Deportes ante el colapso
El fútbol y el baloncesto combaten con más medios el embrollo de protocolos, calendarios y falta de público, pero las ligas no profesionales viven un drama diario
La pandemia está poniendo contra las cuerdas al deporte mundial, al de élite pero, sobre todo, al amateur, sin distinción de rango, país o disciplina. Afecta a las principales competiciones, a la Champions, a la Euroliga, a las grandes pruebas del ciclismo, el tenis y el motor, sumidas todas en procesos de adaptación a circunstancias inéditas y cambiantes. Numerosas figuras se han contagiado. ...
La pandemia está poniendo contra las cuerdas al deporte mundial, al de élite pero, sobre todo, al amateur, sin distinción de rango, país o disciplina. Afecta a las principales competiciones, a la Champions, a la Euroliga, a las grandes pruebas del ciclismo, el tenis y el motor, sumidas todas en procesos de adaptación a circunstancias inéditas y cambiantes. Numerosas figuras se han contagiado. Cristiano Ronaldo, Novak Djokovic, Dustin Johnson, Valentino Rossi, Nikola Mirotic y Kevin Durant son solo algunos de los casos más llamativos. Los estragos en el deporte más profesionalizado, sin embargo, son relativos si se comparan con los que devastan y acercan al colapso a los que no alcanzan ese estatus; en España todos, salvo las primeras divisiones del fútbol y el baloncesto.
Las estrategias varían según el deporte, la categoría, la economía y el contexto geográfico. La incertidumbre sobre la celebración de los Juegos Olímpicos ya reprogramados para el 23 de julio en Tokio empieza a parecerse a la que llevó a aplazarlos en marzo. Sucede algo parecido con la Eurocopa que se pospuso hasta el 11 de junio de 2021. El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, cree que no habrá problema para que se lleve cabo en los 11 países previstos. Sin embargo, a mediados de este mes deslizó: “También tengo que decir que podríamos hacer una Euro en 11, cinco o en una sola sede”.
La dispersión de las normas y protocolos de prevención y respuesta ante los contagios es desconcertante. Los calendarios se voltean y superponen. Las gradas pasan del vacío absoluto a la presencia de espectadores, 5.000 por ejemplo en el caso del Zalgirio Arena, en Kaunas, en los partidos de la Euroliga. La misma asimetría se observa en el fútbol. En la Bundesliga, el Leipzig ha llegado a jugar ante 7.500 aficionados; en la Seria A se permiten 1.000 espectadores por encuentro; en España, algunos clubes y comunidades autónomas presionan para que se permita el acceso a un pequeño porcentaje de aficionados, pero LaLiga y el CSD son reacios.
Los agravios comparativos se producen también en la Fórmula uno. Hasta 27.000 espectadores presenciaron este domingo el triunfo de Lewis Hamilton en el Gran Premio de Portugal, en Portimão. Muchos no mantuvieron la distancia de seguridad, lo que provocó el reproche del alcalde de Oporto, Rui Moreira: “Es una falta de respeto para todos aquellos que están salvando vidas, en los hospitales y fuera de ellos”.
Rafa Nadal culminó su 13ª victoria en Roland Garros con el frío parisino de mediados de octubre. Se han solapado el Giro y la Vuelta en mitad del otoño. Se fabricaron burbujas para dilucidar los últimos partidos de la pasada Champions, en Lisboa, las fases finales de la Liga ACB, en Valencia, y de la NBA, en Orlando. El listón más alto lo puso la NBA. En la burbuja del complejo de Disney World convivieron 1.500 personas durante casi 100 días. Pese a las limitaciones —sin público, con 22 equipos en lugar de los 30 que la conforman, recorte de algunas jornadas de la fase regular y desaparición del factor cancha— LeBron James y los Lakers culminaron con el título una temporada que duró un año entero. No se dio ningún positivo y el incidente más destacable fue la expulsión de Daniel House, jugador de Houston Rockets, por permitir el acceso a su habitación de una mujer sin autorización.
