Simeone, el hijo de la gestión y la paciencia

En ocho años, el Cholo ha dirigido más partidos del Atlético (495) que sus ocho predecesores en el mismo tiempo (431)

Simeone, este miércoles durante el Salzburgo-Atlético de Champions League.Christian Bruna (EFE)

Una estabilidad inusual. Diego Pablo Simeone está a cinco partidos de cumplir las 500 citas con el banquillo rojiblanco. Una continuidad histórica en el club solo superada por Luis Aragonés (612), con la salvedad de que el Cholo suma los suyos de forma consecutiva y el Sabio los contabilizó en siete etapas diferentes.

Justo en las nueve temporadas precedentes a la llegada del argentino desfilaron por ese mismo patíbulo ocho entrenadores, con G...

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Una estabilidad inusual. Diego Pablo Simeone está a cinco partidos de cumplir las 500 citas con el banquillo rojiblanco. Una continuidad histórica en el club solo superada por Luis Aragonés (612), con la salvedad de que el Cholo suma los suyos de forma consecutiva y el Sabio los contabilizó en siete etapas diferentes.

Justo en las nueve temporadas precedentes a la llegada del argentino desfilaron por ese mismo patíbulo ocho entrenadores, con Gregorio Manzano, abriendo y cerrando el ciclo (2003-2012). Más rocambolesca fue la época anterior, la de Jesús Gil y Gil como presidente (1987 y 2003). Hasta 26 entrenadores, algunos con billete de ida y vuelta, pasaron por el Vicente Calderón. De aquella ansiedad, el club ha pasado a un doctorado en sosiego. Algunos de los entrenadores que vivieron los tiempos de zozobra coinciden en que Simeone es “hijo de la gestión y de la paciencia que ahora reina en el club”.

Iselín Santos Ovejero (Las Catitas, Argentina, 75 años), exjugador y después técnico, tiene a bien ser el entrenador que más veces se hizo cargo del equipo de manera circunstancial en la era Gil. En cuatro ocasiones. Lo recuerda con buen humor. “Me llamaban el bombero. Yo aceptaba mi posición en el club y los recuerdos son buenos. El bombero llegó a ganar la Copa del 91 al Mallorca. Estuve sentado en el banquillo e hice el equipo, la táctica, todo. Gil siempre fue muy respetuoso. Me decía que yo era del Atleti, que me tenía que morir allí y que siempre tenía que estar con la ropa de trabajo, de fajina, como decimos en Argentina, preparada. Nunca me obligaron a aceptar el cargo. Los jugadores, cuando llegaba una situación crítica, le pedían al presidente que viniera el de la manguera. Ahora Simeone recoge el fruto de todo lo que nosotros sufrimos. Se ha ganado la continuidad”.

Emilio Cruz (Madrid, 69 años) entrenó al filial rojiblanco y fue segundo de Clemente antes de tener su oportunidad en el primer equipo en la temporada 93-94. Fueron diez partidos. “No me arrepiento. Era uno de la casa. Como entrenador se asume la presión externa que se quiera. Por eso cuando vi que las cosas iban mal me adelanté a Jesús Gil y le dije en el vestuario de Vallecas que lo mejor era dejarlo. A lo mejor me adelanté un minuto a que me echara. Mientras estuve, lo disfruté. Tuve libertad. Es evidente que no fue un trampolín en mi carrera, todo lo contrario, se cortó. Hasta entonces había sido un entrenador de relativo éxito”.

Como atlético que se siente, Cruz está convencido de que el cambio se debe a la dirección. “Por la gestión de Miguel Ángel Gil está ahora el Atlético donde está. El secreto de Simeone, a quien no le resto ningún merito, es el funcionamiento del club. No tiene nada que ver con el de mi época. Se le ayuda mucho”.

Gregorio Manzano (Bailén, 64 años) fue el primer entrenador sin Gil y Gil en la presidencia —falleció esa temporada— y el último antes de la llegada de Simeone. Dos etapas que guarda en su memoria con una nitidez absoluta. “En la primera quedamos séptimos y nos quedamos fuera de la UEFA por diferencia de goles. Era una sensación de angustia, de querer hacer las cosas deprisa y corriendo y les dije a Cerezo y Miguel Ángel Gil que no continuaba. No entendía que todo mi trabajo se evaluara por un gol más o menos. El año anterior habían sido undécimos, habíamos tenido ya un crecimiento deportivo y al siguiente fueron duodécimos. Mi trabajo fue bueno pero no se tuvo paciencia de darle continuidad”.

Siete años después, con la misma dirección en el club, Manzano regresó. “Volví con un título bajo el brazo, la Copa del Rey ganada con el Mallorca el año anterior. La situación no era buena. No había dinero. Se iban De Gea, Forlán, el Kun... Me hablan de un año de transición, de levantar un nuevo proyecto. No teníamos casi jugadores. Todo fueron problemas. No íbamos bien y comenzó el run-run sobre mi cese. Ya me di cuenta de que habían hablado con el Cholo y que su llegada era inminente. Ese año se gana la UEFA, el equipo se consolida y se tiene paciencia para construir y avanzar en lo que ya se tenía. La clave de la continuidad posterior es lo que ocurre ese primer año y el trabajo de Simeone, por supuesto. Las diferencias económicas de entonces ahora son abismales. Los éxitos han dado capacidad para competir con cualquier otro equipo”.

Manzano tuvo al Cholo como jugador en la temporada 2003- 2004. Siete años después le sustituyó en el banquillo del Atlético. Entonces ya le veía maneras de técnico. “Hay jugadores que tienen más interés por el fútbol que otros y a él se le veía. Hay algunos que pasan del tema y preguntan hasta ‘a qué hora entrenamos mañana’. El Cholo preguntaba otras cosas, todo, el porqué, el cómo… En el Simeone jugador había un principio de entrenador, luego hace falta serlo y él lo está siendo”.

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