el barcelonismo presumía de su evangelio futbolístico ante los mejores equipos de Europa.

Muchos de los socios azulgrana iniciaron el puente sin reparar en el partido del Jueves Santo y los que acudieron a la cancha se sintieron tan desprotegidos y vulnerables en su propia casa por el despliegue intimidador alemán que abandonaron el recinto antes de los goles marcados por Busquets y Memphis en un partido que acabó con la derrota y eliminación barcelonista por 2-3. No ayudó precisamente el equipo de Xavi al bienestar de sus aficionados, de la misma manera que el abandono social favoreció la presencia de miles de seguidores del Eintracht.

Hubo 5.000 que accedieron con la entrada oficial facilitada por el Barça. No se sabe, en cambio, cómo llegaron al estadio los más de 20.000 alemanes que tiñeron el campo de blanco después de mezclarse con los culés hasta sumar 79.468 espectadores. Hay dos datos clave: unos 26.000 abonados barcelonistas pidieron excedencia para esta temporada y además el club pidió a los que están al corriente de pago y no pensaban ir al partido que liberaran su asiento para poner las localidades a la venta -costaban entre 159 y 299 euros- y asegurarse una buena recaudación en el Camp Nou.

Una vez señalado al socio no militante y anulado el Seient Lliure, la gestión de la taquilla compromete a la directiva, que sospecha de la reventa y la presencia de turoperadores no oficiales como facilitadores de la invasión de los hinchas del Eintracht en el inicio de la Semana Santa. Los departamentos de ticketing y seguridad fallaron en un momento en que ha cambiado totalmente el organigrama del club, que ha prescindido de los ejecutivos —incluso del CEO Ferran Reverter— para convertirse en una “empresa familiar”, de acuerdo a la definición de Laporta.

El modelo de gobernanza es motivo de discusión permanente, al igual que se empieza a debatir también sobre la propiedad de un club que debe más de 1.350 millones y busca desesperadamente ingresos para no volver a cerrar con déficit el actual ejercicio económico después de que el anterior ya fuera sangrante por la mala gestión de la junta de Bartomeu. La última decisión de la directiva de Laporta ha sido la de eliminar las restricciones y facilitar que cualquier persona pueda ser socio del Barça por la vía online y pago anual de 195 euros.

El carisma del presidente ha sido decisivo para que la masa social aprobara, aceptara o asumiera sus propuestas, incluso la del contrato de Spotify sin necesidad de dar a conocer a la asamblea las cantidades económicas de un contrato que patrocinará las camisetas y bautizará el Camp Nou. La imagen que deja el paso del Eintracht supone, sin embargo, un revés tremendo para la directiva y también para el equipo de Xavi por su reprobable actuación ante la mirada de una afición tan sorprendida como contemplativa, espectadora y no protagonista en la Liga Europa.

El jugador del Eintracht, Hinteregger, celebra junto a su afición el triunfo ante el Barcelona en la Liga Europa.LLUIS GENE (AFP)

Nadie es ajeno al ridículo en un día negro para las distintas secciones del Barça. El caos delata la improvisación como modus operandi del Camp Nou. Nadie estaba preparado para afrontar un Jueves Santo que puso al club en el disparadero ante la mirada de Europa. Acostumbra a pasar cuando se abusa de la propaganda para chequear la salud de un club: las instantáneas sirven para presumir y también para denunciar una obra de gobierno que exige menos proximidad y amistad y más profesionalidad y responsabilidad para evitar sonrojos y sospechas como el generado por el Eintracht.

El fútbol se ha convertido en un negocio y, por tanto, exige una transparencia administrativa irreprochable, y más en el caso de quien presume de ser més que un club como es el Barça, que a falta de control y fiscalización interna y también sin avaladores de por medio se ha ensuciado por haber entregado la grada y la cancha a un equipo de la Bundesliga.

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