Modric hace de todo

En un estadio entregado al Madrid, el medio, de 36 años, gobierna en la sala de máquinas y marca su primer gol del curso

Modric celebra haber marcado el primer gol del Real Madrid ante el Athletic en la final de la Supercopa.AHMED YOSRI (REUTERS)

Los altavoces comenzaron a atronar una hora y media antes de que comenzara el encuentro para dicha de los 30.000 aficionados que acudieron al estadio, la gran mayoría ataviados con la camiseta del Madrid, gorro, bufanda, bandera o cualquier otro distintivo blanco. Fue una sesión musical que bailaban los hombres —no lo hacían las escasas mujeres que había en las gradas, tabú de la sociedad saudí—, solo entrecortada por los abucheos al Athletic y también por los enfervorizados aplausos al Madrid cuando los equipos salieron a calentar, cuando Luis Fonsi y Daddy Yankee amenizaban con su ...

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Los altavoces comenzaron a atronar una hora y media antes de que comenzara el encuentro para dicha de los 30.000 aficionados que acudieron al estadio, la gran mayoría ataviados con la camiseta del Madrid, gorro, bufanda, bandera o cualquier otro distintivo blanco. Fue una sesión musical que bailaban los hombres —no lo hacían las escasas mujeres que había en las gradas, tabú de la sociedad saudí—, solo entrecortada por los abucheos al Athletic y también por los enfervorizados aplausos al Madrid cuando los equipos salieron a calentar, cuando Luis Fonsi y Daddy Yankee amenizaban con su Despacito. De no ser por esa techumbre de velas y mástiles de 58 metros (la más alta del planeta porque el Camp Nou se queda en 48 y el Bernabéu en 45), el King Fahd International Stadium bien podría ser otro Chamartín. Así quedó patente durante el encuentro, todo un show que Modric, nombrado mejor jugador de la final, se encargó de endulzar.

Aunque Kroos sobresalió por jugar casi siempre al primer toque o segundo, entregas rápidas y precisas, el peso del partido lo llevó Modric. Jugador con fútbol cerebral en los pies, el croata se adecuó en todo momento a lo que reclamó el partido. Hizo de quarterback en las contras, casi siempre con predilección por los desmarques de apoyo o ruptura de Benzema, y reclamó el esférico en el borde del área para hacer de crupier en los ataques posicionales.

Como no llegaba el gol, también se pidió ser el francotirador. No atinó en el primer disparo porque el balón se perdió en el frontón de piernas rivales; pero sí lo hizo en el segundo después de la cesión de Rodrygo. “¡Gooool!”, gritó con fuerza el interior, pues era su primer tanto en la temporada, también el tanto más veterano en la competición con 36 años y 129 días (el récord estaba en Aduriz y Raúl García, con 34 años y 187 días). Al tiempo, Modric se marchó al córner con los brazos abiertos a la espera de que le felicitaran. Y, claro, lo hicieron absolutamente todos menos el supersticioso Courtois, que iba de palo a palo para golpearlos con los tacos de las botas y después al larguero para hacer lo propio con el puño. El estadio estaba de júbilo.

El otro Bernabéu

No había resuello para los hinchas del King Fahd International, que de pronto se arrancaban a animar a Benzema como también a Militão. También se pusieron de acuerdo en un par de ocasiones para hacer el grito característico de Ronaldo, un ¡Siuuuuu! que casi hizo daño a los oídos. No faltó la ola, tampoco los sucesivos gritos de “¡Madrid, Madrid!”, y hasta un juego de luces con los móviles. Pero les faltaban alegrías que celebrar.

Fue después de que el VAR reclamara la atención del colegiado y se señalara penalti por manos de Yeray tras un disparo de Benzema. El 9, replicado con cientos de camisetas por las gradas, lanzó e hizo diana. Gol número 24 del francés (en 26 encuentros) este curso; muesca contra su equipo favorito porque ya son 18 tantos ante los leones cuando suma 15 ante el Valencia, su segunda víctima favorita. El VAR también dio el penalti al Athletic, pero Courtois la paró. “¡Thibaut, Thibaut!”, vociferó el otro Bernabéu.

Fue una semana extraña en Riad porque no son muchas las ocasiones en las que llueve a plomo en la ciudad creada en medio del desierto —tormenta de arena que impidió entrenarse al Athletic—, menos todavía en las que caen granizos. Tampoco era normal que en las seis ocasiones que se habían medido en una eliminatoria a encuentro único hubiese ganado siempre el conjunto vasco. Pero Modric, un tres en uno siempre bien apoyado por Kroos y escudado por Casemiro, también completado por Benzema, puso la lógica. También la virguería con un caño sobre Vesga con el exterior y a bote pronto. Y, de paso, la felicidad de Riad y del Madrid, que venció la Supercopa, la número 12 de su historia, a solo una del Barcelona.

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