El gran órdago de Nadal
El español, en busca de su 14º título en París y su 21º grande, aspira a acabar con la hegemonía de Federer desde 2009 y gobernar en solitario en la cima histórica del tenis. Debutará el martes
Es mediodía en París, donde calienta el sol como pocas veces suele. Lejos de cobijarse bajo algún toldo, los parisinos se exponen con gusto a los rayos, que van sonrosando las pieles mientras las brasseries hacen caja con las terrazas y en la recepción de un hotel, un recepcionista de unos 60 años le dice a un huésped que presenta su reserva: “Nadal otra vez, ¿no?”. Y el mallorquín, ajeno al vaticinio, sigue a unos 500 metros de allí erre que erre, en ...
Es mediodía en París, donde calienta el sol como pocas veces suele. Lejos de cobijarse bajo algún toldo, los parisinos se exponen con gusto a los rayos, que van sonrosando las pieles mientras las brasseries hacen caja con las terrazas y en la recepción de un hotel, un recepcionista de unos 60 años le dice a un huésped que presenta su reserva: “Nadal otra vez, ¿no?”. Y el mallorquín, ajeno al vaticinio, sigue a unos 500 metros de allí erre que erre, en pista a primera hora del día y también a esas horas; doble ración, al igual que el viernes, la misma que el jueves, por eso de afinar todavía un poco más, por si las moscas; nueve horas de entrenamiento en los tres últimos días. Al fin y al cabo, el desafío que afronta no es ni más menos que el más grande: convertirse definitivamente en un campeón sin igual.
Ahí están los números, la tentación del gran sueño: el 14º trofeo de Roland Garros, el 21º de un Grand Slam. El que supondría un gigantesco golpe de efecto y marcaría otro punto de inflexión en la historia del tenis, puesto que el español (34 años) nunca ha conseguido situarse hasta ahora por delante de Roger Federer (39), al mando desde que en 2009 superase el registro del estadounidense Pete Sampras (14 grandes) con su sexto cetro de Wimbledon. Nadal neutralizó al suizo durante el último otoño, en esa edición extraña y fría en la que dominó los elementos y despachó a los rivales con puño de hierro, y ahora acude a París en forma de órdago porque en el caso de vencer daría un golpe de dimensiones hegemónicas.
“Este es un torneo muy importante para mí y tengo que llegar lo mejor preparado posible. Lo otro ya sabemos que está ahí, lo del 21 o el 14, es un hecho. Gracias a dios y por suerte, estoy en esta situación. Pero estamos lejos de todo ello”, rebaja él mientras el torneo ya le ha erigido la estatua prometida y recuerda en una publicación la idílica relación entre el balear y el país. “Rafael, le français”. “Nadal, el francés”, titula y recuerda retrocediendo hacia ese torbellino adolescente que dejó impresionado a Gael Monfils, compañero de quinta, cuando en 1999 lo descubrió durante un torneo en Tarbes, ambos con solo 13 años entonces.
En aquella época, el galo Richard Gasquet estaba en boca de todo el mundo. “Todos hablan de Richard, pero él no me asusta; el que verdaderamente me asusta es el otro…”, cuenta Monfils, al que el tiempo ha otorgado la razón. Evolucionado y en un registro de juego distinto, menos físico pero más cerebral, mucho más completo, Nadal abordará estas dos semanas el reto de convertirse en un ganador único; si lo supera, únicamente figurarían por encima de él tres mujeres: Margaret Court (24), Serena Williams (23) y Steffi Graf (22). Y lo hará en una edición especial, en la que por primera vez convergen en la misma rama del cuadro él, Federer y Novak Djokovic.
“Lo veo con naturalidad”, afirma. “Uno tiene casi 40 años, otro casi 35 y otro 34; lo lógico es que los jóvenes vayan ascendiendo en el ranking y estas cosas pasan”, relativiza, sabiendo que podría toparse con el serbio, número uno, en unas hipotéticas semifinales y que entre los dos se han hecho con 10 de los 11 últimos grandes. “Ahora mismo, eso me preocupa poco; tengo mucho trabajo por delante antes de Djokovic, si es que se produce. Mi camino ahora es Popyrin [su rival en la primera ronda, el martes]. Es un cuadro lo suficientemente exigente como para pensar más allá”, previene Nadal, epicentro de un evento que desde 2005, fecha de su primer éxito, gravita en torno a él.
Atractivo indiscutible, el español ha aterrizado en la cita de menos a más, como viene siendo habitual. Elevó los títulos de Barcelona y Roma, y en el Foro Itálico dio un golpe de autoridad frente a Nole. El balcánico, sin embargo, augura algo más que batalla. “Desde ese día [la final romana], estoy golpeando muy bien la pelota y creo que puedo ganarle a cualquiera, incluso a Rafa en París”, expresó el sábado, tras ganar el torneo de Belgrado (6-3 y 6-1 a Alex Molcan) y elevar su 83º trofeo como profesional. Al igual que Nadal, debutará el martes (contra Tennys Sandgren), mientras que Federer (Denis Istomin) lo hará mañana.
Entretanto, este domingo (a partir de las 11.00, Eurosport) arranca la actividad con la intervención de siete españoles —se enfrentan Bautista y Vilella, y también desfilan Carreño, Davidovich, Andújar, Taberner y Paula Badosa— y mañana actuará por primera vez en París el prometedor Carlos Alcaraz, de 18 años y que logró sortear la fase de clasificación. Otros focos de atención apuntan al retorno de Carla Suárez, después de 16 meses de ausencia y vencer al cáncer, y las opciones de Garbiñe Muguruza en el indescifrable cuadro femenino, donde Iga Swiatek defiende el triunfo del curso pasado y la alternancia se traduce en nueve campeonas diferentes en las 10 últimas ediciones.
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