El calcio se prepara para el abismo de una suspensión

El ministro de Deportes ve difícil retomar la liga y recomienda a los clubes, alertados por la crisis económica, “pensar ya en la próxima temporada”

Cristiano Ronaldo, en el partido contra el Inter que se jugó a puerta cerrada.Daniele Badolato

El Gobierno de Italia tiene pocas certezas sobre cómo será el desconfinamiento y cuándo llegará la normalidad. Las fases, tras una confusa presentación el pasado domingo del primer ministro, Giuseppe Conte, siguen sin estar claras y las protestas de distintos sectores crecen cada día. Pero cada vez hay más indicios de que el balón difícilmente volverá a rodar en los estadios de la Serie A esta temporada. El ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, señala que conviene “empezar a pensar en el siguiente año”. Los clubes, aterrorizados por las pérdidas millonarias que eso supondría, insisten públ...

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El Gobierno de Italia tiene pocas certezas sobre cómo será el desconfinamiento y cuándo llegará la normalidad. Las fases, tras una confusa presentación el pasado domingo del primer ministro, Giuseppe Conte, siguen sin estar claras y las protestas de distintos sectores crecen cada día. Pero cada vez hay más indicios de que el balón difícilmente volverá a rodar en los estadios de la Serie A esta temporada. El ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, señala que conviene “empezar a pensar en el siguiente año”. Los clubes, aterrorizados por las pérdidas millonarias que eso supondría, insisten públicamente en que prefieren seguir jugando mientras sacan la calculadora.

Italia decidió el pasado domingo que los atletas que practiquen deportes individuales puedan entrenarse a partir del 4 de mayo, pero los clubes de fútbol deberán esperar al menos hasta el 18 para reanudar los entrenamientos. Poco más. Conte no dio datos sobre la vuelta de la Serie A, la única competición que sigue en el aire (baloncesto, voleibol y rugby abandonaron oficialmente la temporada 2019-2020). Los clubes votaron la semana pasada en asamblea y de forma unánime la voluntad de seguir hasta terminar el curso. Pero su postura, en realidad, no está tan clara como parece. Hay en marcha una partida de póker millonaria.

La mayoría de equipos preferiría pensar ya en el siguiente año, como sugiere el ministro. Los problemas sanitarios que pueden acarrear un regreso precipitado, la falta de rodaje y las lesiones o las consecuentes demandas penales derivadas de posibles positivos inquietan a sus asesores. Solo la Lazio, que está a un punto de la Juventus y ve cómo se esfumaría la posibilidad de ganar el scudetto 20 años después, presiona realmente para concluir el campeonato. Su presidente, Claudio Lotito, ha ofrecido incluso que se dispute a través de un partido único contra la Vecchia Signora, que encabeza ahora la clasificación y ganaría su octavo campeonato seguido si la liga concluyese así.

El problema principal, nadie lo esconde, es económico. Los clubes piensan en las reclamaciones que recibirán de las marcas y las televisiones. Quieren que el Gobierno sea quien finiquite la temporada y se decrete el motivo de fuerza mayor, por el que no se verían obligados a devolver el dinero y evitarían un desastre. Si el campeonato se diera por terminado, el fútbol italiano podría perder unos 700 millones de euros, apunta Marco Bellinazzo, periodista y autor del exhaustivo El fin del calcio italiano. La caída de ingresos en los estadios rondaría los 150 millones, la de contratos por patrocinio alcanzaría los 250 y el resto, unos 300 millones, son posibles daños ligados a derechos de televisión. “Ese es un tema decisivo porque los clubes italianos viven de ello. Para muchos es la mitad de la facturación. Y nadie quiere dar ese paso primero para no perderlos. Es una partida decisiva para el calcio. Tiene una debilidad estructural a la que se podría añadir una crisis brutal por la situación de la covid-19”, apunta Bellinazzo.

Protocolo insuficiente

El tiempo para tomar la decisión termina. Si la Serie A se retomase, tendría que adaptarse a las normas de la UEFA que obligan a terminar la temporada antes del 2 de agosto. Eso significaría volver a mediados de junio y comenzar a entrenar en dos semanas. Pero el Gobierno parece cada vez más dispuesto a dar el paso contrario. Al menos eso apuntaba Spadafora en la reciente entrevista que concedió al Canal 7. “Si fuera presidente, pensaría en cómo empezar la próxima de forma segura. Seguirán los contactos entre el comité científico y la Federación de Fútbol italiana (FIGC), que presentó un protocolo sobre los entrenamientos considerado insuficiente. Si no queremos tener dudas, es suficiente seguir la línea de Francia y Holanda, que han abandonado”, agregó.

Los clubes temen que las pérdidas que originaría la conclusión prematura de la temporada les dejen demasiado tocados para seguir compitiendo internacionalmente, justo cuando el calcio se estaba reponiendo de una década crepuscular. Algunas plataformas televisivas han ofrecido pagar todas las cuotas que les deben —la última tocaría en mayo— a cambio de recibir un descuento de alrededor del 14% para la siguiente temporada. Un problema económico que trasciende al fútbol. “Como ministro del Deporte sería un loco si discriminara el fútbol, que trae dinero a todo el sistema deportivo, pero si no se puede reanudar la competición en condiciones de seguridad, estaremos obligados a parar. Es absurdo que tres o cuatro presidentes no lo entiendan”. Quizá no pueden permitirse entenderlo.

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