El Real Madrid y el Rubicón de Anfield
El equipo blanco, en su mejor momento del año pese a las bajas y el cansancio, defiende en Liverpool el 3-1 de la ida con el objetivo de volver a las semifinales tres años después
Recién enganchado de lleno a la Liga, en el Real Madrid, sin embargo, la medida de casi todas las cosas sigue siendo la Champions, el torneo que pide el carné a todo el club, sin excepción. La vuelta de los cuartos ante el Liverpool en Anfield (21.00, Movistar Liga de Campeones) aparece, además, en su mejor semana del curso pese a las bajas y el cansancio. La cita no admite vacilaciones para los blancos, más si cabe después del ...
Recién enganchado de lleno a la Liga, en el Real Madrid, sin embargo, la medida de casi todas las cosas sigue siendo la Champions, el torneo que pide el carné a todo el club, sin excepción. La vuelta de los cuartos ante el Liverpool en Anfield (21.00, Movistar Liga de Campeones) aparece, además, en su mejor semana del curso pese a las bajas y el cansancio. La cita no admite vacilaciones para los blancos, más si cabe después del 3-1 de la ida. Pasar la eliminatoria supondría su regreso a la élite europea tras dos temporadas seguidas muy lejos de ella. Pero caer, salvo que ocurriera en circunstancias muy especiales, significaría una enmienda notable. Llegados a este puente, el resultadismo se impone en una institución que se hizo grande así. El duelo es fronterizo, un Rubicón en el tramo decisivo de una campaña compleja en Valdebebas, con el equipo haciendo la goma desde el inicio y muy castigado por los problemas físicos y la covid. El último en caer por coronavirus fue el lesionado Sergio Ramos, igual que hace siete días Varane.
Las ausencias y la fatiga, si se atiende a las palabras de Zidane, son las principales amenazas en la expedición merengue. Tras ganar el sábado al Barcelona, el francés aseguró que los suyos se encontraban al límite, un problema serio porque en el santuario red se intuye un choque de gran tonelaje contra un rival que saca lo mejor de sí en el vértigo. “Estamos acostumbrados a este tipo de partidos, no vamos a gestionar los esfuerzos”, aseguró este martes con gesto grave el técnico blanco, más lacónico que de costumbre.
La gran incógnita es cómo va a zurcir el descosido del lateral derecho en una defensa que ya perdió a sus dos centrales titulares. Su sustituto natural por confección de plantilla, Álvaro Odriozola, hace tiempo que ofrece más dudas que certezas. Tiene también el recurso de Valverde, recuperado del fuerte golpe que recibió durante el clásico en la planta del pie derecho, para ayudar al donostiarra u ocupar directamente esa posición. En todo caso, cualquier solución, una de estas u otras, será un parche.
El plan de juego no debería distar mucho del desplegado en el Di Stéfano. A partir del trío Casemiro-Kroos-Modric, el objetivo de los blancos es anestesiar los impulsos del Liverpool, arrebatarle la pelota y buscar las espaldas de una zaga en los huesos por las lesiones de Van Dijk, Matip y Gomes. Así se gestó la victoria en la ida, rubricada arriba por el mejor Vinicius y un buen Asensio, y ese es el gran temor de Klopp.
En la previa, el preparador alemán insistió de forma machacona en la necesidad de proteger su portería para tener opciones. “Es imprescindible no encajar. Defender bien tendrá tanta importancia como atacar bien. En Madrid, por ejemplo, no lo hicimos. Para mañana [por hoy] no puedo inventar cosas nuevas, vamos a usar las herramientas del fútbol”, explicó. El germano, no obstante, advirtió de que hay situaciones casi imposibles de contrarrestar. “El 1-0 [pase de Kroos y definición de Vinicius] fue algo genial. Ver un partido del Madrid y jugar contra ellos son dos cosas diferentes porque tienen mucha calidad”, añadió antes de un duelo también capital para los ingleses, muy rezagados en su Liga (a tres puntos de los puestos de Champions).
Todo ello sucederá en un escenario sagrado del fútbol, escenario de un ambiente único que la pandemia se ha comido. Hasta su agónica victoria contra el Aston Villa el pasado fin de semana, el Liverpool venía de seis derrotas seguidas en la Premier, un récord negativo que solo se explica por el desamparo que causa el vacío. Nadie en el conjunto red negó que la ausencia de público multiplica las dificultades de remontada. Cara a cara, 19 copas de Europa en un paisaje inédito.
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