Sonny Colbrelli mejora y recupera el recuerdo de lo ocurrido
El ciclista que sufrió una parada cardiaca tras la primera etapa de la Volta se somete en Girona a pruebas para determinar las causas de la arritmia ventricular que paralizó su corazón
En un hospital de Girona Sonny Colbrelli recupera la vida y la memoria de su momento oscuro y espera exámenes y pruebas, mientras, agitada por el viento de la costa, un martes soleado, azul, la Volta sin él asciende bordeando el Mediterráneo hasta Perpiñán, Portbou, Colliure, donde Machado moría recordando los cielos azules, el sol de la infancia. Como se esperaba, la etapa, la segun...
En un hospital de Girona Sonny Colbrelli recupera la vida y la memoria de su momento oscuro y espera exámenes y pruebas, mientras, agitada por el viento de la costa, un martes soleado, azul, la Volta sin él asciende bordeando el Mediterráneo hasta Perpiñán, Portbou, Colliure, donde Machado moría recordando los cielos azules, el sol de la infancia. Como se esperaba, la etapa, la segunda, tan llana, termina en sprint –gana un joven australiano del Bike Exchange, Kaden Groves, perfectamente lanzado por el líder, su compatriota y compañero Michael Matthews, ganador de la etapa de Sant Feliu de Guixols por delante de Colbrelli, cuyo corazón, ni dos minutos después, comenzó latir locamente, acelerado y sin ritmo, lo que le provocó convulsiones y el desvanecimiento, un paro cardiaco del que salió gracias a la velocidad de respuesta del enfermero Borja Sáez de Cos que acudió con el desfibrilador inmediatamente y al auxilio del médico de la carrera que lo activó, que le resucitó--; como no se esperaba, algunos de los importantes no llegaron con el pelotón, que se rompió en los últimos kilómetros por la acción combinada de viento, averías y caídas: el británico Simon Yates, tras una caída, y el granadino de Almuñécar Carlos Rodríguez, tras un pinchazo, se quedaron cortados y perdieron 36s. La pérdida les motivará ante Valverde, Carapaz, Ayuso, Higuita, Marc Soler o Nairo, para las dos etapas decisivas en los Pirineos, miércoles (La Molina) y jueves (Boí Taüll). Gracias a las bonificaciones y puntos capturados durante los kilómetros que estuvo en fuga, el joven noruego del DSM Jonas Iversby Hvideberg acumula todos los maillots de la carrera: general, por 1s, montaña, puntos y mejor joven.
El pelotón pasa rápido, pero no olvida lo que deja atrás, ni el médico de la Volta, que recuerda los minutos que siguieron al desvanecimiento del campeón de Europa y conquistador de la París-Roubaix. “Si le llega a pasar entrenando, probablemente habría muerto, porque no habría tenido un desfibrilador cerca”, le explica a Sergi López Egea, de El Periódico de Catalunya Àlex Flor, el médico de la Volta que sacó con el desfibrilador a Colbrelli, de 31 años, de la parada cardiorrespiratoria en la meta de Sant Feliu. “Salió con la primera descarga. Actuamos con bastante rapidez”. Los especialistas cuentan que el plazo de actuación en estos casos es de 10 minutos, y que cada minuto de retraso supone un 10% menos de posibilidades de resucitar a una persona en parada. “Después, decidimos trasladarlo al hospital universitario de Girona Doctor Trueta, porque tiene una unidad de arritmias “muy potente”.
Colbrelli, como todos los ciclistas de las dos primeras divisiones, pasa todos los años la revisión cardiaca obligatoria, que incluye, cada dos, un ecocardiograma Doppler, y, alternando, un electro con prueba de esfuerzo. Y todos los ciclistas que hayan tenido covid deben hacerse, antes de volver a entrenar y competir, un ecocardiograma para descartar una miocarditis, enfermedad del miocardio. También deben rellenar un cuestionario que sirve para conocer si algún familiar ha sudfrido accidentes cardiacos y de base para un estudio genealógico de las posibilidades de muerte súbita.
En el hospital, cuentan personas cercanas, Colbrelli recupera también poco a poco el recuerdo de los minutos anteriores a su colapso y se somete a una serie de pruebas que determinen la causa de la arritmia ventricular que estuvo a punto de provocar su muerte súbita. Eso dice el comunicado de su equipo, el Bahrein, el mismo de Mikel Landa y Pello Bilbao. “Con diagnóstico con imagen, electros, ecos, pruebas de esfuerzo, un holter, análisis genético en busca de un gen asociado con la muerte súbita… se obtendrá una imagen estructural de su corazón y se podrán determinar las causas y si el ejercicio intenso o el entrenamiento puede empeorar más aún su condición”, dice Luis Serratosa, médico del deporte de la clínica Quirón. “Y aunque no se dé con las causas, probablemente acabará decidiéndose que se le debe implantar un desfibrilador automático por si acaso se repite el problema”.
“Aunque la causa más lógica, dada la edad y las circunstancias, debería ser una cardiopatía hereditaria, no se pueden descartar otras posibilidades”, dice Araceli Boraíta, cardióloga del Consejo Superior de Deportes (CSD). “La arritmia también pudo haber sido desencadenada por un desequilibrio electrolítico y de los niveles de sodio causado por deshidratación y porque llevó su cuerpo y su corazón al límite; o por hipertrofia maligna, ensanchamiento de las paredes del corazón que impide a la señal eléctrica que lo activa una marcha rítmica”.
Hay médicos del ciclismo que han visto a sus corredores alcanzar en un sprint o ascendiendo un puerto a tope más de 200 pulsaciones por minuto. “La aceleración del ritmo puede ser un desencadenante de la alteración eléctrica, pero no la causante, aunque es más probable que se produzca tras un esfuerzo intenso”, dice Pedro Celaya, médico del ciclismo. “La muerte súbita en deportistas, como la del futbolista Puerta o el maratoniano Diego García, es un fenómeno muy llamativo porque no se asocia ese peligro a una persona tan sana como un deportista, pero no es nada excepcional”.
Está en el aire, incierto, el futuro como ciclista profesional de Colbrelli, casado y con dos hijos, un corredor con gran potencial desde joven que tardó años en explotar porque se creía que era sprinter y se descubrió luego que era mucho más, y lo hizo a lo grande, primero con buenas cabalgadas en montaña, en los Alpes del Tour en 2020 y 2021, y luego derrotando a Evenepoel en el campeonato de Europa y al barro, al frío y al pavés en la París-Roubaix. Su regreso lo tendrán que decidir los médicos del equipo después de un informe favorable de un especialista. “Aunque se le implante un desfibrilador automático no será fácil que vuelva a competir como lo ha hecho, por ejemplo, el futbolista Eriksen”, dice Serratosa, quien cree que en el registro central de deportistas que compiten con desfibrilador no figura ningún ciclista. “Primero, habría que fijar muy bien los filtros, los settings, del aparato, que se dispara, lanza un chispazo que reactiva el corazón cuando detecta una fibrilación ventricular o una taquicardia. Si subiendo un puerto las altas pulsaciones lo disparan, o cuando un choque o una caída lo inducen a dispararse, su descarga inapropiada es muy peligrosa, y puede provocarle una caída y poner en riesgo al resto del pelotón”. Y Boraíta subraya: “Un futbolista hace esfuerzos muy cortos, no está con el corazón 40 minutos a tope, y si a las 180 pulsaciones el DAI (desfibrilador automático implantado) piensa que hay taquicardia y lanza el chispazo, el deportista sentirá como una patada, una coz, en la boca del estómago…”
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