El túnel más largo de Federer
Cerca de los 40 y tras dos operaciones en cinco meses, el campeón de 20 grandes renuncia al Open de Australia y completará al menos un año sin competir. Prioriza el verano: Wimbledon, Juegos y US Open
Cuando escapa de un curso perverso y enfila el horizonte con una perspectiva todavía difusa, el tenis recibe un tremendo jarro de agua fría por boca del estadounidense Tony Godsick, el agente de Roger Federer. “Roger ha decidido no jugar el Open de Australia. Ha avanzado progresivamente en los últimos meses tanto en su rodilla como con su físico; sin embargo, después de discutirlo con su equipo ha optado por volver a competir después de ese torneo”, trasladaba el representante a través de la agencia AP, mientras España dormía; “la...
Cuando escapa de un curso perverso y enfila el horizonte con una perspectiva todavía difusa, el tenis recibe un tremendo jarro de agua fría por boca del estadounidense Tony Godsick, el agente de Roger Federer. “Roger ha decidido no jugar el Open de Australia. Ha avanzado progresivamente en los últimos meses tanto en su rodilla como con su físico; sin embargo, después de discutirlo con su equipo ha optado por volver a competir después de ese torneo”, trasladaba el representante a través de la agencia AP, mientras España dormía; “la próxima semana empezaremos a hablar sobre los eventos que tendrán lugar en la segunda quincena de febrero y diseñaremos un calendario”.
Es ya demasiado tiempo sin el genio en la pista. Oficialmente, desde el pasado 30 de enero, cuando Novak Djokovic le derrotó en las semifinales de Melbourne y su rodilla derecha ya crujía. Días después, el suizo se sometió a una artroscopia para reparar la articulación y en junio, de nuevo y de improviso porque ya se le había visto pelotear y la recuperación iba aparentemente bien, se le practicó una segunda para terminar de paliar el daño. La realidad, sin embargo, dice que Federer no las tiene todas consigo y por eso renuncia a competir del 8 al 21 de febrero en Australia, reabriendo los interrogantes y profundizando la duda: son casi 40 años, uno entero de parón, con dos intervenciones en cinco meses…
Llegan los sudores fríos, el tembleque de los aficionados: ¿podría ser este frenazo, tan largo e indeseado, la estocada a la carrera del Nuréyev de la raqueta?
Mientras, él sigue de lleno en su lucha contra el tiempo. Recientemente, el director del grande australiano, Craig Tiley, anunció a bombo y platillo que el de Basilea le había confirmado que jugaría su torneo; sin embargo, durante la gala en la que le entregaron el galardón a Mejor Deportista Suizo de los 70 últimos años, Federer ya insinuó que no viajaría a Melbourne: “Me encantaría jugar allí, pero quizá sea demasiado pronto para mi rodilla”. Entonces también dejó claro que su prioridad era el verano, con el triple aliciente de Wimbledon, los Juegos de Tokio y el US Open, escenarios que hoy día su tenis aristocrático todavía puede rentabilizar.
De nada ha servido que el Open de Australia se retrase tres semanas, con el objetivo de posibilitar la cuarentena de los tenistas y satisfacer las exigencias de las autoridades. Después de 21 presencias ininterrumpidas, Federer no desfilará por las Antípodas y, de esta forma, Wimbledon será el único major que no se ha perdido nunca. Hacia ahí mira ahora, aunque hay mucho terreno por delante y deberá decidir qué estrategia adopta: si jugárselo todo a la carta estival, exclusivamente, o bien se engrasa antes en otros eventos. En cualquier caso, lo hará siempre pendiente de la respuesta de su maltrecha rodilla y mientras se dirime la encarnizada pugna con Rafael Nadal y Djokovic por ser el rey de los Slams.
Sin quirófano hasta 2016
Hasta 2016, el suizo no había pasado nunca por el quirófano, pero ese curso el menisco izquierdo le jugó una mala pasada mientras enjabonaba a sus gemelos, precisamente nada más caer en Melbourne contra Nole, y este año le sobrevino el contratiempo de la derecha.
A excepción de unos problemas de espalda que arrastró durante 2013, Federer no había sufrido lesiones de relevancia hasta que las articulaciones de las piernas comenzaron a llamar a la puerta. Su juego depende en menor medida de su cuerpo que el de la mayoría de jugadores y gozaba de una salud envidiable, mientras que Nadal (ocho meses alejado de las pistas, entre 2012 y 2013, por una hoffitis) y Djokovic (casi siete entre 2017 y 2018, por el codo) tuvieron que superar baches físicos considerables.
Ahora, el que está dentro del túnel es él. En febrero, el campeón de 20 grandes participó con malas sensaciones en la masiva exhibición de Johannesburgo, junto al mallorquín, y luego echó el freno de mano en una interrupción que está durando bastante más de lo previsto, preocupante porque su vuelta se posterga y el reloj sigue avanzando hacia el 8 de agosto, día en el que soplará 40 velas. Mientras tanto, el tenis sigue en vilo y se quedará al menos un año completo sin Federer. Y cruza los dedos para que no sea más tiempo.