Pero el modelo es inasumible, incluso para la propia NBA, que se gastó unos 150 millones de euros, aunque así evitó la pérdida de unos 1.500 millones más por no cumplir los contratos televisivos. Ahora, sus responsables barajan el día de Navidad o el 18 de enero como posibles fechas de inicio de la próxima temporada, lo que haría inviable la presencia de varias estrellas en los Juegos de Tokio. Es un sentimiento compartido entre los jugadores de la NBA que la experiencia fue demasiado difícil y disruptiva. “Probablemente ha sido mi mayor desafío como profesional. Fue extremadamente difícil, a nivel físico y mental”, confesó LeBron James.
Partidos perdidos
La ACB, tras cancelar la fase regular en marzo, consiguió concluir la Liga en el pabellón de la Fonteta y las instalaciones de L’Alqueria de Valencia, donde 12 equipos disputaron 33 partidos del 17 al 30 de junio en régimen de aislamiento. Se llevaron a cabo unas 3.000 pruebas PCR y unas 1.700 serológicas entre las 400 personas concentradas allí. “No hubo positivos. Se hizo un trabajo previo muy bueno y los jugadores entendieron que no podíamos permitirnos el más mínimo fallo. Porque las burbujas tienen un problema, que se te pueda meter un contagiado. Si ocurre eso, tienes que aislar a un montón de gente”, explica Pilar Doñoro, especialista en medicina del deporte, coordinadora de la Federación Española de Baloncesto y una de las responsables de la burbuja de Valencia. Varias selecciones españolas han estado concentradas allí durante el pasado verano. La experiencia se repetirá del 23 de noviembre al 1 de diciembre, con motivo de los partidos de clasificación para el Eurobasket 2022 que disputarán España, Rumania, Polonia e Israel, y del 9 al 13 de noviembre, con una concentración de la selección española femenina.
Los problemas en la Euroliga, que ya tuvo que cancelar la pasada temporada, son complejos por la incidencia diversa y los diferentes protocolos que se adoptan en cada país. Lo sucedido cuando rectificó el 14 de octubre y levantó las sanciones impuestas al Zenit y al Olimpia con la pérdida de sus partidos por 20-0 ilustra el embrollo. Los clubes habían acordado un protocolo que sancionaba a los equipos que no pudieran contar con un mínimo de ocho jugadores. Cuando se anunciaron las sanciones, el entrenador del CSKA, Dimitris Itoudis, manifestó: “Con todo esto, la Euroliga está perdiendo su lado competitivo y el sentido de la justicia”. Tras la rectificación, Jordi Bertomeu, presidente de la Euroliga, argumentó: “Sabíamos que esta norma debería ser revisada y debemos anticiparnos en la medida de lo posible a cada situación potencial. Debemos seguir siendo flexibles y encontrar soluciones”.
En el fútbol, el protocolo firmado por la Federación Española (RFEF) y LaLiga contempla, como el de la UEFA, que los partidos se pueden aplazar si uno de los equipos no cuenta al menos con 13 jugadores o si no es posible el desplazamiento por prohibiciones sanitarias. El Shahktar no pudo contar en el partido ante el Real Madrid con 10 jugadores contagiados por el coronavirus.
Tras el grave caso del Fuenlabrada que cerró la pasada temporada, la primera afectación importante en el fútbol profesional español este curso se produjo cuando los partidos de Segunda División que debían enfrentar al Alcorcón con el Ponferradina, el 18 de octubre, y con el Sabadell, el 21, fueron suspendidos debido a que varios jugadores y trabajadores del club madrileño dieron positivo. Sin embargo, tres días después de anunciar los nueve positivos que propiciaron la suspensión del partido ante el Sabadell, el Alcorcón y la LaLiga informaron de que el primer diagnóstico se debió a un error.
