Abde y el arte de birlibirloque
El extremo, todo velocidad y regate, ha pasado en un año de Segunda B a ganarse un sitio en el Barcelona
Más que de la calle, es de barrio. De uno complicado y humilde como el de Carrús (Elche), que es el que menos renta bruta media tiene de España y al que llegó desde el norte de África con siete años junto a sus padres y dos hermanos. Abdessamad Ezzalzouli, Ez Abde (Beni Melal, Marruecos; 20 años), es uno de esos extremos que juegan a la vieja usanza, de los que enseña el balón y cuándo el rival se confía, ya se lo ha cambiado de pie y ha hecho el roto. Eso demuestra desde que pisara el primer equipo de...
Más que de la calle, es de barrio. De uno complicado y humilde como el de Carrús (Elche), que es el que menos renta bruta media tiene de España y al que llegó desde el norte de África con siete años junto a sus padres y dos hermanos. Abdessamad Ezzalzouli, Ez Abde (Beni Melal, Marruecos; 20 años), es uno de esos extremos que juegan a la vieja usanza, de los que enseña el balón y cuándo el rival se confía, ya se lo ha cambiado de pie y ha hecho el roto. Eso demuestra desde que pisara el primer equipo del Barça, a sorbos con Sergi Barjuan y atornillado en el once con Xavi. “Compartir vestuario con esta gente es lo máximo, pero volveré pronto, ¿eh?”, le dijo a un amigo tras debutar en el primer equipo ante el Alavés. Así fue y hoy estará ante el Elche, club en el que se formó.
—”Sabes que en el Barça será complicado, que hay muchos jugadores y pocos puestos…”, se arrancó Ramon Planes, ex secretario técnico azulgrana, sin poder acabar la frase en una reunión en Valencia el pasado verano.
—”Conmigo no te equivocas”, respondió Abde sin dudar.
Pretendido por el Madrid, Levante y Betis, Abde escogió el Barça. Por eso esperó, a veces nervioso porque el Hércules rechazó tres ofertas con anterioridad porque quería ascender a Segunda y porque necesitaba el dinero. “En la penúltima, llegamos a ofrecer un millón más cuatro en variables”, cuentan desde los despachos del Barça, ahora orgullosos porque al final lo ficharon por dos millones [su cláusula], operación posible en el último día de mercado cuando el club ingresó 16 millones por la venta de Ilaix Moriba al Leipzig. Una decisión que chirrió a parte de la directiva, y a algún que otro estamento por gastar ese dinero por un futbolista que solo había completado una vuelta en Segunda B. Pero los dirigentes azulgrana dieron el visto bueno.
El Hércules fichó en su segundo año de juvenil a un futbolista que hacía estragos en el extinto Promesas de Elche. Y eso que hasta entonces no había destacado demasiado, quizá porque era demasiado delgado. “De crío peleaba todas las bolas como si fuera la última y no toleraba perder. Pero jugaba igual. La diferencia es que su cambio físico ha sido brutal”, cuenta Raúl Rodríguez, su primer entrenador en la Peña Raval, de Carrús. De eso se encargaron sus antiguos agentes, que le pasaban una dieta —también le daban botas— y que cumplía en el Hércules porque comía en la residencia.
El área deportiva del Hércules le puso directamente en el filial, que estaba en Preferente. Una decisión que no acabó de convencer a Abde porque no entraba regularmente en el equipo. “Nos pidió ir al juvenil porque quería jugar. Pero como era un futbolista diferente, de los que siempre encara y no tiene miedo, no le dejamos porque creíamos que acabaría ganándose el sitio”, cuenta José Antonio Palomino, director de la cantera del Hércules. Así fue, hasta el punto de que el equipo ascendió a Tercera con él como protagonista, todo un artista del birlibirloque con el balón en los pies. Eso entendió Lluís Planagumà, entonces el técnico del primer equipo, que se lo llevó a la siguiente pretemporada. “Los veteranos bromeaban que parecía que ya llevara 100 partidos con ellos. Él quería competir y confiaba mucho en su regate. Es puro talento, había que darle libertad porque tácticamente no es muy ordenado. Pero era muy receptivo, el hambre que tenía le hacía distinto del resto”, revela Planagumà. Aunque al final decidieron dejarle en el filial para que se curtiera y hablar con la federación marroquí para que le probaran. Fue a un torneo de selecciones con la Sub 20 (no oficial) y se salió con cuatro goles y dos asistencias en tres partidos.
Está por ver si le convocan para la Copa África, lo que le dejaría fuera de juego en enero, durante la Supercopa y algún partido liguero y, de paso, privaría a España de seleccionarlo, ahora que el club está tramitando su doble nacionalidad. Abde mientras tanto, hace lo suyo. “Xavi me pide que encare, pues encaro”, resolvió hace unos días, después de ser el mejor ante Osasuna. Y así fue porque fue el jugador que más regates intentó (11) de la jornada y el segundo que más completó (5), por los seis de Gerard Moreno. De hecho, es el futbolista que más quiebros hace por partido —tiene una media de 6,3—, seguido de Vinicius (4). Además, es un rayo, pues alcanza una velocidad máxima de 34,4 kilómetros por hora, líder azulgrana en la estadística junto a Araujo y seguido por Dest (34,3). “Tiene ese punto de inconsciencia que le hace atacar al lateral a cada ocasión que tiene”, le elogió Xavi. Esa inconsciencia que le ha llevado de Segunda B al Barça.
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