El calvario de la Champions y el Barça
El conjunto azulgrana, que recibe al despiadado Bayern que le machacó en el histórico 2-8, aspira a cortar el rosario de derrotas acumuladas desde Berlín 2015
Al Kun Agüero le sorprendió a su llegada al Barça que los jugadores se presentaran solo media hora antes de que comenzara el entrenamiento. Malcom confesó que en el Zenit trabajaba más que en el Barcelona. Y Setién respondió que no tuvo tiempo “para pensar ni para trabajar” cuando se le preguntó por el 2-8 que su equipo encajó en Lisboa el 14 de agosto de 2020 ante el Bayern. “Me encontré un vestuario que no era feliz”, rubricó el téc...
Al Kun Agüero le sorprendió a su llegada al Barça que los jugadores se presentaran solo media hora antes de que comenzara el entrenamiento. Malcom confesó que en el Zenit trabajaba más que en el Barcelona. Y Setién respondió que no tuvo tiempo “para pensar ni para trabajar” cuando se le preguntó por el 2-8 que su equipo encajó en Lisboa el 14 de agosto de 2020 ante el Bayern. “Me encontré un vestuario que no era feliz”, rubricó el técnico.
Los alemanes se vuelven a cruzar 13 meses después en el camino del Barça (Camp Nou, 21.00, Movistar LC) en un momento en que Koeman anuncia que su equipo “físicamente está muy bien” después de dos semanas de descanso. No es fácil aplicar la cultura del esfuerzo desde la partida de los exigentes Guardiola y Luis Enrique y de la destitución del optimizador Valverde. La gestión del vestuario, así como de los entrenamientos y los partidos, han estado condicionados por la jerarquía de los jugadores.
Aunque se mantiene el núcleo duro de los capitanes, el cambio se intenta acelerar por necesidad y obligación. A falta de Messi, se impone el fútbol de equipo y la solidaridad para poder competir con el Bayern. No se trata de medir las fuerzas, siempre más poderos, fuertes y rápidos los alemanes, sino de evitar ser atropellados y tener el fondo y preparación suficientes para evitar sus transiciones y aplicar el fútbol de posición, posesión y presión, la finura y velocidad del balón, signos de distinción de la época de Cruyff.
Al barcelonismo no se le olvida el partido de la Copa de la UEFA que el equipo de Cruyff disputó en Múnich en abril de 1996. Los azulgrana empataron a dos después de desafiar al Bayern de Matthäus con una alineación sin defensas y repleta de jugadores de la cantera como Guardiola, Óscar, Celades y más tarde Jordi Cruyff e Iván de la Peña. Koeman también tiene mucha fe en la Masia y afronta un partido delicado; la diferencia es que se quedó sin delanteros y se cuestiona su fe en el modelo futbolístico de Cruyff.
Sin delanteros
Lesionados Ansu, Dembélé, Agüero y Dest, la caída de Braithwaite, que deberá ser operado, deja al técnico con solo dos delanteros: Luuk de Jong, que ni ha debutado, y Memphis, que lleva siete goles en seis partidos si se suman los obtenidos con Países Bajos. No tiene más alternativas que Demir o Coutinho. El margen de maniobra es escaso para un encuentro que servirá para saber dónde está el equipo, según Koeman: “Hay que tener la pelota, buscar los espacios y dañar al Bayern”.
“Tenemos ilusión y ambición”, terció Busquets. “Estamos mentalizados para empezar a cambiar e intentar digerir el shock que supuso el adiós de Messi”. El argentino es uno de los cuatro titulares de Lisboa que ya no está junto con Luis Suárez, Semedo y Arturo Vidal. Los nuevos son el presidente y el entrenador mientras que el Bayern ha sustituido a Flick por Nagelsmann y ya no cuenta con Boateng, Alaba, Thiago y Perisic. El conjunto alemán, que ha goleado al Herta y al Leipzig, aspira a evolucionar sin perder voracidad con Upamecano, Sabitzer, y Musiala, y el Barça pretende romper la inercia derrotista con Koeman.
El calvario no ha parado desde la conquista de Berlín en 2015. Atlético, Juve, Roma, Liverpool, Bayern y PSG han azotado al Barça. No ha habido equipo más despiadado que el Bayern. No ha tenido clemencia en los momentos de debilidad: ni en 2013 (4-0 y 0-3) ni en 2020, solo derrotado dos veces sobre 11, una en 2009 en tiempos de Guardiola y la segunda en 2015 con Luis Enrique. La venganza no para desde entonces para escarnio de un Barça que ante la imposibilidad de intercambiar golpes y seguir su ritmo aspira a demostrar que al menos las cosas han cambiado en el Camp Nou desde los tiempos de Malcom y Setién.
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