San Mamés devora al Barça en la Copa
El Athletic, con un imponente Muniain, pasa a cuartos tras desbordar a un equipo azulgrana muy inferior, desvencijado y disminuido por la recaída de Ansu Fati
El Barça se reclinó en la catedral de San Mamés y el Athletic ganó por insistencia el clásico de la Copa. El mensaje de Xavi que tan bien suena en la sala de prensa no llega a la cancha y los jugadores no paran de dar tumbos en las distintas competiciones, eliminados también del torneo del que todavía son campeones por el 0-4 endosado precisamente al Athletic. El extravío del equipo azulgrana, desfigurado y despersonalizado, no ha parado en la misma medida que se ha afirmado la identidad del Athle...
El Barça se reclinó en la catedral de San Mamés y el Athletic ganó por insistencia el clásico de la Copa. El mensaje de Xavi que tan bien suena en la sala de prensa no llega a la cancha y los jugadores no paran de dar tumbos en las distintas competiciones, eliminados también del torneo del que todavía son campeones por el 0-4 endosado precisamente al Athletic. El extravío del equipo azulgrana, desfigurado y despersonalizado, no ha parado en la misma medida que se ha afirmado la identidad del Athletic. El guion anunciaba un triunfo rojiblanco a balón parado y el Barça asintió como ya asumió la derrota con el Madrid.
El Barça salió tan pálido y quieto que al poco de sacar de centro tomó un gol exquisito de Muniain. Nico Williams desbordó a Alba en una carrera prodigiosa y su centro fue controlado y templado por el capitán del Athletic. La rosca de Muniain fue tan deliciosa que la pelota se coló a cámara lenta por la escuadra izquierda de Ter Stegen. Las oleadas del Athletic dejaron en fuera de juego al Barça. Los laterales no cerraban, los medios perdían el balón y no había noticias de los delanteros, inferiores los azulgrana en los duelos individuales, arramblados por el poderoso Athletic.
Alba no paró de refunfuñar en la defensa de su costado hasta que atravesó el medio campo y se asoció con Gavi y Busquets para que el cuero acabara a pies de Ferran. El atacante se sacó un remate extraordinario, combado como el de Muniain. Los volantes sincronizaron con los delanteros en el único momento de sosiego del Barça. Los azulgrana se resbalaban de forma reiterada en un partido sin mando y focalizado en la facilidad de Nico para desbordar a Alba. No había quien tirara la línea de pase en el impreciso Barça, apretado por el Athletic.
La presión se imponía a la posesión en un duelo físico y revolucionado, demasiado acelerado para el delicado Pedri. Nadie seguía al tinerfeño después de intentar parar el partido con un giro exquisito que acabó con una falta del Athletic. La carga rojiblanca continuó a un ritmo tan alto que los centrales azulgrana quedaron aturdidos mientras Alves pedía perdón por sus fallos continuos en la entrega y Ter Stegen sacaba pies y manos en cada saque de esquina y falta lateral del Athletic. No sabía defender el Barça, desorganizado y atropellado por un fiero Athletic, y no hubo constancia de ninguna jugada azulgrana más que la del gol de Ferran.
Un medio por un punta
Xavi se tuvo que corregir después de que su alineación saliera fallida con la excepción de Ter Stegen. Quitó a un delantero para ganar a un medio y poder contener mejor: Abde fue sustituido por Nico. Marcelino por contra siempre estuvo a gusto con su formación pese a que cambió medio equipo respecto al de la final de la Supercopa. A falta de Iñaki Williams, el fenómeno era su hermano Nico, hasta que se lesionó Sancet. Los cambios, en cualquier caso, redundan siempre en la intensidad y poderío del equipo y también en su falta de gol con independencia de que juegue la Liga o la Copa. Los azulgrana sobrevivían por la falta de puntería del Athletic.
Jugaban los vascos al espacio y los barcelonistas al pie mientras Ferran no paraba de moverse para avistar un pase filtrado que le permitiera repetir el tiro del 1-1. Tampoco había más rematador hasta que entró Ansu porque Memphis está lesionado y se instó a Dembélé a dejar el Camp Nou. El Barça era más espectador que protagonista en un estadio sin sosiego como San Mamés.
Al Athletic le podía más la impaciencia que el cansancio, desquiciado por no entender cómo no ganaba un partido que tenía tan franco, mientras el Barça no decía ni pío, sin que se supiera si esperaba la prórroga o los penaltis, entregado a San Mamés. Alcanzó con ver la patada al aire de Alba con Alves de mirón en el lanzamiento de una falta para expresar el desconcierto del Barça, discontinuo y errático, finalmente abatido a trancas y a barrancas en una falta embocada por Iñigo Martínez. Nadie dudaba del triunfo local, y menos después de un gol anulado a Berenguer, salvo Pedri, que selló su prórroga número 13 con un zurdazo después de dos centros fallidos de Alba y Alves.
Nada cambió en el tiempo añadido, incansable el Athletic y desmoralizado el Barça después de la lesión de Ansu y el desplome de Pedri. A un partido tan copero, por intenso, vibrante y largo, no faltó el VAR, al que consultó el árbitro para pitar un penalti por mano de Alba. Muniain, imponente, firmó la victoria ante un Barça tan desvencijado que no paró de perder jugadores hasta el punto de que también cedió Ter Stegen. El Barça campeón se cayó a trozos ante el rugir de San Mamés.
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