Los primeros saltos de Yulimar Rojas
La atleta, que acaba de ganar el triple salto en la Liga de Diamante de atletismo, inició su carrera en una maltrecha pista en Venezuela, donde todavía hay jóvenes que quieren seguir sus pasos
En diciembre pasado, Yulimar Rojas compró zapatos a todos los que entrenaban en el Complejo Polideportivo Simón Bolívar en la ciudad de Puerto La Cruz, en Anzoátegui, al oriente de Venezuela. La atleta venezolana de 24 años que en febrero le quitó a la rusa Tatiana Lebedeva el récord en salto triple que mantuvo por 16 años, dio sus primeros brincos en esa maltrecha pista, de la mano de Jesús ...
En diciembre pasado, Yulimar Rojas compró zapatos a todos los que entrenaban en el Complejo Polideportivo Simón Bolívar en la ciudad de Puerto La Cruz, en Anzoátegui, al oriente de Venezuela. La atleta venezolana de 24 años que en febrero le quitó a la rusa Tatiana Lebedeva el récord en salto triple que mantuvo por 16 años, dio sus primeros brincos en esa maltrecha pista, de la mano de Jesús Tuqueque Velásquez, su entrenador en la etapa juvenil.
De 67 años y un poco más de metro y medio de altura, Velásquez acumula las fotos de encuadre dispar con la atleta que ya de adolescente medía los 1,92 con los que ha alcanzado decenas de glorias deportivas. El entrenador también lleva escrita a mano la memoria de los logros de la medallista olímpica durante el tiempo en que la formó, una bitácora con sus medidas y marcas, recortes de prensa. Ahora, desde la calurosa Puerto La Cruz, sumida en la crisis del combustible que todavía aqueja al país petrolero y que se ha sumado a la del coronavirus, sigue la carrera de su pupila. “Esta semana vi un video de Yulimar saltando”, comenta emocionado por teléfono apenas se le pregunta por ella. Además de certificar su marca en el Meeting Villa de Madrid del 21 de febrero con una zancada de 15,43, el viernes pasado, después de un parón de las actividades por la pandemia, Rojas ganó el triple salto en la Liga de Diamante de atletismo en Mónaco con una discreta distancia de 14,27 metros.
El entrenador Velásquez tiene ahora 12 atletas adolescentes a su cargo, de los cuales cree que la mitad tiene potencial. “Ya no salen tantos como antes, es difícil retenerlos”, dice. En una pista invadida por la maleza, con toda la cobertura agrietada intenta mantener el optimismo en los jóvenes. Cada triunfo de Yulimar en el extranjero lo hace retumbar en esa carrilera con la intención de estimularlos. “Ahora es muy difícil ir a campeonatos. En Venezuela la carrera de un atleta está en manos de su entrenador y de su familia que hacen todos los esfuerzos para llevar a esos muchachos a todos los entrenamientos y competencias. Ni siquiera hay transporte para ir de un Estado a otro. El Gobierno no ayuda en la formación, solo cuando empiezas a tener marcas es que ellos empiezan a figurar”.
Yulimar también salió de una cantera de dificultades. Creció en el barrio humilde de Pozuelos, en Puerto La Cruz. A ella también le regalaron zapatos. Tuvo un par para correr vallas que le compró Velásquez. Otros de clavos, especiales para saltar, que vinieron con un oro. En un campeonato suramericano juvenil, Marco Oviedo, vicepresidente de la Federación Nacional de Atletismo, la retó a que si ganaba le compraría unos, recuerda su primer entrenador. “Cuando Yulimar estaba aquí todavía se podía viajar, había recursos, eran mejores las condiciones”.
Recurrentemente Velásquez cuelga videos en su Instagram de la pista en la que las mañanas de los lunes, miércoles y viernes sigue entrenando a jóvenes aún en cuarentena. “Esta es la pista de atletismo donde se formó la subcampeona olímpica Yulimar Rojas. Hago un llamado a las autoridades y al presidente Nicolás Maduro que prometió dos veces repararla. Los atletas no tienen donde prepararse”, dice en la grabación. Denunciar es parte de su rutina. Entrenar en instalaciones sin condiciones adecuadas, en medio de una prolongada crisis económica y social, es otra disciplina. “A los muchachos les digo que corran por los bordes, porque el centro del carril tiene muchos baches pese a que le hemos puesto tierrita para nivelarlo”.