El balonmano es el deporte más perturbado por los casos de covid-19. Este fin de semana solo se ha podido disputar uno de los nueve encuentros programados. Ya se han suspendido 36 de los 90 partidos de las 10 primeras en la Liga Asobal. La Federación Española y los clubes estudian la posibilidad de modificar el formato de la competición para hacer más viable jugar los encuentros aplazados. En la Liga de Campeones se han suspendido varios encuentros, entre ellos el que debían jugar el Barça y el Veszprém el 21 de octubre, después de que tres jugadores del equipo azulgrana dieran positivo. El Ademar tuvo que aplazar su estreno en la Liga Europea ante el Chekhovskie por dos positivos. El equipo leonés y el Sinfin tuvieron que jugar el 10 de octubre un partido de la Liga Asobal con mascarillas, obligados por una norma de la Comunidad de Castilla y León. La exigencia desapareció tres días después.
Estudiar y trabajar
La diferencia es sustancial entre el deporte aficionado y las Ligas profesionales, capaces de sufragar controles médicos e implementar las pruebas necesarias. “La enfermedad es igual para todos, dediques a lo que te dediques”, apunta Pilar Doñoro. “La gran diferencia es que en el deporte profesional tienes un sueldo y yo, como médico del equipo, te puedo, si no exigir, sí pedir que tu vida social esté mucho más limitada. A los no profesionales no se les puede decir que no vayan a estudiar o a trabajar. No viven del deporte”.
El Consejo Superior de Deportes pretendió imponer la obligatoriedad de pruebas PCR también a todos los participantes de las ligas no profesionales. Las federaciones se opusieron debido al coste que suponía esa medida, unos 80 millones de euros. La mayoría de las comunidades exigen el compromiso por escrito de cada deportista de que no sufre ni tiene síntomas de la covid-19. Los deportistas solo se someten a pruebas si alguno de ellos sufre algún síntoma. Si se detecta un positivo, el rastreo lo asume la sanidad pública. Las federaciones de baloncesto, rugby, hockey hierba y fútbol sala están costeando pruebas de antígenos. Las incidencias han golpeado fuerte a las primeras de cambio. Seis de los 12 partidos de las dos primeras jornadas de la Liga de waterpolo han sido aplazados siguiendo el protocolo por covid-19. También se han aplazado partidos en las ligas de fútbol sala, hockey hierba y patines. El coronavirus no da tregua.
Renuncias a las categorías
El frenazo económico debido a la covid ha perjudicado la progresión deportiva de muchos clubes. En Sant Adrià de Besòs se ha producido una situación muy ilustrativa. Los dos equipos de baloncesto de la ciudad próxima a Barcelona, el Unió Bàsquet Sant Adrià (UBSA) masculino, y el Femení Sant Adrià han renunciado a sus categorías. Iván Corrales, exbase del Joventut y del Sevilla y medalla de plata con la selección en el Eurobasket de 1999, es el presidente del UBSA. “Somos un club pequeño. El covid-19 nos golpeó en una situación deportiva muy buena”, afirma. “Pero decidimos ser prudentes y sensatos y renunciamos a competir en la Liga EBA, cuando podíamos incluso haber ascendido a la LEB plata (tercera división del baloncesto español). Da rabia porque fue una cuestión puramente económica”.
El Sant Adrià femenino, con una de las mejores canteras de España, renunció al ascenso a la máxima categoría, la Liga Endesa. La pandemia agravó las dificultades para encontrar los 200.000 euros que necesitaba para confeccionar un equipo con mínimas garantías. El club sigue compitiendo en la Liga Femenina 2.
Los casos se repiten en muchas Ligas. La de rugby ha comenzado este fin de semana con la ausencia del CR Santander, que comunicó su renuncia a participar el 16 de octubre, alegando que no se dan “las mínimas garantías de asistencia de público a los terrenos de juego, celebración de los encuentros y cumplimiento de los desplazamientos”. La Federación ha sancionado al CR Santander con la pérdida de dos categorías y una multa de 12.360 euros.
El CN Sabadell, el club de muchas estrellas de la natación y con el mejor equipo de la historia del waterpolo femenino español, ha perdido un 20% de los 27.000 socios, la mayoría usuarios de sus instalaciones, con los que contaba antes del inicio de la pandemia.