Hace poco más de una década se hablaba en Venezuela de una generación de oro, medida por el desempeño deportivo que tuvo el país durante los años del boom en los ingresos de la renta petrolera. En 2008, el país fue a los Juegos Olímpicos de Pekín con 108 atletas, la cifra más alta en toda la historia, aunque solo logró un bronce. El hito se cayó en el siguiente ciclo olímpico de Londres cuando solo lograron llegar 68, pero Rubén Limardo consiguió oro en esgrima. Fue en ese tiempo que Yulimar Rojas, una muchacha altísima a la que inicialmente le interesaba el voleibol, llegó al polideportivo en el que Velásquez encontró que podía ponerla a brillar en el atletismo. Después llegaron los viajes de competición a los que la acompañó: Estados Unidos, Canadá, Perú, México, Guatemala, Chile, los Juegos Panamericanos, los Juegos Suramericanos, a campeonatos nacionales y bolivarianos. Él siempre estaba a su lado.
El entrenador recuerda con adrenalina el momento en que la se la jugó con la atleta. Era 2014 y acababa de convertirse en campeona sudamericana en salto alto. Con apenas tres semanas de descanso y contra todo pronóstico, la inscribió en una competencia nacional en salto triple, la modalidad en la que hoy resuena en el atletismo mundial, pero que en aquel momento apenas tenía un mes entrenando. “En un entrenamiento ella retó a unos atletas menores masculinos. Corrió, despegó e hizo las tres fases del salto alcanzando, con ojo clínico, casi 12,7 metros. Me di cuenta de que podía hacerlo”. Se saltó a la comisión técnica y la inscribió solo en esa prueba en unos juegos nacionales. “De tres saltos me hizo dos fallas, se le fueron las piernas, me asusté, pero logró uno válido de 13,5 metros. Ahí Yulimar ya estaba hecha”, cuenta y completa la hazaña con un giro inesperado. “Para la siguiente fase, desde las gradas le grité que no saltara más. Aún ganando la prueba, hablé con los jueces y la retiré. La saqué de la carrillera. ¿Qué hubiese pasado si la dejaba seguir y se le rompían los tobillos a la campeona sudamericana?”.
Un año después, Velásquez entregó el testigo de la formación de Yulimar Rojas al atleta cubano Iván Pedroso, siete veces campeón mundial, que la entrena en Guadalajara, España. Al salto de Puerto La Cruz y Madrid, siguió la plata olímpica en salto largo en Río de Janeiro y los oros de los mundiales en pista cubierta de 2016 y 2018, de los mundiales de atletismo de 2017 y 2019, y el de los Panamericanos del año pasado en Perú. La suspensión de los juegos de Tokio por la covid-19, le robó una oportunidad para consagrarse una vez más como la reina del salto triple. Pero ella sigue ganando. Este viernes, se hizo con la victoria en la Liga Diamante en Mónaco, un salto que también estaba anotado en la agenda de Velásquez.
Oviedo, el que le regaló sus primeros zapatos de clavos a Rojas, dice que el desempeño que ha tenido tiene que ver con haberla sacado a tiempo del país con apoyo inicial de la Federación Venezolana de Atletismo y del Instituto Nacional de Deportes. “Por las condiciones que ya ella tenía, había que ponerla a entrenar en el extranjero para mejorar su técnica. Ahora es una inspiración en Venezuela. Todas las niñas quieren ser Yulimar”, comentaba el dirigente deportivo hace unos meses, cuando rompió el récord. “Ella es muy perseverante, alegre, tiene bastante voluntad, tiene velocidad y mucha fuerza, pero las tres papas (comidas) y la atención médica necesaria no las iba a tener en Venezuela”, remata el entrenador Velásquez.